El próximo día 23 de enero, fecha del último examen de Derecho Constitucional Tres, se cerrará un ciclo que comenzó el día 14 de septiembre, día en el que, además de cumplir yo treinta y tres añazos como otros tantos soles, empezó el curso académico dos mil once dos mil doce en la Universidad de Murcia.
Además, este año he conseguido concentrar mis veinticuatro créditos de docencia en un solo cuatrimestre, con el siguiente erótico resultado: a costa de fallecer varias veces desde que empezó el curso, a partir de febrero -con la rúbrica de las últimas actas- tengo hasta septiembre libre de clases para estudiar, escribir, publicar y daros envidia sin demasiado motivo.
Voy a dejar los propósitos de año nuevo para entradas venideras, y a centrarme en seguir el consejo de Mecano y hacer el balance de lo bueno y malo, académicamente hablando:
-Malo: aún no tenemos Nespresso en el Departamento y el micrófono del aula tres dos hace ruidicos.
-Bueno: este curso me han caído en gracia dos grupos y medio de Derecho y un grupo del Grado en Criminología, además de clases de másteres donde se me conoce como Profesor Moon. Nunca había dado tantas clases, sin un solo día libre, con mis cuerdas vocales al límite de sus posibilidades, extenuación general y una considerable pérdida de Masa Máxima Autorizada. Y sin embargo, me permito el lujazo de ponerme cursi y de afirmar con sinceridad rotunda o rotundidad sincera que estoy muy satisfecho y que en eso han tenido mucho que ver mis alumnos, por su interés en la asignatura, por su atención en clase y por el cariño que me han demostrado hasta el último día.
Con deciros que alguno, de vez en cuando, me proporcionaba Strepsils para el mantenimiento de mi aparato fonador...