jueves, 14 de junio de 2007

4103, el Mago

No temáis. No voy a pasar los cuatro meses que me quedan de vida hablando de mis amigos Qtal! Pienso seguir intercalando relatos con abismos y crónicas murcianas. Entre otras cosas, porque el número de visitas al blog ha decrecido en progresión cilíndrica y ya sabéis que la progresión va por dentro. Pero, como ni se me ocurre ningún relato con abismo ni me ha pasado nada digno de mención, os voy a relatar la vida, obra y milagros del gran 4103, llamado El Mago.

4103 es, quizá, el miembro del grupo con el que más tropiezos he tenido a lo largo de toda mi vida. Retraído, enfermizo y un tanto propenso al clembuterol, pasó su niñez inadvertido dentro de una tortilla francesa poco cuajada. Le comencé a conocer cuando tenía veintiún años, pero él aparentaba muchos más, y con frecuencia lo confundían con su propio abuelo, desaparecido años atrás en extrañas circunstancias cuando se le acabó la beca predoctoral que había dedicado al estudio del síndrome de la vejiga errante.

4103 sufrió la primera de una larga cadena de mutaciones poco tiempo después. Eso ha provocado que sean muy pocas personas las que actualmente le reconocen, dada su facilidad casi insultante para mimetizarse con el entorno. A 4103 le gusta el Cine y la Música, y se sintió incomprendido cuando descubrió que es lo que todo el mundo escribe al rellenar la casilla "aficiones". En este sentido, compensa su falta de originalidad con el odio atávico que profesa al fútbol en cualquiera de sus modalidades, ya sea fútbol español, americano, fútbol sala o baloncesto.

4103 ha sido violinista en el sótano o sotánico (o sea, con sotana, como los jardines sotánicos de Madrid), monje deshabitado (o sea, sin hábito, como los jardines sotánicos de Madrid) y, recientemente, presidente investido (o sea, desnudo). Pese a las cantidades ingentes (o sea, deshabitadas) de comida que engulle, no consigue engordar más que uno o dos gramos al año (o sea, como mucho), y el sábado pasado dos cerrajeros intentaron persuadirle de su inexistencia física.

4103 se lleva últimamente muy bien conmigo y con el resto del grupo. Es conocida la admiración mutua que siente hacia 4101 y 4102, con los que ha compartido coro, habitación y tejido mesodérmico. En el fondo, muy en el fondo, sé que 4103 me quiere tanto o más que al resto. En cualquier caso, me alegro de que disimule. Y se lo agradezco.

En el siguiente capítulo: 4104, el Niño.

2 comentarios:

Josef dijo...

4103...¿de que me suena ese número?

Anónimo dijo...

-ote-agi