viernes, 13 de mayo de 2011

Hoy, Tokio Blues

Como estoy yermo de inspiración, parco en palabras y corto de miras, os voy a dedicar una crítica de la novela Tokio Blues, del escritor Haruki Murakami. Por descontado ya os digo que es una de esas críticas con spoilers, hipérboles, sinécdoques y que además es baja en calorías y tiene un corazón de oro.

Antes de empezar, me gustaría carraspear, decir que fue el primer libro que leí en mi propio iPad, volver a carraspear, dormir unas ocho horas al día y hacer un poco de deporte. Y así es como llego a la conclusión de que Tokio Blues es una tomadura de pelo cuyo meollo podría asimilarse a la versión porno de El guardián entre el centeno donde quien no fornica muere y viceversa. Eso sí, contado todo muy a la japonesa, muy finamente, y adornado con esa gran virtud de la literatura y el cine oriental que consiste en despertarme el apetito.

Espero que los miembros de la Academia que corresponda lean esta entrada, recapaciten y se guarden su próximo Nobel de Literatura para el beato Juan Duns Scoto, cuyos aportes a la cultura japonesa son mucho más notables y numerosos que los del simpático protagonista de esta conspicua entrada.

martes, 3 de mayo de 2011

Excusas, sólo dulces excusas que se convierten en amarga cera amarillenta en vuestros oídos

Es muy cómodo exigir entradas semanales, diarias, horales, minúticas o incluso secundarias cuando está uno sentado en el sofá leyendo la sección de badminton del Frankfurter Allgemeine con el nuevo monóculo mientras se acaricia al unicornio de oro, que rebaña con parsimonia su plato de crustáceos y lanza miraditas desdeñosas de soslayo.

Lo que no es tan cómodo es mantener a una familia numerosa y a otra no tan numerosa con un sueldo de doscientos millones de pesetas de las de ayer, de hoy y de siempre. Claro, que vosotros no sabéis de eso, porque no habéis pasado una mili, una guerra civil, una guerra militar, una guerra local y una desagradable rencilla vecinal, todo al mismo tiempo. Si así hubiera sido, otro palmípedo nos cantaría bellísimas tonadillas.

Eso me pasa por mirar. Porque no se puede mirar. Y por eso no escribo tanto en el blog.