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Tácheseme (sobreesdrújula) de rancio, pero ayer disfruté como hacía tiempo que no disfrutaba de los fastos y oropeles de la festividad de Santo Tomás de Aquino, Santo Patrón de la Universidad, desde la misa inicial hasta la refacción final. O sea, de diez de la mañana a tres de la tarde.
Algo influyó el hecho de que me concedieran el Premio Extraordinario de Doctorado y me invistieran Doctor, pero prueba de que no fuera concluyente es mi inveterado amor por todas estas pomposidades -era de los pocos estudiantes no se perdían una sin estar obligados ni habérseles (esdrújula) prometido medio punto a cambio-. Ayer, cuando me hicieron entrega del premio, de la medalla, del birrete laureado y del Libro de la Ciencia, rodeado del Claustro Extraordinario de Doctores, poco me faltó para la isquemia auricular.
A fin de cuentas estudié Derecho y, no contento, me especialicé en Canónico y Eclesiástico. Mi objetivo a corto plazo, para completar la estampa de venerabilidad y apolillamiento, es tener setenta años.
Tácheseme (sobreesdrújula) de rancio, pero ayer disfruté como hacía tiempo que no disfrutaba de los fastos y oropeles de la festividad de Santo Tomás de Aquino, Santo Patrón de la Universidad, desde la misa inicial hasta la refacción final. O sea, de diez de la mañana a tres de la tarde.
Algo influyó el hecho de que me concedieran el Premio Extraordinario de Doctorado y me invistieran Doctor, pero prueba de que no fuera concluyente es mi inveterado amor por todas estas pomposidades -era de los pocos estudiantes no se perdían una sin estar obligados ni habérseles (esdrújula) prometido medio punto a cambio-. Ayer, cuando me hicieron entrega del premio, de la medalla, del birrete laureado y del Libro de la Ciencia, rodeado del Claustro Extraordinario de Doctores, poco me faltó para la isquemia auricular.
A fin de cuentas estudié Derecho y, no contento, me especialicé en Canónico y Eclesiástico. Mi objetivo a corto plazo, para completar la estampa de venerabilidad y apolillamiento, es tener setenta años.