Muchos me habéis manifestado, de forma más o menos implícita, vuestro deseo de alterar gravemente la civilización occidental o cualquier otra a vuestro alcance. Os entristece, empero, no saber cómo contribuir a tan magna empresa. A vosotros va dirigido este post. Aquí hallaréis las dos maniobras básicas que han de observarse para terminar con esto de una vez por todas.
En primer lugar, es fundamental conducir en pijama. Cuando cojáis el coche para realizar desplazamientos, hacedlo siempre en pijama. Sembraréis el desconcierto, y ese mismo desconcierto dará lugar a la desmembración social, que sucede en el tiempo, por tanto, al desconcierto y coincide con la desmembración social. Sociólogos y analistas señalan que los grandes revolucionarios, tales como Marx, Lenin o Billie Holiday, fracasaron en sus intentos por no atraverse a incluir este extremo en sus manifiestos y canciones protesta.
Al mismo tiempo, es importante que observéis el segundo paso: pedid en los restaurantes cantidades ilógicas de comida. Doce entrecots con salsa roquefort para una sola persona, por ejemplo. Ningún restaurador cuestionará la petición, y mucho menos se dará cuenta de que estáis destruyendo su civilización. Si queréis precipitar los acontecimientos, hacedlo fuera de horario. Así, podéis pedir esos doce entrecots a las once y media de la mañana. También podéis actuar por defecto, y pedir de comer una pieza de fruta -de fruta pequeña, a ser posible-, si bien los resultados en estos casos aún no se muestran concluyentes ni falta que hace.
Eso sí, id pensando en alternativas, que vivir en la barbarie termina aburriendo.
En primer lugar, es fundamental conducir en pijama. Cuando cojáis el coche para realizar desplazamientos, hacedlo siempre en pijama. Sembraréis el desconcierto, y ese mismo desconcierto dará lugar a la desmembración social, que sucede en el tiempo, por tanto, al desconcierto y coincide con la desmembración social. Sociólogos y analistas señalan que los grandes revolucionarios, tales como Marx, Lenin o Billie Holiday, fracasaron en sus intentos por no atraverse a incluir este extremo en sus manifiestos y canciones protesta.
Al mismo tiempo, es importante que observéis el segundo paso: pedid en los restaurantes cantidades ilógicas de comida. Doce entrecots con salsa roquefort para una sola persona, por ejemplo. Ningún restaurador cuestionará la petición, y mucho menos se dará cuenta de que estáis destruyendo su civilización. Si queréis precipitar los acontecimientos, hacedlo fuera de horario. Así, podéis pedir esos doce entrecots a las once y media de la mañana. También podéis actuar por defecto, y pedir de comer una pieza de fruta -de fruta pequeña, a ser posible-, si bien los resultados en estos casos aún no se muestran concluyentes ni falta que hace.
Eso sí, id pensando en alternativas, que vivir en la barbarie termina aburriendo.