jueves, 28 de mayo de 2009

Agua, por favor

La higiene neurótica debería ser un trastorno obsesivo compulsivo de todos los españoles. Yo pertenezco desde niño a esa élite de superhombres que necesitan ir y sentirse limpios a cualquier hora del día. Pelo, dientes, manos y demás prótesis de mi cuerpo tienen que permanecer impolutos en todo momento, lugar, raza, sexo o religión.

Por eso últimamente me notáis más inquieto y zascandil. Desde hace unos días el rito de la ablución matutina cotidiana se está convirtiendo en un infierno, pero un infierno frío y escaso: por la alcachofa de la ducha sale un chorrito levísimo de agua proveniente del Mar Báltico que sirve para provocarme hidrocuciones y una prolongación patológica del tiempo de prelavado, lavado, aclarado y centrifugado.

Ya he avisado al fontanero. Se espera su llegada para la mayoría de edad del infantillo Felipe Froilán de todos los Santos, con lo cual tenemos asegurada una temporada de escalofríos matutinos, higiene martirizante y despertadores a las dos de la madrugada para tener tiempo de doblegar el chorrito levísimo de agua y que no se deje ni un resquicio de mi cuerpo hercúleo y apolíneo.

No os preocupéis. De verdad, esta vez no habéis tenido la culpa.

miércoles, 27 de mayo de 2009

En garde!

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Ayer acabó la temporada oficial de esgrima. El lugar que de octubre a mayo es sala de armas se convierte a partir de ya en vulgar trastero de piscina pública, y nos deja a todos los espadachines murcianos huérfanos de emplazamiento donde provocarnos los cardenales, contusiones y heridas lacerantes que dejan su marca indeleble en nuestros cuerpos atléticos, hercúleos y apolíneos.

Pero no. Yo no soy de los que se resignan esperar al curso que viene. Si consigo pronto un partenaire sin sentido del pudor propio ni ajeno, alguna zona del famoso paseo del Malecón o espacio público similar nos servirá para desfogar nuestras ansias homicidas. Eso sí, siempre con elegancia y savoir faire.

Ya lo he hecho alguna vez y la experiencia es gratificante. El aire libre, la sensación de libertad y, en más de una ocasión, los corifeos de garrulos jaleantes al grito de "acho, cómo mola, acho, echaos otro pique, acho" son recompensa suficiente como para no quedarse cuatro meses de armas cruzadas.

Así que ya sabéis. Si veis a dos tipos de blanco batiéndose en duelo en el extrarradio murciano no hace falta que llaméis a la policía. Por la cuenta que os trae.

viernes, 22 de mayo de 2009

A petición

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Tener amigos cantantes famosos tiene muchas ventajas: te regalan cds, te invitan a sus conciertos, te dejan entrar en sus facebooks sin cobrarte peaje y, en Navidad, te invitan a alfajores que ellos mismos fabrican de acuerdo con la disposición de motivos de la Ley del Feriante.

Como contrapartida no exigen demasiado. Dinero y riquezas y, de vez en cuando, algo como lo que me he encontrado esta misma mañana en el mensaje que mi ameba mensajera me ha hecho llegar a la sala común de Gryffindor:

Querido Ángel:

¿Alguna vez has asistido a la preparación y montaje de una ópera italiana? La semana que viene estreno una ópera de Scarlatti, donde encarno el rol sobradamente respetable de "bufón del reino" y, cada día que pasa, mi electrocardiograma se parece más a una montaña rusa.

Así pues, al llegar a casa me aplico el bálsamo de leer algunas prosas amenas, entre ellas la tuya.

Como comprenderéis, el resto no tiene importancia. Su autor, José Simón Millán Martínez, es un afamado barítono-bajo. Residió en Murcia, pero tras ser acusado de emitir trinos subrepticios en miércoles de ceniza, fue juzgado por el Tribunal de Aguas y desterrado a Basilea, donde actualmente perfecciona su técnica vocal con su viejo maestro.

¿Podrías vosotros negaros a escribirle alguna tontuna sin fuste que le baje de la montaña rusa y lo suba a los coches de choque?

Si pensáis que sí, es que aún no habéis probado sus alfajores.

jueves, 21 de mayo de 2009

A ellas

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Todos los trabajos, incluso los plenamente satisfactorios como el mío (si algún jefe está leyendo esto, que lo tenga en cuenta y me ascienda), necesita de compensaciones o incentivos que lo hagan aún más atractivo y que provoquen que uno salte de la cama pensando en los chococrispis del desayuno y en las aventuras que le deparará la jornada laboral.

En el caso que nos ocupa, nuestras cuatro componentes de la brigada de la limpieza han demostrado con creces merecer una entrada en este blog. Jacinta, Lidia, Loli y Sole. Así, por orden alfabético. Primero, porque son eficientes a tope y lo dejan todo como los chorros del oro. No contentas con eso, en vez de limpiar con productos pestilentes que te obligan a contener la respiración durante media jornada, dejan un inexplicable olor a chicle de fresa allá por donde van.

Y por si fuera poco, no se limitan a hacer estupendamente su trabajo, sino que son simpáticas, te saludan sonrientes, entablan conversaciones entrañables, te enseñan fotos familiares de móvil, te invitan a mandarinas y a barritas de turrón Hacendado e incluso, a mí en particular, me han ayudado tremendamente en mi labor de discernimiento vocacional sacando a colación mi habitual look negro-clerical.

Hoy se me han presentado con un paquetito de regalo: chicles de menta Trident Senses de sabor infinito. De no ser por ellas, seguiría estando encantado con mi trabajo (leed, jefes, leed), pero todo sería un poco menos guay.

martes, 19 de mayo de 2009

Sabado sabadete...

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Últimamente, los sábados, lejos de constituir día de asueto o, en el peor de los casos, de compra semanal y limpieza periódica, se están convirtiendo en jornadas de concentración intensiva de hobbies. Esto provoca en mi débil organismo una aglomeración de sensaciones contradictorias de cansancio y placer que pronto acabará conmigo irremisiblemente.

El sábado pasado, por citar un caso, todo empezó con un torneo de esgrima a las 8.30h, que acabó a mediodía y en el que desempeñé con donaire mi glorioso papel de perdedor invicto. Justo después de la ducha rápida, pasé a la macrocomida de despedida y homenaje a Juan, un gran bajo de Ars Mvsica que se marcha a Texas para investigar sustancias químicas y no vuelve hasta dentro de dos años. Acto seguido, con los pulmones aún encharcados de patatas a lo pobre y cordero a la brasa y tarta de la abuela, ensayo intensivo de la Missa à 4 de Byrd, prolongado hasta las nueve y media, momento de ver Eurovisión por entre los huecos que dejan las pestañas cuando se tienen los párpados semicerrados, síntoma inequívoco de congestión cerebral.

El sábado que viene me esperan dos conciertos por la mañana, a las 11h y a las 12.30h, con subsiguiente aperitivo y cerveceo postconcertum. Con lo que me quede de funciones vitales intentaré afrontar otro concierto vespertino, esta vez como público, y un visionado in extremis de "Star Trek" en alguno de los mejores cines de Murcia.

Y lo peor de todo es que, aunque parezca una queja, estoy absolutamente encantado.

miércoles, 13 de mayo de 2009

A pequeños males, remedios inútiles

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Todos los años, por estas fechas, escribo entradas sobre mis problemas estivales con los mosquitos, vulgo nematóceros, que acuden siempre con nocturnidad, alevosía y ferocidad a picotearme o susurrarme bellas tonadillas al oído durante mis frecuentes fases rem. Los reflejos felinos con los que fui dotado por los dioses provocan que me sacuda prestos manotazos que me aturden y desvelan, provocando en el díptero de turno estentóreas carcajadas que resuenan entre los muros de mi celdilla.

Este año todo cambiará. Es cierto que hasta ahora ellos llevan la delantera: mientras que yo sólo he dado buena cuenta de uno de ellos -al que sorprendí de día tambaleándose, ebrio de tanto glóbulo rojo-, ellos me han echado ya tres veces de la habitación a dormir a la despensa, sección encurtidos. Pobres. No son consciente de que mi plan este año es doble y, por ello, bifurcado:

- Para empezar, me he provisto de una batería de sprays raid antiinsectos y, a juzgar por los estragos que causa en mi organismo, anticivilización occidental. Todas las noches rocío generosamente la estancia con el mágico flix. Sé que pereceré víctima de sus deletéreos efluvios, pero me los llevaré a todos conmigo...

- ... si es que pueden acercarse, ¡porque tengo un iPhone! ¿Qué tiene que ver? Mucho. Así os lo digo, sin rodeos. Me he descargado una aplicación que los ahuyenta a base de unos silbidos ultrasónicos e infraleves únicamente perceptibles por los mosquitos y por ciertos jugadores de la liga canadiense de hockey sobre hielo. Al menos eso leí en el descriptor de la aplicación, porque hasta ahora, cada vez que intento ejecutarla, se abre un poco, se bloquea y se reinicia. Quiero pensar que está previsto. Es apple, no puede ser un error.

¿Quién ríe ahora, eh? ¿Quién?

lunes, 11 de mayo de 2009

El menú. Manual de supervivencia

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Los menús, menuses, menúes o menuets de los diversos convites, festejos o fiestukis subsiguientes a actos sociales, ritos de iniciación o saraos socioculturales, merecerían varios posts, una tanda de monólogos y un simposio internacional, además de estas enumeraciones tan polisémicas como carentes de cualquier atisbo de relevancia. Sirva esta breve descripción narrativa o narración descriptiva como aviso para abusos.

El cóctel, basado normalmente en un grupetto de piezas minimalistas con nombre desconocido hasta que te sientas a la mesa y te percatas de que las bolitas crujientes que has ingerido con desmesura son crocantis de amonite, debería servir para distraer el estómago y paliar el riesgo de aneurisma cerebral por inanición, pero en el plano fáctico provoca que llegues al primer plato con la sensación de haber comido nueve veces, y que al olor del vinagre de módena de la ensalada sólo puedas pensar en solicitar los santos óleos al clérigo que, con un poco de suerte y en el caso de previa ceremonia religiosa, andará por alguna mesa aledaña abusando de la capacidad de sus fauces.

Los entrantes suelen caer sin problema. Ayuda el hecho de que sean identificables a la vista y constatables empíricamente. La ensalada puede suponer excepción, pero queda el recurso al trozo gordo de atún que siempre queda enmedio. Con suerte, los desconocidos con los que te ha tocado compartir mesa estarán fumando, saludando a comensales de otras mesas o contando el número de copas, con lo cual es sencillo que no se den cuenta y te puedas hacer con el preciado sucedáneo de ventresca.

El primer plato es pescado. Si no te gusta, no comes, y si te gusta, lo miras con lástima y empiezas a desmigajar a base de apartar espinas y raspas hasta que consigues que el resultado final parezca obra de la turmix de Michael Nyman. Los camareros, siempre al acecho, controlando los tiempos de tu aparato digestivo para servirte el siguiente plato en el momento idóneo para provocar el corte de digestión o el síncope por hidrocución (ojo al agua helada), aparecen entonces con el sorbete de limón y cava que, lejos aún del postre, procura la bajada del condumio consumido hasta el momento. No se ha conseguido aún hallar explicación para esta teoría, pero los invitados, ya al borde del colapso, esperan con ansiedad y tics faciales la llegada del mágico elixir. Es una mezcla de azúcar, alcohol y ácidos, pero baja la comida, que es lo que importa.

Las carnes suelen ser de orígenes más humildes, y, si te queda alguna facultad perceptiva, date cuenta de que en su proceso de elaboración el cocinero ha demostrado cierta desidia rayana en el desdén. Pata de cordero, verbigracia. Desde el cóctel hasta la carne se aprecia un paulatino decrecimiento en la complejidad artística y gastronómica de los platos, que no obstante mantienen los nombres manieristas en la hojita del menú que conservas debajo del plato y que vas siguiendo tan atentamente como si del programa de un concierto de la Filarmónica de Viena se tratase. Este decrescendo sólo se palia con el forte subito de los postres, traca final de la que sólo nos llegan referencias veladas y ecos atenuados por el estado de ligero sopor que precede al deceso.

El café, el baile, los cubatas y el puro que ya no puede uno fumarse más que en los exteriores, cuartos de baño o zonas habilitadas para fumadores (exteriores y cuartos de baño), no tienen cabida en esta entrada tan barroca e hipertrófica como el tema que pretende abordar. Es demasiado. Y además, este año aún no he asistido a ninguna de estas bacanales toleradas.

Ya podríais tener el detalle de invitarme, digo yo.

sábado, 9 de mayo de 2009

Flores

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Anteayer, a media mañana y en pleno fragor laboral estilo lleva estos papeles para allá y trae aquellos para acá, me sorprendió una señora por la calle, que con su mediana-tercera edad, su aspecto absolutamente normal y una sonrisa, me entregó una de las flores que llevaba. Yo esperaba que acto seguido me pidiera una limosna para las búlgaras sordomudas, o me vendiera un panfleto, o me hablara de Jehová, o me limpiara el aura al estilo Phoebe a cambio de la voluntad.

Pero no. No quiso absolutamente nada. Me dijo muy serena e igual de sonriente que a ella le gustaba ver a la gente feliz, sin más. Y siguió su camino, dejándome con la flor, con cara de repóker y con conciencia de buscarle siempre los tres pies al lado oscuro de la vida.

Convendréis conmigo, al menos, en que no es una estampa muy usual pero, lo fuera o no, a veces esa desconfianza suspicaz que nos lleva a pensar que todo va con segundas y que todos tienen, como poco, un par de vidas ocultas, nos lleva directos hacia el cinismo total.

A mí se me iluminó la mañana, y a vosotros os ha provocado un post que parece escrito por Paulo Coelho y que desentona casi tanto en este blog como la señora de las flores en la civilización occidental.

¿No?

miércoles, 6 de mayo de 2009

Cursismo

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Descubro que un amigo se está convirtiendo en fanático de uno de los libros de cuya mano me adentré en las procelosas y vivificadoras aguas del humor absurdo: "Mis memorias", de Miguel Mihura. Sus memorias y sus tres sombreros de copa me descubrieron a principios de los noventa la grandeza del absurdo light y amable.

El caso es que la anécdota me hizo recordar la aversión que comparto con Mihura por lo cursi. En todas sus obras hay varapalos hacia convencionalismos, tópicos y lugares comunes. Una guerra expresa y sin tregua contra la cursilería insoportable de una sociedad burguesa, inane y tontorrona cuyo día a día gira en torno a conversaciones de ascensor hipertrofiadas.

Os recomiendo a Mihura. Es refrescante y rompedor, aun hoy, años después de su muerte. Y lo será hasta que las dos amigas de toda la vida dejen de hablar de lo ricas que les salen las paellas, hasta que paremos de recordarnos mutuamente lo mal que está la juventud y hasta que, durante la entrevista al señor más longevo del pueblo, no nos salga con que su secreto está en comerse dos dientes de ajo por las mañanas y un limón a media tarde, sino que, encogiéndose de hombros, conteste... "suertecilla, chico, suertecilla".

domingo, 3 de mayo de 2009

Que por mayo era por mayo

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Comienza el nuevo mayo de forma sospechosa. El día 1, normal, con su asueto, sus trabajadores de paseo y su ensayo semanal. Ayer, sin embargo, tuve que elegir entre dos planes a primera vista fácilmente identificables y sobre los cuales el Ángel que conocéis nunca habría dudado:

- Concierto de los Kings Singers, con un programa basado en la música vocal contemporánea francesa, precedido de visita turística al teatro romano de Cartagena.

- Barça-Madrid en casa de unos amigos, con cervezas, torreznos, sofás y frutos secos de todo tamaño, color y condición social.

Pues no sólo dudé, sino que disfruté desaforadamente comiendo anacardos mientras contemplaba el fastuoso espectáculo futbolístico que acabó como el segundo set del último partido romano entre Djokovic y Nadal. Eso sí, para añadir algo de cultura a la tarde, terminamos con una partida de Pictionary durante la cual, por cierto, llegué a acertar la palabra "nostalgia" sobre la base de una cara triste y una lágrima.

¿Tendré que cambiar mis trajes de tweed por camisas de franela?