Apuro a buenas penas los últimos días que me quedan antes de desaparecer hasta septiembre. Ayer pasé por dos o tres librerías, pero me olvidé de la lista de recomendaciones y no me atreví a comprar nada sin vuestra anuencia. Por la noche me fui con Andrés y Emilcar a ver "Transformers" y recordar los tiempos en los que me quedaba embobado viendo cómo Optimus Prime se cargaba a algún decepticon mientras se me derretían las galletas con mantequilla sobre el vaso de colacao. Así he salido yo de violento. Como las galletas, más o menos.
Hoy toca solaz y esparcimiento. Hoy toca pararse un ratico y deleitarse en la observación de lo que me rodea, de la belleza de mis compañeros de naufragio y del disfrute de los placeres que la búsqueda del placer suele convertir en rutinario. Hoy he pasado el día en la playa, en compañía etimológicamente amable, oyendo el mar, durmiendo la siesta y recuperando el hábito contemplativo.
Y esta noche he cenado con grandes amigos de los que hablaré aunque la amistad que nos une tenga, como todas, ese algo de inefable que hace que por suerte no dependa su devenir exclusivamente de la suma de nuestras voluntades.
Hoy ha sido un buen día, mal que nos pese a todos.
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