martes, 20 de marzo de 2007

Me cago en la primavera

Odio la primavera. No sé si lo habréis detectado por la sutileza casi anglosajona del título de la entrada, pero así es. Comprendo que se huele a azahar y que florecen los albaricoqueros; y que, por pura lógica, son factores que, unidos a otros que pretero de forma no deliberada, deberían convertirme en un hombre feliz. Pero odio la primavera, tanto que ni siquiera me merece la mayúscula inicial.

Y ya que no puedo hacer nada para evitarla y que el Gobierno no parece demasiado dispuesto a derogarla por Ley Orgánica, como sería su obligación, la denosto en este humilde blog. No se merece menos ni se me ocurre más.

Pensaréis quizá que el despido improcedente ha afectado a mi forma de percibir la realidad, porque de lo contrario no se explica que los albaricoqueros en flor no me conviertan en un hombre feliz, como a todos vosotros. Erráis. Esto me viene a mí desde pequeño, prácticamente desde el tercer mes de gestación, calculo.

La primavera es una estación de paso. Es un invierno destemplado y un verano prematuro. Recoge lo peor del uno y del otro y le añade pólenes y ácaros. Siempre me he resistido a hacerme las famosas pruebas de la alergia, quizá por recordarme su metodología a la del martirio de San Bartolomé, tan presente en la iconografía religiosa, así que no sé si seré alérgico a algo, o a nada, o a todo.

Puede que sea astenia. Vaya usted a saber. Por desgracia, el diagnóstico no elimina los síntomas, y menos con dolencias tan etéreas y deletéreas como estas. Prefiero seguir culpando a la primavera con estas inútiles invectivas de ciudadano inerme y debilucho. Sé que ella no cejará en su empeño de fotosintetizarme, pero me desahogo y alimento así un poco este últimamente desnutrido blog.

Mil disculpas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya usted a saber si con esto del cambio climático, lo que tanto detesta es la primavira murciana o una nueva mutación del neoclíma continental estepario del bajo costado peninsular. En cualquier caso le recomiendo (cuando el tiempo lo permita) que para sanar sus males, vaya un día a la palya y se bañe en esas aguas gélidas, que le provocan a uno serias dudas sobre su vedadera sexualidad. Lo de las alergias es tema aparte, pero si el polem se las provoca, pase de él y fume yerba. Con esto yo creo que bastará. Saludaciones.

Ginger dijo...

Lo de los albaricoqueros en flor es inusual. Inusual y grave.

Si alguna vez hubo un hombre que no amó la primorosa escultura de la flor del albaricoquero, si no conmovieron su corazón su tierno color ni su fragancia, que vuelva a las cavernas penitente y avergonzado.
¡Que vuelva a la oscura gruta de la que procede! Sus ojos no han de profanar lo que su espíritu no comprende.

¿Has probado con la flor del almendro?

Francisco José Najarro Lanchazo dijo...

jejeje, si que tiene que ver con Juan Manuel de Prada...El Coño de Tía Loreto me marcó. Un buen tipo de Prada.Saludos.

Ángel dijo...

Para quien se sienta desconcertado con el comentario de poeta menor, viene exactamente de aquí. No os asustéis. Algún día os contaré mi apasionante historia con Juan Manuel de Prada, que sé que estáis deseando.

Por lo demás, creo que la yerba y la flor del almendro causarían similares efectos en mi, fuera cual fuera el medio por el que llegaran a mi quebradizo organismo.

Anónimo dijo...

Me encanta tu fino sentido del humor, parece que el despido improdecente ha potenciado tu agudeza mental. En serio, no comprendo, ve al médico a que te lo mire, puede ser grave...Aunque ahora que lo pienso bién, a mi la Primavera también me pone enfermo, máxime cuando salgo a la calle y veo un desfile de Cibeles en shorts, minifaldas y tops ajustados...Cuánta razón tines. XD