sábado, 29 de septiembre de 2007

Godard vs. Tarkovsky, round 1


Misión cumplida. Ayer devolví "Al final de la escapada" y hoy "Stalker", con un día de retraso consentido por El Gerente, que así da gusto. Impresiones:

- De "Al final de la escapada" poco puedo decir, salvo reconocer mi humildad (¿ignorancia?) absoluta respecto a Godard, e intuir su genialidad. No había visto nada suyo, ni he catado aún a Truffaut, ni a Bresson, ni siquiera al padre Rohmer. Si alguien se siente ofendido o decepcionado, puede dirigirse al apartado de correos veintiocho cero ochenta de Madrid. Me resultó una experiencia estética interesante y disfruté viendo cómo también Belmondo deconstruye a Bogart (pobre Bogart), y contemplando a la chispeante y terrible Jean Seberg con ese corte de pelo tan sesentero. Pero creo, en cualquier caso, que hay que saber de cine más de lo que yo sé para sacarle todo el meollo, que diría Keating. Cuando tenga más tiempo, leeré algo sobre la nouvelle vague, porque esto es Cine de manual de instrucciones.

- Sin embargo, con "Stalker" se me han abierto los cielos como me sucedió hace ya tiempo con "Deseando amar". Me da la impresión de que Tarkovsky se va a convertir en otro de ídolos con pies de barro (no sé si queda peor eso o "becerros de oro", pero hoy sólo me salen metáforas bíblicas). El caso es que me lo habían recomendado, pero claro, a ver con qué humor encaras películas rusas subtituladas de tres horas cada una y ritmo anunciadamente muy lento. Mis prejuicios saltaban y brincaban todos juntos cada vez que oía el nombre del ruso, y yo solía salir con evasivas tales como "la noto a usted mucho más gruesa". No quiero contaros nada sobre la película para incentivaros más a que la veais, o bien a que busquéis una buena reseña en internet, por pereza mía y vuestra.

Os recomiendo las dos, pero sobre todo la segunda. A no ser, claro está, que hayáis rodado alguna película francesa durante los años sesenta.

Señales

Llevo unos días con regomello. Así, como inquieto, expectante.

Ayer mismo, a eso de la una de la madrugada, mientras veía "Al final de la escapada", me pareció que Jean-Paul Belmondo me pedía que le rellenara unos impresos de licencia de posesión de un lémur.

Contando de siete en siete entre las letras de los últimos párrafos de mi tesis doctoral, y descartando y sustituyendo aquellas que se desee, puede leerse "Neruda no era quien decía ser".

Desde hace dos semanas me siento observado, sobre todo cuando doy conferencias destinadas a amplios sectores de población.

Y hoy, justo en el kiosko de al lado de casa, en la posición de la fotografía, este suplemento sobre este periódico:

¿Qué significa todo esto? ¿Qué se avecina?

jueves, 27 de septiembre de 2007

Esgrima por compasión

Aquí estamos Jose (el de acá) y yo (el de blanco), ayer mismo, casi estrenando la sala.

Cuando se enciende la lucecica roja, es que le he dado lo que se merece.

Cuando se enciende la lucecica verde, es que me resiento de un golpe que me asestó en el coxis mientras estaba yo bebiendo Aquarius.

Quedamos 10-8 a su favor. Por humildad.

Aficionados y no aficionados a la esgrima abstenerse, por razones diversas.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Entrada de autor

Ya he estado en Ficciones. En realidad abren sólo por las tardes, pero aún están de inventarios y me han dejado entrar, quizá llevados de la compasión ante mi imagen intentando trepanar el cristal del escaparate con un portaminas.

Ante la escasa y lógica afluencia de público, Nacho, el regente, me ha ido explicando estantería por estantería la estructura del videoclub, por autores, géneros, nacionalidades y grosor de carcasas. Esto ha dado lugar a una animada conversación llena de alusiones cinéfilas, tras la cual ha quedado patente tanto mi veneración por Woody Allen como su absoluta indiferencia por él. La coincidencia gustativa en Wong Kar Wai ha evitado el duelo a primera sangre, que se ha vuelto a sugerir cuando le he dicho que no había visto nada de Tarkovski, salvo una foto suya tamaño carnet.

A cambio, le he señalado carencias de la talla de Peter Weir. Tiene "Atrápame si puedes", "Solaris" (la de Soderbergh), e incluso los capítulos en flash de "Cálico Electrónico", pero nada de Weir. Deplorable.

Al darme de alta me ha obligado a llevarme "Stalker" y "Al final de la escapada", para empezar a surfear por la nouvelle vague, que a día de hoy no distingo bien de la ancient vague. Dos películas por dos cuarenta. No está nada mal. Es precio de autor, claro.

Y dos noticias para acabar la visita:

- Habrá ciclos diversos, proyecciones en tecnicolor y debates en directo. Todo ello de autor.

- A los amantes del cine francés, y más en concreto del cine francés de los noventa, y más en concreto del noventa y uno, y más en concreto de la relación entre Marin Marais y Saint Colombe: "Tous les matins du monde" estará disponible en reedición desde el día 15 de octubre, y aquí os dejo con dos fragmentos de la grandísima obra de Corneau:


(Guillaume Depardieu, como Marais joven, se presenta en busca de maestro ante el Señor de Saint Colombe, al que no le hace ninguna gracia que un chico de pelo rubio y lacio interprete folías de España delante de sus dos hijas)

PS: el caso es que el regente es muy majo y quiere que acuda la gente en masa para enriquecerlo, porque el cine de autor es ilusión y sabiduría, pero también dinero, así que id si podéis y empobreceos a su costa, que hacen falta iniciativas así.

martes, 25 de septiembre de 2007

El infierno se congela: abren un videoclub de cine de autor en Murcia


Mi padre, asiduo lector pasivo de este blog, tiene por costumbre dejar sobre la mesa donde ultimo la perpetración de mi tesis papelitos, documentos o folletos que intuye con acierto que pueden interesarme.

Esta misma mañana me he encontrado, entre unos diarios de sesiones de Cortes decimonónicos y el cableado de mi iPod, con una cartulinita en forma de postal presidida por la efigie de Woody Allen y la leyenda "ficciones: videoclub de cine de autor", seguida de la siguiente lista de directores: Tim Burton, Stanley Kubrick, Federico Fellini, Hermanos Coen, Emir Kusturica, David Lynch, Julio Medem, Win Wenders, Lars von Trier, Quentin Tarantino, Akira Kurosawa, Ingmar Bergman, Isabel Coixet, Michael Winterbottom, Wong Kar Wai, David Cronenberg, Michael Haneke, Kim Ki-Duk y François Truffaut.

Al hilar las dos o tres ideas con las que me levanto, unirlas a semejante estímulo externo, y constatar que en efecto han abierto un cine de autor en Murcia, me he quedado con un gesto similar al de Álex, pero sin necesidad de maquinaria de apertura.

Para que la imagen no os resulte más hiperbólica de lo permitido por la legalidad vigente, os diré que entre los encantos de Murcia se encuentra la bonhomía de sus nativos, su clima mediterráneo, sus verduras a la plancha y la proliferación de cines en cuyas salas se proyectan casi exclusivamente películas... esto... ehm... taquilleras, sí, ese es el eufemismo adecuado.

Los aficionados al cine de autor nos teníamos que conformar hasta ahora con las migajas que la Filmoteca Regional nos espolvoreaba de vez en cuando y con un par de videoclubs con fecha de caducidad por fagocitación de Intercasts, Interclubs e Intermarchés.

Esta misma tarde visitaré Ficciones. Me llevaré dinero, un par de fotos tamaño carnet, el acta de la Asamblea donde se me nombró Presidente de un coro de Música antigua, el carnet de esgrimista y mis gafas de pasta. Con esas credenciales espero que por lo menos me hagan miembro fundador. O un poco de descuento, que igual da.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Cena turca con guarnición

Esta noche hemos cenado en un turco, como no podía ser de otra manera. Nos sentíamos dichosos y otoñales y hemos pensado que al fin y al cabo la comida turca es tan digestiva o más que cualquier agente inmobiliario. Al entrar hemos reparado en que las mesas estaban desiertas, el sol bañaba su piel, y había imitaciones de cuadros de Murillo en las paredes. Quizá fueran de Rubens. Pintura figurativa, para entendernos. Pasando por alto las advertencias del destino, nos hemos sentado.

La camarera ha hecho acto de presencia:

- ¿Para beber?
- Dos botellas grandes de agua.

En su segundo acto de presencia, la camarera ha aparecido con las dos botellas tras cuyas aperturas ha sonado un tsssss tan decreciente como inquietante.

Teorías:

1. Está caducada.
2. Es que no es natural, es de manantial. El agua de manantial hace tsssss.

Tercera aparición de la camarera. Los vasos. Siete estupendos vasos que parecían ya llenos, tal era la cantidad de detritus adherido al vidrio.

Indignación, claro. El agua burbujeaba al ser vertida en los vasos hediondos y desprendía cierto dulzor característico del budín de mamey venezolano. Ante el desdén mostrado por los menos melindrosos o más sedientos, he comenzado a arengar a las masas:

- Tenemos que irnos, esto es una porquería y además no hemos pedido nada de comer. Pagamos el agua y nos vamos. Además, me acaba de parecer oír risitas ahogadas desde el fondo de mi vaso.

Todos han empezado a sucumbir ante mi propuesta con reacciones diversas.

- ¡Eso!
- ¡Nos vamos!
- ¡¡Qué sitio más asqueroso!!
- ¡Queremos ver auténticos Murillos!

Cuarta aparición de la camarera.

- ¿Qué van a tomar para comer?

Respuesta automática de la comensal dos puestos a mi derecha:

- Pizza Romana.

Atonitez. O sea, tez atónita. Un "creía que estabais de broma, lo siento" no es suficiente cuando acabas de anclar a un grupo de siete examigos en un restaurante-pizzería donde hay vida más allá de lo empíricamente constatable. Al rato, naturalmente, el destino ha castigado al novio de la peticionaria, que ha encontrado dentro de su kebab una patata frita proviniente de las sobras de preferimos no saber qué plato.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Sangría


Personalmente, suelo afrontar con bastante dignidad las agujas, pinchazos y demás divertimentos médicos. Por eso mismo, si hay que hacerse el chequeo anual y te regalan el análisis de sangre con la endoscopia, pues tan contentos. Sin embargo, es el atrezzo lo que cada vez me mosquea más.

Para empezar, eso de levantarse a las siete de la madrugada no tiene ya ningún sentido. En un Estado Democrático de Derecho como es el español, asentado sobre los pilares de la libertad, la igualdad y el derecho a poseer un lémur para consumo propio, cada uno debería poder hacer los análisis cuando lo tuviera a bien. Uno se levanta a esas horas inmundas y eso ya le predispone al mal, pero lo que no piensaa es que el enfermero extractor se ha tenido que levantar antes y está casi más predispuesto.

Esta mañana me he presentado en el Centro de Salud con mi mejor cara de sueño absoluto y me he puesto en una cola formada por personas cuyo aspecto pedía a gritos un análisis de sangre y, en algunos casos, incluso un recubrimiento de barniz o de cualquier clase de tela. Hasta ahí, todo normal.

Pues bien, de los cuatro enfermeros extractores, me ha tocado una enfermera rubicunda, de proporciones amplias y gesto entre confuso y huraño. Quizá al verme frágil y quebradizo ha optado por la prudencia y me ha puesto la gomita en el bíceps con inusitada flaccidez. Creo que me apretaba más la manga corta de mi camiseta que la tira de caucho. Claro, la vena no resaltaba por ninguna parte y, en consecuencia no por ilógica menos absurda, la señora, corta y perezosa, ha clavado la aguja, a ver lo que salía.

Aire. No sé de dónde lo ha extraído, pero la inyección sólo se llenaba de aire. Qué lástima que el análisis fuera de sangre y no de aire.

- A ver, trae que te busco la vena. Tiene que estar por aquí.
Y hurgaba con una aguja y un desparpajo que para mí los quisiera.
- Ay.
- Pues no la encuentro.
A lo mejor era sugestión, pero me parecía notar el meneo de la aguja por el íleon.
- Hmpf.
- Es que tienes la vena justo entre los dos tendones, y si te toco uno te va a doler un disparate.
Me lo decía mirándome a los ojos con gesto pedagógico y tranquilizador mientras me manipulaba el codo con las manos fuera su vista.

El desenlace ha sido prácticamente feliz. Después de unos cinco minutos ha salido la sangre, del color de siempre y como de costumbre, aunque a sospechosos borbotones. Eso sí, no sabéis cómo he echado de menos a las extemporáneas, parduzcas y viscosas sanguijuelas.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Ars insana in corpore insano

Escribo esta mañana con cierto dolor corporal insoportable causado por golpe de espada ajena en diversos tejidos y masas óseas. Recordaréis al Zurdo del Averno porque es zurdo, proviene del averno, hace esgrima desde los ocho años y os he escrito sobre él en otras ocasiones. Pues además sabed que es taimado y vengativo. Ayer le agujereé los costados en nuestro primer asalto del curso académico y me pagó semejante ejercicio de humildad inducida con unos golpes prohibidos en el Condado de Hampshire.

Y qué mejor que una buena noche de performances en el CENDEAC después de una sesión así. Me acompañaron Chexpirit y Siner, cuyos nombres reales no serán mostrados aquí, por respeto a la intimidad, sino aquí, un poco más adelante: Luis y Fran. Sabía que no podían decirme que no, por lo que les gusta el geekerío y la tontuna, dos de los motivos más frecuentemente aducidos ante los tribunales y ante los que no son tan tribunales.

De las cuatro performances me quedé con la conferencia sobre la Cultura que pronunciaron Los Torreznos. Os dejo aquí un fragmento sin desperdicio, es decir, con perdicio.



Mientras tanto, en el vestíbulo, Rafael Suárez nos ofrecía "Cómo sembrar patatas a destiempo en Alemania", con resultados diversos.

(Sí, son patatas fritas con forma de letras. Letras mayúsculas, eso sí)

miércoles, 19 de septiembre de 2007

La ruleta de la estulticia


DE DELIBES

CINC- --RAS
C-N -ARI-


"Pues no sé, no me suena. No tengo ni idea -sonríe-. Yo es que no soy mucho de lectura -se atusa los rizos-... ¿puedo comprar vocal?".

martes, 18 de septiembre de 2007

Una guía de los ballets menores


Mientras la especie humana se sitúa al borde de la triple isquemia auricular frente a sus televisores, contemplando a un grupo de jóvenes que corretean sobre un lecho de césped, yo os transcribo un trocito de uno de mis libros de cabecera. Si os gusta, habrá más. Hasta que me denuncie la SGAE, y más allá.

DMITRI

El ballet comienza con un carnaval. Hay refrescos y carreras. Mucha gente ataviada con ropas de alegres colores baila y ríe, con acompañamiento de flautas e instrumentos de viento, mientras los trombones tocan en tono menor para sugerir que los refrescos se acabarán pronto y que todo el mundo va a morir.

Dando una vuelta por la feria aparece una hermosa joven llamada Natacha, que está triste porque a su padre le han mandado a luchar a Jartrum, y no hay guerra allí. La sigue Leonid, un estudiante, demasiado tímido para abordar a Natacha, por lo que le deja en la puerta un plato de ensalada mixta todas las noches. Natacha se siente conmovida ante el regalo y quiere conocer al hombre que se lo envía, sobre todo porque detesta la ensalada aliñada y preferiría Roquefort.

Los desconocidos se conocen accidentalmente cuando Leonid, al tratar de componer una nota amorosa para Natacha, se cae de un tiovivo. Ella le ayuda a levantarse, y bailan un pas de deux, después del cual Leonid trata de impresionarla haciendo girar los ojos hasta que tienen que llevarle a la casa de socorro. Leonid se disculpa con insistencia y sugiere que los dos den un paseo hasta la Tienda nº 2 para ver un espectáculo de marionetas... una invitación que le confirma in mente a Natacha que se ha topado con un idiota.

La función de títeres, sin embargo, es embelesadora, y un títere grueso y divertido llamado Dmitri se enamora de Natacha. La joven comprende que Dmitri, aunque sea de serrín, tiene alma, y cuando el títere la propone ir a un hotel con nombre supuesto, se siente excitada. Los dos bailan un pas de deux, pese al hecho de que ella acaba de bailar otro pas de deux y está sudando como un buey. Natacha confiesa su amor por Dmitri y jura que estarán siempre juntos, aun cuando el hombre que maneja los hilos de Dmitri tendrá que dormir en un catre en el recibidor.

Leonid, despechado al verse vencido por un títere, le pega un tiro a Dmitri, que no muere, pero aparece en un tejado del Banco de Comercio, bebiéndose con altanería un frasco de Air Wick. La acción se torna confusa, y se produce un gran regocijo cuando Natacha se fractura el cráneo.

ALLEN, W., Cuentos sin plumas, 10ª edición, Tusquets, 2003, pp. 126-127.

Identidad

Me fui hace casi diez años, cansado de ser confundido con mis autores.

Ahora busco a alguien que quiera volver a escribirme, pero todos parecéis haberme olvidado.

(Por petición de Pablo, hale, un microrelato a la antigua usanza, aunque sin abismos ni suicidios).

lunes, 17 de septiembre de 2007

Ex-trenos

Según las últimas encuestas, os voy a escribir sobre las dos últimas producciones cinematográficas (a.k.a. películas) que he visto (a.k.a. visionado) en el cine (a.k.a. cine):

- La jungla 4.0: siguiendo los dictados de mi corazón y de otra de mis inveteradas costumbres, la de ver cine de vez en cuando rodeado de amigos masculinos para poder así reencontrarnos con nuestra identidad, fuimos a ver la nueva de McClane. Como he escrito en mi reseña habitual de la revista "Tiempo", es sin duda la peor de la saga. Sobra la hija, sobra el secundario maquero de las bromitas y falta McClane. Quizá hayan querido dar un giro al guión para acercarlo un poco al público esloveno, pero aquí se añora más Bruce Willis, más chistes de Bruce Willis y más explosiones causadas por Bruce Willis.

- Hairspray: ayer, un grupo de asalto de la resistencia de Botswana me colocó una bolsa sobre la cabeza, me golpeó y aparecí atado y amordazado en una sala en la que se proyectaba una película cuyo máximo atractivo radica en que John Travolta aparece vestido de mujer ternesca. El resto es ausencia de guión, canciones, canciones, más canciones, gomina y una niña que quiere cantar y por desgracia nadie se lo impide. De hecho, no hace más que cantar y bailar envuelta en laca y frenesí. Travolta no lo hace mal, y hay una secuencia divertida en forma de dúo entre él y Christopher Walken. Aprovecho para reinvindicar "Grease", "Tootsie" y "La Señora Doubtfire".

¡Mira, hija mía, creo que va a cantar alguien!

viernes, 14 de septiembre de 2007

Héroes

La siguiente conversación telefónica se produjo ayer por la tarde, cuando me llamó un gran amigo muy aficionado a las series televisivas. Él me descubrió a "House" y hace poco le pagué la deuda recomendándole "Heroes".

NOTA: se evitarán spoilers mediante la introducción de ciertos nombres ficticios.

Amigo Aficionado a Series: oye, ayer acabé de ver "Heroes".
Ángel: ¡anda! ¿y qué tal? Es buena, ¿eh?
AAS: pssssí...
Á: lo has dicho con cuatro eses, ¿no te gustó o qué?
AAS: sí, sí que me gustó, pero es lo que siempre pasa con estas series americanas, que te dejan ahí el final abierto y claro, te quedas con las ganas.
Á: Ya, bueno, y además el último capítulo... Buf, no sé, ¿viste cuando María Teresa Campos se carga a Pedro Antonio de Alarcón? Es demasiado rápido todo, y además no sé qué necesidad había de que muriera Truffaut a manos de Charlie Brown. Y blablabla... (todos y cada uno de los detalles del último capítulo).
AAS: ... oye, por casualidad, ¿cuántos capítulos son?
Á: 23.
AAS: *sigh* (suspiro) m-me d-dejaron hasta el... 22. Me... me dijeron q-que eran 22...
Á: ...
AAS: ...

Entonces comprendí por qué el final le había parecido tan abierto.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Seguridad Social

Mañana, día 14 de septiembre, voy al médico. Al ambulatorio de San Andrés, 10.15h, por si alguien se anima. Nada grave, un chequeo básico con análisis de regalo y probablemente volante hacia un par de especialistas. Rutina sanitaria.

Por eso mismo, en vez de centrarme en mis patologías y en mis tejidos, como os gustaría que hiciese para no notar el cambio brusco con la tónica general de otros blogs, compartiré con vosotros mis técnicas para pasarlo estupendamente en hospitales y centros de salud.

Los mejores amigos no se hacen en la infancia, ni en la carrera, ni en los botelleos, ni en las carreras hípicas, como muchos pensáis. Las amistades de verdad, las que permanecen imperturbables al pasar del tiempo e incólumes ante los avatares de la vida, nacen en las salas de espera de nuestros centros sanitarios.

¿Qué es la amistad sino una relación basada en la confianza, en la lealtad y el cariño? Pues esos son precisamente los tres soportes sobre los que se sustenta la esencia de toda buena sala de espera.

Allí, señores y señoras que no nos conocen de nada, nos cuentan que les duele la cadera cuando hacen así, que se han dejado la comida en la lumbre porque hoy vienen a comer sus hijas, que este verano ha habido menos medusas que el anterior y que a Bea no la embellecen hasta el año que viene. Ante semejantes confidencias nadie debería permanecer impasible.

Además, da igual que uno no tenga ganas de hablar. De hecho, ni siquiera es necesario. Yo suelo permanecer todo el tiempo con las gafas de sol puestas, sobre todo cuando la consulta es antes de las diez y media de la mañana, para no alardear de ojeras sin necesidad. Otras veces participo más activamente. Incluso es posible que de forma involuntaria:

- ¿Han llamado ya a los de las nueve y media?
- No sé, me parece que ese atractivo mozalbete de ahí, el de las gafas, tiene las nueve y veinte.
- ¿Lleva usted las nueve y veinte?
En la sala de espera siempre le tratan a uno de usted.
- Ehhmmmm... Sssí (bostezo). Pero parece que lleva retraso porque acaba de entrar la de las nueve.
- Bueh... Pues esperaremos.
- Qué remedio.
- Su cara me suena.

Esto último me pasa habitualmente. Me confunden con otros pacientes célebres de la sala de espera.

- ¿Usted no estuvo aquí la semana pasada por escozor en la axila?
- No, me debe estar confundiendo con otro. Mis axilas siempre han estado lozanas y saludables.
- Ah... [...] Este año ha habido menos medusas que el anterior, ¿eh?

Y así se prende la chispa de la complicidad gremial y de la amistad. Probad a quitaros los auriculares del emepetrés la próxima vez y ya veréis, ya.

martes, 11 de septiembre de 2007

Fotografías transeúntes (II)

Todos los días salgo a la calle ataviado con mi Nokia sesenta y dos ochenta, que además de ser rectangular y jactarse de poseer una tapa deslizante la mar de coqueta, incorpora una cámara de dos megapíxeles que ríase usted de los peces de colores.

Normalmente la uso para hacerme fotos y alimentar así mi maltrecha vanidad, como todos vosotros. De vez en cuando, no obstante, durante mis frecuentes paseos urbanitas, veo algo que llama tanto mi atención que necesito compartirlo con mis lectores y lectrices.

Ya pasó en marzo. Recordad la foto de la anciana jugando a la Wii, estática metáfora de mis habilidades con el último engendro de Nintendo. Y hoy ha vuelto a pasar. Esta vez la foto no requiere mayores explicaciones. En la fachada de un edificio, de uno de esos edificios con millones de plaquitas de procuradores, ingenieros, psicólogos y demás fauna y flora ciudadana, me he topado con el siguiente anuncio:


Ya sabéis, si alguna vez necesitáis algo...

domingo, 9 de septiembre de 2007

La luz

Cerca de donde vivo, como suele ser habitual, hay una calle. Es una calle estrecha, en pleno centro de Murcia. Además, la transito con frecuencia, porque me pilla de paso para ir a casa de mi abuelita a llevarle agua, azucarillos y aguardiente.

El caso es que cuando pasé por allí por primera vez después de volver de vacaciones, vi el reflejo titilante de un espejito en la calzada, deslumbrando inocentemente a los transeúntes. Recordé, nostálgico, los años de cole, con mi reloj Casio usado como arma lumínica contra el profe de turno. Esbocé mi mejor sonrisa bobalicona y seguí mi camino.

Eso fue hace unas tres semanas. Desde entonces hasta hoy, aparte de unos veintiún días, han sucedido otras cosas que me han hecho salir de casa. Pues todas y cada una de las veces que he pasado por esa calle, a cualquier hora, por tenue que fuera la luz solar, allí seguía y sigue el reflejo titilante intentando deslumbrar inocentemente a los transeúntes.

¿Vosotros habéis visto alguna de esas películas en las que el protagonista, secuestrado, intenta pedir ayuda usando el destello de los rayos de sol sobre un trocito de vidrio?

Pues eso. Si no me levanto tarde de la siesta, de hoy no pasa.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Se acabó


Esta mañana, aprovechando un poco de acidez de la cena de anoche, he visto el último capítulo de la tercera y por ahora última temporada de "Lost". Han sido cinco capítulos seguidos, casi sin levantarme de la silla, y "ahora esto me sabe a poco, y ahora quiero más, y con agonía"*.

El caso es que claro, uno acaba, le sabe a poco, empieza a buscar por la red y da con el blog de uno de los protagonistas. Ya sé que es muy probable que no sea realmente suyo, sino de un grupo de ancianas conquenses que suplantan la identidad de personajes famosos. Me da igual. De hecho, lo he añadido a la columnica de aquí al lado, por si a alguno se le ocurre escribirle comentarios tales como "tienes pelazo", "me gustan las panochas" o "eres una anciana".

Por cierto, la semana que viene es mi cumpleaños. El día 14, para ser exactos. O cualquier otro, en caso de imprecisión. Os tengo preparada una gran sorpresa, consistente en que quiero que me regaléis bienes materiales. Pero todo a su tiempo.

* Extracto del testimonio de Raffaella Carra, minuto 1, segundo 8.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Agujetas de color de blanco


Ayer no escribí nada en absoluto en el blog. Sé que no me creéis, pero tengo pruebas, y sobre todo, dos buenas coartadas, una en cada muslo.

Porque hace dos días, con nocturnidad y un grado de humedad relativa que rozaba el absoluto, reté a un amigo a unos cuantos asaltos de esgrima después de estar casi dos meses sin practicar, y en plena calle. Si pensáis que tiré en plena Gran Vía os equivocáis tanto como si pensarais que no sería capaz de hacerlo. Mi rival era tan apocado que sólo accedió a picotearme en un barrio poco transitado, lo cual no fue óbice para que una señora lánguida y postmoderna nos pidiera un bis para que su niña viera lo que era la esgrima.

La cosa es que ayer sólo podía moverme con la mente. Lo comprobé cuando, al bajar las escaleras, se produce el que yo llamo desde este momento efecto del peldaño deslizante. Terrible.

No obstante, cuando notéis mi falta en vuestros corazones o en cualquier víscera de vuestro interior, miraos al espejo y pronunciad "Candyman" cinco veces, que algo saldrá.

lunes, 3 de septiembre de 2007

El ciclo del año

***Warning: este post me hará quedar como un gafapasta que únicamente se nutre de los restos de palomitas macrobióticas que sobran en los suelos de las filmotecas***

Total, la cosa es que os voy a hablar de una costumbre que tengo desde hace dos años y que, por tanto, no es todavía una costumbre. En cierta ocasión, José Miguel, con quien comparto amistad, parecido físico y corriente ideológica desde hace exactamente unos ocho o diez años, me invitó a participar en un ciclo de cine de andar por casa.

Lo de andar por casa no sólo es consecuencia de nuestra humildad y desánimo de lucro, sino también porque su mecánica y desarrollo: acudir una noche semanal a casa de Tenorio -del que se podría hablar tanto que no voy a decir nada en absoluto-, cenar alguna cosilla rápida y recostarnos en sus pufs verdes o en sus sofás caquis para ver una peli gris en su tele fucsia.

Y eso sucedió hace dos años. Para el primer ciclo aporté todas las pelis de Wong Kar Wai y la sabiduría que he ido acumulando sobre el director shangayés a base de ver una y otra vez sus petisoperías. El año pasado, el magín de José Miguel parió una idea tan fabulosa como los Baker Boys: cuatro pelis de Woody Allen con las cuatro fuentes que deconstruye, a saber, "Casablanca" y "Sueños de Seductor"; "Guerra y Paz" y "La última noche de Boris Gruschenko"; "Perdición" y "Misterioso asesinato en Manhattan"; y "Fresas salvajes" y "Desmontando a Harry". Para que luego os metáis con José Miguel.

Este año aún no está clara la cosa. Después de varias reuniones parece que la cosa queda entre...

... Bergman.
... Fellini.

Se reserva el derecho de admisión de sugerencias.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Lost

Hace dos años, mi amiga Rosa me prestó un estuche con varios cds embutidos.

- Es la primera temporada de "Lost".
- ¿"Lost"? Ehm...
- ¿NO SABES LO QUE ES?
- Estooooo... Ehm, ¿a que no sabes a quién vi el otro día?
- Madre mía, es la mejor serie del mundo.
- Ah, ¿de qué va?
- Pues mira, un avión se estrella en una isla, hay supervivientes y pasan cosas raras.
- Ah, ¿superpoderes?
- No, todo es muy natural. Tienes que verla, es la mejor serie del mundo.
- (Pensamiento) ¿Qué aconsejaba ante un caso de enajenación mental transitoria aquel cartel de CC.OO. que había colgado en un tablón de la Universidad? (Dicción) Ah, sí, claro, la veré, déjamela que en cuanto tenga un ratito la veo, sin falta.

Durante los siguientes dos meses, se repitió la siguiente conversación doscientas ocho veces:

- ¿Qué? ¿Qué te ha parecido "Lost"? ¿Has empezado ya a verla?
- Estooooo... Ehm... Uf, madre mía, para ver series estoy yo, con los plazos de la tesis que se me echan encima. Bueno, que me alegro de verte, que me voy que llego tarde al ginecólogo.
Y me iba a casa a ver "Friends".

Hace dos meses, el 15 de julio para parecer exactos, mientras hacía el equipaje, vi el estuche lleno de telarañas, moho y los capítulos de la primera temporada de "Lost". ¿Por qué no? Total, ya me la había recomendado hasta el vendedor de ciegos de la esquina y sabía que se presentaba un verano con tiempo libre.

Hoy he acabado de ver la segunda temporada, tengo la tensión alta en 62 y la baja en 87 y sigo sin recordar, para mi desgracia, qué diantres aconsejaba aquel cartel de CC.OO. colgado del tablón de anuncios de la Universidad para los casos de enajenación mental transitoria.

Embarazo

Hoy, en casa de un amigo, donde me encontraba en calidad de invitado a una fiesta a cuya mayoría de componentes me une una confianza que podríamos situar dos puntos por encima de nula y tres por debajo de muy baja, me he encontrado inmerso en la siguiente secuencia de "El padrino" rodado por Mariano Ozores:

De pronto, siento dos toquecitos en mi hombro derecho, y al volverme me encuentro a dos milímetros escasos de mi napia a un perfecto desconocido de tres metros de alto por ocho de ancho en cuyo gesto se mezclaba el color en tanto que de rosa y azucena, y que guardaba cierta similitud con Boris Yeltsin tras esnifar dog chow en polvo. Me dice*:

- Oye... ¿y tú quién eres? ¿qué... qué haces aquí? ¿tú... tú...? Ni... me has saludado ni nada... ¡¡tú eres una mierda!! ¿profesor? ¿que me han dicho que eres profesor? ¿tú? ¿de qué? ¿de Derecho Romano? Pues eso... eso... je... ¿y quién era más maricón, César o el otro?

* La situación gana mucho si se me imagina con la cara de Chandler Bing con una gran gota de sudor manga por detrás de mi cabeza.