jueves, 29 de diciembre de 2011

Este cuatrimestre se merece una entrada

El próximo día 23 de enero, fecha del último examen de Derecho Constitucional Tres, se cerrará un ciclo que comenzó el día 14 de septiembre, día en el que, además de cumplir yo treinta y tres añazos como otros tantos soles, empezó el curso académico dos mil once dos mil doce en la Universidad de Murcia. 

Además, este año he conseguido concentrar mis veinticuatro créditos de docencia en un solo cuatrimestre, con el siguiente erótico resultado: a costa de fallecer varias veces desde que empezó el curso, a partir de febrero -con la rúbrica de las últimas actas- tengo hasta septiembre libre de clases para estudiar, escribir, publicar y daros envidia sin demasiado motivo.

Voy a dejar los propósitos de año nuevo para entradas venideras, y a centrarme en seguir el consejo de Mecano y hacer el balance de lo bueno y malo, académicamente hablando:

-Malo: aún no tenemos Nespresso en el Departamento y el micrófono del aula tres dos hace ruidicos.

-Bueno: este curso me han caído en gracia dos grupos y medio de Derecho y un grupo del Grado en Criminología, además de clases de másteres donde se me conoce como Profesor Moon. Nunca había dado tantas clases, sin un solo día libre, con mis cuerdas vocales al límite de sus posibilidades, extenuación general y una considerable pérdida de Masa Máxima Autorizada. Y sin embargo, me permito el lujazo de ponerme cursi y de afirmar con sinceridad rotunda o rotundidad sincera que estoy muy satisfecho y que en eso han tenido mucho que ver mis alumnos, por su interés en la asignatura, por su atención en clase y por el cariño que me han demostrado hasta el último día. 

Con deciros que alguno, de vez en cuando, me proporcionaba Strepsils para el mantenimiento de mi aparato fonador...


lunes, 12 de diciembre de 2011

Spielrein, Jung, Freud y otros psiquiatras de principios de siglo del montón

Esta vez no ha sido por dejadez, pereza, desidia, apatía, avaricia, lujuria ni gula, como otras veces. Esta vez he dejado de lado el blog porque, a mis habituales tareas de benefactor de la humanidad, se han sumado otras de lo más variopintas, tales como dormir diez horas al día, comer diez horas al día o viajar a Valencia a ver a esos amigos míos a los que todos deberíais conocer porque son muy buena gente y en cuanto te descuidas te invitan a un bocadillo de calamares encebollados.

Valencia es, precisamente, la ciudad de las flores, de la luz, del amor y de las salas de cine Babel, donde las películas se emiten en versión original subtitulada, como mandan los cánones. Allí acudí con mis mejores galas a ver Un método peligroso, la última propuesta de David Cronenberg. Y fui pese a que el título de la peli me sugería -y sigue sugiriendo- una comedia ligera entre cuyas escenas cumbre se ven involucrados un ventilador y la bolsa escrotal de Adam Sandler.

La trama gira, sin embargo, en torno al triángulo erótico-psiquiátrico formado por Carl Jung, Sigmund Freud y Sabina Spielrein, joven psicotrópica paciente del primero y admiradora del segundo. Mientras que Viggo Mortensen es Freud y Michael Fassbender (el actor con el nombre más guay del mundo) se encarga de Jung, a Sabina da vida la mismísima Keira Knightley, que con sus 26 kilos de peso muestra una capacidad compulsiva de adelantar la mandíbula inferior que le valdrán el Oscar o el Razzie, o ambos. 

Y a estas horas aún no sé si me gustó o no. ¿Me gustó?