El miércoles pasado, como sabéis -porque, de una u otra forma, ya os lo he contado todo-, quise ilustrar una de mis clases de Bioderecho y Derechos Fundamentales con la proyección de una película: Moon, de Duncan Jones. Trata cuestiones bioéticas desde una óptica interesante y novedosa que dejan atrás el concepto de película-con-mensaje: básicamente, "aborto bueno", "aborto malo", "eutanasia buena", "eutanasia mala".
Había en el aula una alumna nueva. Y con ella se produjo el siguiente diálogo maravilloso:
Yo: Voy a ponerles hoy una película.
Alumna: ¿Cómo se llama?
Yo: Moon.
Alumna: ¿Cómo ha dicho?
Yo: Moon.
Alumna: ¿Qué?
Yo: Moon.
Alumna: ¿Podría deletrearlo?
Yo: Eme de Madrid, o, o, ene de Navarra. Como "luna" en inglés.
Vi que se extrañaba mucho, y que apuntaba en un folio. Ahí quedó la cosa hasta que se dirigió a mí. Entonces y sólo entonces comprendí toda su extrañeza, todo su estupor y toda su perplejidad, en ese orden.
Me llamó Profesor Moon, que era lo que había apuntado. Porque ella, cuando preguntó "cómo se llama", no se estaba refiriendo a la película, sino a mí, de usted. No me quedó más remedio que fotografiar el folio que dará fe de esta historia, y que quedará para la posteridad o para el futuro, lo que ocurra primero.
Fdo. Profesor Moon.