miércoles, 28 de marzo de 2007

Sobre sobrecogimientos

La tarde de ayer fue especial. Tanto, que voy a contaros lo que hice, como todos esos bloggers coherentes con la auténtica finalidad de sus respectivos blogs.

En realidad, la cosa comenzó a las ocho y media. Un concierto del Ensemble Gilles Binchois, con las Lecciones de Tiniebas de Couperin, en la iglesia de San Juan de Dios. Llevaba por nombre "Tenebrae". Nunca mejor puesto, y nunca en mejor sitio. La pequeña planta ovalada de San Juan estaba tan sólo iluminada por once velas y dos focos indirectos de luz tenuísima en la parte de detrás. Dos sopranos ataviadas con ropajes negros, amplios, y acompañadas tan sólo de un órgano y una viola da gamba cantaron con patetismo esas peculiares lamentaciones de Jeremías que descubrí hace ahora ocho años, gracias a "Todas las mañanas del mundo".

Dos horas más tarde proyectaban en la Filmoteca "El gran silencio", la película-documental sobre la vida cotidiana de la comunidad monástica de la Gran Cartuja de Grenoble. Casi tres horas de silencio místico, atronador, prácticamente absoluto. Casi tres horas contemplando -con perdón-, la cotidianeidad de esos monjes, sus miradas tan blancas como sus hábitos, su lentitud templada y ceremonial... lo inefable, para qué seguir (quizá por eso guarden silencio; quizá comprendieron que las palabras no eran suficientes, o simplemente no existían, si se trataba de Dios).

En la sala, el público enmudeció antes de lo que preveía. Yo, cuando me adecué al ritmo de la película, me descubrí en mi día a día, inmerso en ruido y ruidos, sumergido en un estruendo arrítmico del que no quiero, o no puedo, o no debo, sustraerme. Y sentí la envidia más extraña de mi vida. Y una admiración absoluta. Y gratitud, porque sé que esos hombres, de alguna manera, cuidan de todos nosotros.

lunes, 26 de marzo de 2007

Kambio radiKal

Mahn ha escrito hoy mismo sobre el tema que desde ayer pensaba tratar: "Cambio radical", el nuevo espacio gutural con que Antena 3 piensa amenizarnos y amenazarnos las tardenoches dominicales.

La idea es tan simple que probablemente haya requerido los esfínteres mentales de tres o cuatro productores, guionistas o híbridos entrambos a la hora de su excreción: personas que se sienten feas y acuden a que modifiquen su apariencia. Ayer mismo, dos chicas (confío en que la Ley de Paridad actúe presta y veloza) confesaban sentir horrible complejos por sus físicos.

En sendas entrevistas, realizadas con ese tufazo a reality show trasnochado, con esas músicas inquietantes y esos planos detalle cuyo ahorro tanto hubiésemos agradecido, ambas candidatas nos contaban hasta lo más íntimo de los orígenes de sus neurastenias y pajas mentales. Líbreme Venus de mofarme de sus angustias vitales y acójame Momo, que seguro que se hace cargo de la vergüenza ajena que me causó el deplorable espectáculo.

No llegué al resultado final. Me las imagino saliendo de una puerta, entre humaredas, con una cantidad y calidad de maquillajes y ungüentos que ni la fuerza de sus lacrimales a toda potencia mellaría sus casquetes faciales. Si tuviera que elegir un momento del programa, me quedaría con ése en el que Paco, la pareja de una de ellas, afirmaba que su novia era más bella por dentro que por fuera, y que se imaginaba rompiendo con ella en pocos meses, si la cosa no cambiaba. A su lado, ella lloraba tan desconsolada como comprensiva. Por lo que más queráis, vedlo la semana que viene.

jueves, 22 de marzo de 2007

Citas

Extracto de un artículo de Cristóbal Robles, investigador del CSIC:

"Cuanto más lejos se va en la ampliación de las materias que afectan a la identidad de un grupo, menor será el número de los que pueden considerarse dentro de él". Obvio y discutible.

"No es fácil entender libremente el sistema constitucional entre quienes consideran que la transacción es un comportamiento deshonroso; la conciliación, renuncia al propio derecho; y la concordia, una claudicación". Discutible, no tan obvio.

En "Política y secularización después de 1876", en Anthologica Annua, 43, Roma, 1996.

Gran tipo, este Cristóbal.

martes, 20 de marzo de 2007

Detención

En efecto, la novela es, en gran medida, autobiográfica -contestó.

Minutos después, dos agentes de policía con aspecto fatigado irrumpían en la sala de conferencias.

Me cago en la primavera

Odio la primavera. No sé si lo habréis detectado por la sutileza casi anglosajona del título de la entrada, pero así es. Comprendo que se huele a azahar y que florecen los albaricoqueros; y que, por pura lógica, son factores que, unidos a otros que pretero de forma no deliberada, deberían convertirme en un hombre feliz. Pero odio la primavera, tanto que ni siquiera me merece la mayúscula inicial.

Y ya que no puedo hacer nada para evitarla y que el Gobierno no parece demasiado dispuesto a derogarla por Ley Orgánica, como sería su obligación, la denosto en este humilde blog. No se merece menos ni se me ocurre más.

Pensaréis quizá que el despido improcedente ha afectado a mi forma de percibir la realidad, porque de lo contrario no se explica que los albaricoqueros en flor no me conviertan en un hombre feliz, como a todos vosotros. Erráis. Esto me viene a mí desde pequeño, prácticamente desde el tercer mes de gestación, calculo.

La primavera es una estación de paso. Es un invierno destemplado y un verano prematuro. Recoge lo peor del uno y del otro y le añade pólenes y ácaros. Siempre me he resistido a hacerme las famosas pruebas de la alergia, quizá por recordarme su metodología a la del martirio de San Bartolomé, tan presente en la iconografía religiosa, así que no sé si seré alérgico a algo, o a nada, o a todo.

Puede que sea astenia. Vaya usted a saber. Por desgracia, el diagnóstico no elimina los síntomas, y menos con dolencias tan etéreas y deletéreas como estas. Prefiero seguir culpando a la primavera con estas inútiles invectivas de ciudadano inerme y debilucho. Sé que ella no cejará en su empeño de fotosintetizarme, pero me desahogo y alimento así un poco este últimamente desnutrido blog.

Mil disculpas.

miércoles, 14 de marzo de 2007

Fotografías transeúntes

Imagen 1: los técnicos de marketing de Wii leen mi blog y han sabido plasmar en su última campaña publicitaria el espíritu de "La Wii y yo".













Imagen 2: Murcia es, definitivamente, una ciudad irreconociblemente cosmopolita.

jueves, 8 de marzo de 2007

Dale la manita, Pepe Luí

Hay mucha gente que, bien por aburrimiento, bien por desidia, bien por toda la orilla, no saben quién fue José Luis Coll. A Coll lo inventaron tres años después de su nacimiento, durante el breve reinado de Luis XIV, 2º izquierda, también conocido como el Rey Sol, también conocido como Arístides Rinaldini, el que fuera Nuncio de Su Santidad. Por eso era Nuncio, porque estaba fuera, o fuese. Y porque como todos sabéis, está prohibido pegar a Nuncios.

Todo esto está relacionado entre sí y no. Como las Meninas de Velázquez, obra de don Miguel de Cervantes, autor de "Don Álvaro o la fuerza del sino", una de dos. Si no recuerdo mal, en el año 1894 viajé a la librería con la suprascripta intención de comprar las obras completas de Coll, pero no me las pude llevar precisamente por eso, porque estaban completas.

Ya que se ha mencionado el tema, los resturantes de antes sí que eran restaurantes, no como los de ahora. Antes ibas a un resturante y por tres pesetas salías que no podías más. De hambre. En los restaurantes de entonces te servían hasta agua. Pero agua de oro, de oro macizo. Te ponías morado, y no contentos con eso, si dejabas poca propina, te ponían verde. Pero verde oro, de oro macizo.

Y hablando de tiempos, anteayer martes por la noche, al despuntar el alba, o la casulla (de ella), se me ocurrió darle un homenaje a José Luis Coll, pero se tenía que morir según ordena la legislación vigente en los siglo doce y dieciocho, respectivamente. Otra vez será. Pensaré en algo de lo que poder hablar la semana que viene.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Ginger

No sé si conoceréis a Ginger, la comentarista más aventajada que tengo (léase con la voz de Millán Salcedo como maestro de Kung Fu). Pues como discípula amada que es, seguidora de mis pasos, fiel admiradora, diletante jurista y futura chica Almodóvar, ha abierto un blog.

¡A disfrutar!

Requiem Litúrgico

Ayer asistí a un funeral, y lo peor fue que lo peor no fue que se tratara de un funeral. Algunos sacerdotes deberían darse cuenta de que son ocasiones lo suficientemente dolorosas como para aliñarlas con aderezos que las hagan aún más embarazosas.

Sinceramente, no entiendo el empeño de tantos y tantos curas en retocar la Liturgia hasta convertirla en algo irreconocible, en un ejercicio de clericalismo absoluto que sonrojaría al redactor del art. 118 de la Sacrosanctum Concilium. Esas fórmulas enrevesadas, esas teatrerías gestuales... Como se empeñen, van a conseguir que yo también conteste lo que me pida el cuerpo en cada momento. "Levantemos el corazón" -invocarán. "Pues no sabría yo decirle" -contestaré.

Me gustaría dejar para otra entrada lo que pienso de la actual música litúrgica. El adjetivo "sacra" le queda grande, y el que tengo en la cabeza no resulta elegante (¿no debería acaso estar tipificado en el Código Penal el uso eclesial de canciones de los Beatles o de Simon & Garfunkel?). El coro de ayer merece un mención aparte. Se componía de guitarras y personas, en ese orden. Ya sabéis que considero la presencia de las guitarras en las celebraciones litúrgicas como prueba irrefutable de la degeneración de la especie. Pero había otro detallito que añadió un componente de surrealismo buñuelesco, de discreto encanto burgués: una señora en plena sesentena, con un crepado capilar desafiante a la ley de gravitación universal, mechada y, lo más curioso, de voz plañidera y rasgada, de la que se servía para entonar cánticos provinientes con casi total seguridad de alguna secta metodista y sureña. Era como la novia de Ned Flanders, pero en versión española.

Por no hablar de las homilías laudatorias en las que el oficiante, que probablemente no conoce de nada al finado, les pergeña una semblanza hagiográfica y postulatoria precisamente a los que más le trataron.

El consuelo es que no tendré que asistir a mi propio funeral. Así, al menos, la vergüenza seguirá siendo ajena.

sábado, 3 de marzo de 2007

Plagio impune

Hace unos meses Isaac Aledo me invitó a su casa para tocar la guitarra y hacer el idiota un ratico. Cuando nos cansamos -plural de conveniencia- de no saber encajar las letras de las canciones de los Beatles, se me ocurrió otra de mis ideas geniales. Habíamos comprobado que el ostinato del famoso Canon de Pachelbel, esas ocho cíclicas y repetitivas notas, servían de base para millones de canciones; yo llevaba mi nuevo Nokia 6280 con la batería casi intacta y la función vídeo deseando ser estrenada. ¿Qué ocurrió?

Lo inevitable. Elegimos cuatro canciones supra canon al azar: "Naturaleza muerta", de Mecano; "Paloma", de Calamaro; "For no one", de los Beatles; y "Basket case", de Green Day. Isaac arpegiaba todo el rato las notas del canon. Yo cantaba las impares y él las pares. Dos estrofas de cada una. Todas con el mismo tono pastelosín de parroquia. Y al final hacíamos un poco -más- el idiota.

Jamás se me pasó por la cabeza colgarlo en Youtube, como me sugirió algún desaprensivo, pero es que ahora además ya no tendría sentido. Semanas más tarde, apareció esto que os dejo aquí abajo. Lo hace un poco mejor que nosotros, la verdad, pero pierde ese toque cutrecillo y friki de nuestro vídeo, que casualmente desapareció hace unas semanas cuando volcó un camión de residuos radioactivos junto a mi casa y destruyó todos los vídeos grabados con Nokia 6280 en un radio de cuatro kilómetros.

Disfrutad al plagiador hasta el final, porque merece realmente mucho la pena.

Pequeños placeres

Hoy he estado oyendo parte de la Pasión según san Juan de Bach con las partituras delante. El solfeo y el alemán fueron dos de los grandes proyectos que quedaron por el camino y que algún día retomaré, pero por lo pronto me sirven, combinados, para paladear cada uno de los movimientos de las dos pasiones de Bach.

Por cierto, ¿habéis entrado ya en la web de Ars Mvsica? Se avecinan conciertos y os quiero ver a todos allí. Ya iremos concretando.