martes, 29 de septiembre de 2009

Futura entrada sobre experiencia presente

Hoy, los pasos de un amigo al que suelo seguir para informar a unos señores muy simpáticos que me pagan por revelar paraderos de otras personas, me han conducido a mi antigua academia de solfeo. Lo primero que he pensado al entrar ha sido en mi deber de escribir un post sobre la experiencia, pero lo dejaré para más adelante; creo que esto es prioritario.

Todo parecía más pequeño, más vacío, más desafinado. ¿Es ese el efecto que causa mi ausencia? ¿Es eso lo que quiero que pase cuando me vaya de los sitios? Tales y similares preguntas me han asaltado, pero no llevaba dinero encima y se han tenido que marchar con las manos vacías.

Allí cursé estudios de solfeo y violín hasta los trece años, edad en la que decidí que mi futuro, lejos de guardar relación con la música, se orientaría hacia otros derroteros más relacionados con deportes de riesgo y ropa holgada. Eso, y que no logré aprobar tercero de violín, instrumento difícil que requiere vocación, virtuosismo y estudiar de vez en cuando.

Me ha sorprendido que dos profesoras aún me recordaran, aunque ya se sabe que gente rencorosa nunca falta (chiste patrocinado por Les Luthiers). Supongo que habrá sido por la barba frondosa y la chaqueta de tweed.

El resto, igual. Igual que siempre. Un trocito de mi pasado se me ha representado hoy. Ya os lo contaré en otro post, pero, aun a riesgo de parecer una patata humana, os digo yo que ha sido muy, pero que muy gratificante.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Nihil novum sub sole

A continuación, un listado de palabras imprescindibles que comienzan por "bran":

-Brandemburgo.
-Brandivino.

Miradlas. De cerca. Aproximad al monitor vuestros globos oculares desprovistos de córnea, yunque y peroné. Ahora alejaos poco a poco, sin fijar la vista en ningún punto concreto. Cuando estéis a tres mil kilómetros de distancia, si todo ha salido bien, observaréis una semejanza entre ellas que va más allá de su relación incestuosa. ¿La veis? ¿Podéis apreciarla?

Nada más. El único motivo que me condujo a escribir este post era precisamente ese: compartir con vosotros, en estos momentos de incertidumbre, cuando la sombra de la sospecha se cierne, amenazadora y anciana aunque bella aún, sobre nuestras hipófisis y apófisis, mis consideraciones humildes, sin pretensiones, desdobladas, patrocinadas y servidas en pequeñas bandejas con decoración que, sin llegar a poder ser calificadas como neohebreas, sí podrían ubicarse en la línea del clasicismo más dieciochesco, decimonoveno y veinteavo.

No hagáis caso al párrafo anterior. Lo único que pretende es llamar la atención. En cuanto se descuide le practicaré una anastomosis y lo llevaré a la sala de postoperatorio, donde será informado de los derechos, deberes y obligaciones que recoge nuestra Carta Magna para estos casos. Este es, por tanto, el párrafo auténtico.

Con afecto no exento de nada en absoluto,
Ángel.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Desde el polígono

Ayer, a eso de las siete de la tarde, recibí una llamada. La vi una hora después. Tenía el móvil en silencio y mi muslo izquierdo, con el uso, se ha ido acostumbrando a la vibración y ya roza la insensibilidad.

Durante el ensayo semanal, a las diez menos veinte, volví a recibir la llamada del número oculto. Ni lo noté ni lo hubiera cogido, porque eso de hablar por teléfono mientras se canta es de mal gusto y además les tengo miedo a las merecidas regañinas de mi director.

Después de cenar, disfrutando de una agradable velada en un bar no demasiado ruidoso, el misterioso número oculto insistió. Esta vez lo cogí. Una voz masculina que conocía mi nombre, desde el otro lado, me saludó afable y me preguntó si no me acordaba de él. Al obtener respuesta negativa, dijo que estaba en el polígono, y que iba a mirar exactamente dónde. En ese momento se cortó la comunicación.

Al despertar, me he encontrado con dos llamadas, de las cuatro y media y de las seis de la mañana. Esta vez con número visible, pero desconocido. No sé si es el mismo, ni a qué polígono se refería el oculto, ni, sobre todo, conozco a nadie que no conozca.

¿Qué se hace ahora?

martes, 22 de septiembre de 2009

Videojuegos reunidos

Alguno de vosotros sabéis que padezco del cierto componente peterpanesco que caracteriza a gran número de componentes de la generación del 78 y alrededores, vaya usted a saber si influidos por la proximidad de la promulgación de nuestra Carta Magna. Lo veo probable. Eso hace que, entre otras cosas, me guste afrontar el futuro sin renunciar a ciertos placeres del pasado.

Todo este prolegómeno para contaros que hace unos años me compré una Xbox 360, la consola de Microsoft, que empleo con cariño y mesura cuando no atisbo horizontalmente -en el horizonte- nada importante ni urgente. En la industria videojueguil, cuando uno menos se lo espera, aparecen joyitas cada vez más equiparables, en cuando a lenguaje narrativo, a obras cinematográficas o literarias. ¿Ha bajado el nivel de las películas y los libros? Con excepciones, sin duda. ¿Va subiendo el de los videojuegos? Sin duda, con excepciones.

Os dejo con un ejemplo de lo que entiendo por videojuego bien hecho. Es una cinemática -vulgo tráiler- del "Assassin's Creed 2", un refrito postmo que nos pone en la piel de Ezio, joven noble de la Italia renacentística y humanistoide al que misteriosas circunstancias sitúan en la piel de un miembro de la secta de los hassassin. Por cierto, en el vídeo no aparece, pero habrá personajes históricos en la trama; entre ellos, como no podía ser de otro modo, Leonardo DaVinci, esta vez en el papel de fabricante de artilugios y gadgets para Ezio -¿mencioné lo de "refrito postmo"?-. Ya me contaréis qué os parece.


domingo, 20 de septiembre de 2009

Volvemos con ustedes

Ahora que me he enterado de que existe una web donde emiten "El chavo del ocho" veinticuatro horas al día, puedo hablar sin tapujos de la vuelta al cole de La Divina Comedia. ¿La recordáis? ¿Aunque sólo sea de oído? ¿De vista? ¿Olfato, tal vez? Igual da. Hace meses, un amigo y yo montamos un podcast sobre cine, le llamamos La Divina Comedia porque nos pareció originalísimo, grabamos dos episodios y paramos súbitamente. Por varias razones:

-En el segundo capítulo empezamos a derramar spoilers de forma absolutamente intencionada. Hemos sido por ello injuriados, vilipendiados, denostados e incluso diseccionados en pequeños fragmentos que cabrían dentro de una lonja de pescado cualquiera.

-Mi amigo, al que podríamos llamar Gumersindo de Azcárate por su afición a comer frutos secos cuando reescribe su autobiografía -pese a que su verdadero nombre sea Luis, lo cual nos parece inapropiado-, asiste con frecuencia y deleite a nuestras aulas universitarias. Exámenes, estudios, prácticas y demás exornos han entorpecido la regularidad de grabación que ambos deseábamos. Todo eso es ya historia.

Ahora se nos plantea un gran reto, para cuya satisfactoria resolución necesitaremos vuestra inestimable y merecida ayuda. Como sabéis, todo episodio de La Divina Comedia tiene un cielo (donde llevamos dos películas, una por locutor, que nos haya parecido magistral), un purgatorio (donde discrepamos acerca de otra) e infierno (donde despotricamos al alimón sobre alguna cochambrilla cinematográfica). Acabamos de llegar del verano. Todos sabemos a lo que van quedando reducidas las carteleras cuando se aproxima el implacable lorenzo. Falta sitio en el infierno, mientras que el cielo sale deficitario. Siempre queda la opción de echar de mano al clásico de turno, pero nos gustaría hablar de algo reciente y jugoso.

Cualquier idea será bienvenida, considerada, rechazada inmediatamente, reconsiderada, admitida mediatamente y puesta en libertad bajo fianza. A cambio, no usaremos spoilers siempre y cuando no podamos, queramos o debamos.

Gracias. Pueden marcharse.

martes, 15 de septiembre de 2009

Madre mía...

Como sabéis, ayer recibí de manos de los Reyes Magos las cuatro primeras temporadas de Lost y, como igualmente sabéis, creo que deberían reinstaurar la práctica del garrote vil para toda esa gente que, al ser interpelada acerca de la serie, ponen mohín de indiferencia, sueltan un "ah-sí-he-visto-algunos-capítulos-sueltos-sí" y se quedan tan tranquilos, sin sufrir una isquemia auricular ni nada.

Hace tiempo que intento inocular el virus de "Lost" en mi propia familia, con resultado uniforme: ninguno. Todo fue bien con mi hermano y "Arrested Development" (recordad, la mejor telecomedia de la historia, y descubierta por mí sin ayuda de nadie). Con "Lost", sin embargo, nada: ni sugerirlo, ni compelirlos, ni azotarles con la vara, ni usar ropa más holgada que de costumbre. Nada. Lo achaqué a la falta de una serie original, con su estuche y todo, como mandan los cánones a los que tanto amo, sobre todo en versión codificada.

Bien. Hoy he llevado a cabo una delicada operación. He empezado a ver el primer capítulo de la primera temporada de La Serie con mi madre. Albergaba esperanzas: además de ser una mujer maravillosa y leer este blog a diario, entre ella y yo nos ventilamos las diez temporadas de "Friends" a razón de tres capítulos diarios. Pues bien, cuál no sería mi jolgorio cuando, tras levantarme para poner fin a la sesión después de visionar los dos episodios que abren la serie ("dos son suficientes", llegué a pensar), mi madre ha dicho:

-Podríamos ver uno más, ¿no?

Ahora vuelvo a confiar en mi capacidad para urdir estratagemas maquiavélicas. ¿Qué será lo próximo?

lunes, 14 de septiembre de 2009

31

Desde mis recién estrenadas unidades, el uno; decenas, el tres; centenas, el cero, me gustaría agradecer, un año más, todos los e-mails, todas las llamadas, todas los mensajitos de feisbu y de tuenti, todos los sms y todas las demás vías felicitatorias que me recuerdan que me acerco a la muerte y que pronto tendré edad para conducir portaaviones de menos de 3.500 kg., de los chiquititos, para ir por ciudad.

Me siento bien. Todos decíais el año pasado que entraba en la mejor decena de mi vida para chincharme, pero ahora veo que de momento está siendo la mejor decena de mi vida, aunque os chinche. Y aún quedan años para que acabe. Años que, naturalmente, emplearé viendo, en bucle constante y sonante, las cuatro temporadas de "Lost" con las que mi familia me acaba de obsequiar por la alegría, paz, serenidad y dinero que le aporto.

A vosotros os agradezco por adelantado los regalos que me haríais.

¡Hasta el año que viene!

And now... ¡Edición de post!

Tengo que enumerar, por imperativo de Chexpirit, los regalos que recibí ayer mismo de los miembros de la Hermandad Robot y Simpatizantes. Era de noche, yo había bebido cerveza en vaso de tubo y Ruf seducía a una camarera para conseguir distraer mi atención. Cuando todo hubo sido urdido con doble participio, me llevaron a un rincón oscuro y, tras cantarme el Happy birthday de rigor, pusieron una bolsa llena de sorpresas a mi disposición. Yo iba sacando los regalos, uno por uno, en este orden:

-Una minitabla de miniplanchar en miniatura.
-Un pato de goma amarillo con funciones de tapón de bañera y viceversa.
-Una funda para trajes.
-Una lupa, en claro homenaje a mi foto de blog.
-Un aparatito de hacer pompas, con su jabón y todo.
-Un bolígrafo de Superman.

Luego, había una bolsa inmensa. Me la entregaron. El gran regalo, el tótem, el gólem, el krónen de los regalos: un juguete para niños de tres a seis años con pingüinos (a los que aún no he conseguido ver) con el que se puede aprender a contar del uno al seis. Es más difícil de lo que parece, pero acabaré por cogerle el tranquillo, sea lo que sea el tranquillo.

Al final, una bolsa insignificante de la FNAC con el "Batman: Arkham Asylum", para que juegue a la Xbox 360 en los ratos libres que me dejen los pingüinos y su jugabilidad extremadamente difícil.

¡Yuhu!

jueves, 10 de septiembre de 2009

Mucamas

Anteayer, la señora de la limpieza nos comunicó su marcha inevitable. En unos días nos dejará una de las dos únicas que no ha destruido de manera demasiado ostensible mi hogar. Sí, es cierto, en algunas ocasiones confundía la ropa incolora con la colorida, pero a quién no le gusta cambiar aleatoriamente las tonalidades de sus vestimentas y salir vestido de mamarracho multicolor de vez en cuando. Por lo demás, fetén.

Sobre todo, claro, si comparamos con las antecesoras. Recuerdo con especial cariño a una. Como la mantendré en el anonimato, no faltaré a la caridad ni a los principios del empirismo básico. Su perímetro torácico y abdominal era superior al del diámetro de cualquier luna de Júpiter escogida al azar, y su concepto de higiene consistía en perfumarse las axilas con esencia de cadáver. Tampoco era especialmente delicada en el trato. Ni con los seres vivos ni con los inertes.

La mañana siguiente a la contratación llegó, trabajó, se marchó y ,al rato, llamó para despedirse. En menos de dos horas había roto tres vasos antiguos, fregado el suelo con lija del siete (a lo mejor no exactamente, pero con similar resultado), y conseguido desprenderle la corona plateada a la talla de la Inmaculada que preside nuestro salón. Para no faltar a la verdad, diré que trató de enmendar su error e intentó recomponer la figura a base de encajarle la corona con una fresadora industrial, si juzgamos por los resultados.

Ahora todos cruzamos los dedos. La cesante ha dejado el listón alto. Casi nos conformaríamos con que la próxima no alcance a cargárselo.

martes, 8 de septiembre de 2009

Oriente (muy) próximo

Escribo estas líneas mientras suenan los últimos acordes arpegiados de la deliciosa "O Solitude, my Sweetest Choice", de nuestro bienamado Purcell, uno de los mejores borrachos que ha engendrado Inglaterra, madre de egregios ebrios de dispersas costumbres.

Y no me queda más remedio que haceros partícipes de mi pesar, de mi preocupación, de mi desasosiego. Esta vez, con motivos suficientes y necesarios. Supongo que recordaréis aquella entrada que escribí, hace no tanto, sobre la película "Un día de furia". Tuvo bastante aceptación en la sociedad contemporánea.

Pasaos ahora por allí. Sección comentarios. Casi al final. Lo veis, ¿no? Pues sí. Rara es la mañana en que no me encuentro con un comentario oriental (¿chino? ¿japonés? ¿norcoreano?). No sé a qué se debe. No consigo descifrar el significado de tanto kanji reunido, pero me inquieta. ¿Será un bot? ¿será un troll? ¿un joven hikkikomori fan de Michael Douglas? ¿un veterano de la guerra de Vietnam?

Agradecería, lectores cultivados en caracteres ininteligibles, una traducción fidedigna. Si me satisface, os pagaré en yenes.

EDITADO: he suprimido la entrada "Ira contenida", porque sí señores, se trataba de spam chino... y no anunciaba precisamente pollo con almendras.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Pues parece que va refrescando

Quisiera, antes de comenzar este post sobre el ligero descenso en las temperaturas del sureste peninsular, referirme a una conclusión a la que he llegado esta misma mañana después de mucho cavilar mientras ejercitaba mis fémures caminando sobre -únicamente- las baldosas rojas de nuestro empedrado municipal. Así, a una semana de cumplir el año más feliz de mi existencia, constato que en esta vida se cumple la máxima que anuncia Woody Allen en uno de los relatitos que componen "Sin Plumas" y que, si bien los buenos duermen con la conciencia tranquila, los malos parecen pasarlo bastante mejor en los momentos de vigilia.

Por mi parte, pues el transcurso de una buena noche es garantía de un día sin sobresaltos y durante el día paso gran parte del tiempo aletargado, retengo con uñas y dientes mi capacidad de sorprenderme cada día ante lo bueno, ante lo malo, ante la salud, ante la enfermedad y ante lo que haga falta.

De momento, bien. Y mejor dentro de unos días, cuando empiecen a bajar en serio las temperaturas.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Literaturmix

Haciendo caso omiso de las recomendaciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, desde este verano estoy leyendo todo lo que cae en mis manos sin orden ni concierto. Sólo ahora, cuando el otoño amenaza con sus rigores y las hojas caen a velocidad constante en movimiento perpetuo, alcanzo cierto equilibrio con alguna digresioncilla sin importancia.

De este verano, la autobiografía del Cardenal J.H. Newman (Apologia pro vita sua) me ha parecido tan interesante como, en ocasiones, inaccesible. Cuando nazca en la Inglaterra decimonónica lo releeré a ver si soy capaz de hilar un poco mejor tal mejunje de pensadores y pensamientos anglófilos.

Hanme placido, sin embargo, las Opiniones de un payaso, de H. Böll, en el que el autor se despacha a gusto, a troche y a moche con las hipócritas prácticas de unos señores que usaron del catolicismo para fines no precisamente religiosos en la Alemania postnazi, con una tramilla de fondo sobre la naturaleza de la institución matrimonial que bien vale unas reflexiones que dejo para los blogs serios y venerables.

De La elegancia del erizo, el gran bestseller de doña Muriel Barbery, que en paz descanse cuando le llegue la hora, diré que aguanté exactamente hasta la mitad. No paré de darle oportunidades, pero lo que mal empieza... mal sigue y supongo que peor acaba. Una historia que mezcla contexto vecinal, ataques manoseados a una burguesía caricaturizada, rechazo a valores occidentales y salvación eterna en los orientales, que reciben guiños cómplices de Muriel hasta el colapso de párpado. Todo ello aderezado con la pedantería supina de una escritora que se desdobla en dos protagonistas y nos recuerda todo el tiempo la cantidad de filosofía que aprendió a base de releer varias veces un número de la revista Quo. Eso, la primera mitad, que luego igual mejora.

Ahora, Borges y Tolkien. Del primero, leídos El Aleph y El libro de arena; en proceso de lectura Historia universal de la infamia, Ficciones y Otras inquisiciones. Del segundo, una tercera e ilusionante lectura de El Señor de los Anillos, que leí por última vez hace casi diez años. A ver si encamino mis pasos hacia algún sitio. Los puertos grises no sería mal destino.

martes, 1 de septiembre de 2009

Desbarajustes litúrgicos

No, no voy a hablar del artículo 118 de la Constitución Apostólica Sacrosanctum Concilium, ni de las guitarras en las iglesias, ni de los aplausos en las bodas, ni de los padrenuestros a manos alzadas, ni de las componendas clericales de las liturgias eucarísticas, ni de los salmos responsoriales de creación propia, ni de la música durante la Consagración, ni de los ornamentos confeccionados a base de cortinas repintadas, ni de las moniciones laicas, ni de las homilías dialogadas, ni de los ministros extraordinarios de la eucaristía por doquier, ni de cualquier aspecto que supusiera siquiera una levísima crítica a la actual dejadez con que, desgraciadamente, determinados jerarcas descuidan uno de los bienes más preciados de la Iglesia católica: su liturgia.

Lo que quisiera contaros es que yo, un amante de Trento, del tradicionalismo y de las casullas góticas, hace muchos, muchos años, tampoco estaba libre de informalismos eventuales. Porque, en la oración de los fieles, al responder "te robamos, óyenos", no tenía intención de robarle a nadie.

Y sin embargo, dada mi antigua y casi contemporánea aversión hacia el agua y las playas, absolutamente consciente era mi petición, al final del Padre Nuestro, cuando rezaba "y líbranos del mar". No sólo lo pedía totalmente convencido, sino que me mostré reacio a rectificiar el error cuando lo advertí.

Era sólo un infantillo y ya he purgado por mis faltas a base de veraneos ininterrumpidos en La Manga del Mar Menor. No me lo tengáis vosotros en cuenta.