Pronto sucederá lo inevitable, porque afortunadamente no le queda más remedio. Mientras tanto, os cuento una tontuna que sirve de prolegómeno y de abono para este blog descuidado hasta dentro de unos días.
Hace dos semanas caminaba yo por la calle cuando vi un panfletillo mugriento sobre el pavimento. Tanto llamó mi atención y apeló aquello a mi civismo, que lo recogí con delicadeza y lo he estado alimentando con saltamontes y miel silvestre.
En la primera de sus seis páginas se aprecia su cometido: concienciar a la población de las ventajas del vegetarianismo. A tal fin, dedica medio folio a ubicar estratégicamente unos primeros planos de rostros animales que apelan a la conmiseración. Y yo, amante de las carnes prietas, laxas y de cualquier otro tipo, color o estado civil, me sorprendí impávido ante tal despliegue de medios. La oveja mirando a cámara me conmovió, y así lo reconozco, pero sigo sin encontrar la manera de apenarme ante los estúpidos ojos del pez o, menos aún, ante la mirada reprobatoria del gallo. ¿Estaré muerto por dentro?
Hace dos semanas caminaba yo por la calle cuando vi un panfletillo mugriento sobre el pavimento. Tanto llamó mi atención y apeló aquello a mi civismo, que lo recogí con delicadeza y lo he estado alimentando con saltamontes y miel silvestre.
En la primera de sus seis páginas se aprecia su cometido: concienciar a la población de las ventajas del vegetarianismo. A tal fin, dedica medio folio a ubicar estratégicamente unos primeros planos de rostros animales que apelan a la conmiseración. Y yo, amante de las carnes prietas, laxas y de cualquier otro tipo, color o estado civil, me sorprendí impávido ante tal despliegue de medios. La oveja mirando a cámara me conmovió, y así lo reconozco, pero sigo sin encontrar la manera de apenarme ante los estúpidos ojos del pez o, menos aún, ante la mirada reprobatoria del gallo. ¿Estaré muerto por dentro?