La higiene neurótica debería ser un trastorno obsesivo compulsivo de todos los españoles. Yo pertenezco desde niño a esa élite de superhombres que necesitan ir y sentirse limpios a cualquier hora del día. Pelo, dientes, manos y demás prótesis de mi cuerpo tienen que permanecer impolutos en todo momento, lugar, raza, sexo o religión.
Por eso últimamente me notáis más inquieto y zascandil. Desde hace unos días el rito de la ablución matutina cotidiana se está convirtiendo en un infierno, pero un infierno frío y escaso: por la alcachofa de la ducha sale un chorrito levísimo de agua proveniente del Mar Báltico que sirve para provocarme hidrocuciones y una prolongación patológica del tiempo de prelavado, lavado, aclarado y centrifugado.
Ya he avisado al fontanero. Se espera su llegada para la mayoría de edad del infantillo Felipe Froilán de todos los Santos, con lo cual tenemos asegurada una temporada de escalofríos matutinos, higiene martirizante y despertadores a las dos de la madrugada para tener tiempo de doblegar el chorrito levísimo de agua y que no se deje ni un resquicio de mi cuerpo hercúleo y apolíneo.
No os preocupéis. De verdad, esta vez no habéis tenido la culpa.
Por eso últimamente me notáis más inquieto y zascandil. Desde hace unos días el rito de la ablución matutina cotidiana se está convirtiendo en un infierno, pero un infierno frío y escaso: por la alcachofa de la ducha sale un chorrito levísimo de agua proveniente del Mar Báltico que sirve para provocarme hidrocuciones y una prolongación patológica del tiempo de prelavado, lavado, aclarado y centrifugado.
Ya he avisado al fontanero. Se espera su llegada para la mayoría de edad del infantillo Felipe Froilán de todos los Santos, con lo cual tenemos asegurada una temporada de escalofríos matutinos, higiene martirizante y despertadores a las dos de la madrugada para tener tiempo de doblegar el chorrito levísimo de agua y que no se deje ni un resquicio de mi cuerpo hercúleo y apolíneo.
No os preocupéis. De verdad, esta vez no habéis tenido la culpa.