Primero, que a ver cuándo escribo algo sobre vosotros. Después, que menudo rollo que escriba sobre gente que nadie conoce. Ahora, que por qué he dejado de escribir sobre vosotros. Menos mal que me da igual porque hago las cosas pues así, como me vienen, a la gornú. Toca
4104, el Niño. Si no os apetece leerlo, mirad
esto.
4104 también canta en mi coro, porque mi grupo Qtal! es un grupo formado únicamente por usuarios de Vodafone que cantan en coros. Nosotros somos rebeldes y corales, y no podéis hacer nada para cambiarnos. Lo conocí en mi infancia, cuando aún se llamaba
Andrinúa y era famoso por los trallazos que pegaba jugando al metegol. Entonces éramos rivales, no conocíamos la misericordia mutua ni sabíamos lo que significaba "et in terra". Desde luego, nunca hubiéramos sospechado nada de lo que ocurriría años más tarde, en un Festival de Música Antigua de Daroca.
4104 y
4105, el Gran Masturbador, eran los brazos ejecutores de un plan malévolo e infalible diseñado por
4106, el Maestro. Su objetivo eran dos de mis cuerdas vocales. El resto no les interesaba, salvo quizá mi rodilla izquierda, por la que
4106 siente verdadera devoción. Así y todo, fingiendo cariño y sensualidad para atraerme hacia sus redes y ganarse así un puñado de corcheas solistas que
4106 les había prometido como recompensa,
4104 pronto sintió hacia mí algo que iba mucho más allá del interés, de la envidia y del sexo descarnado: la empatía humorística patológica, que nos sigue granjeando enemigos que ven en nuestras discrepancias con la realidad síntomas de autismo, es decir, de amor por Luis Eduardo Aute, el famoso trompetista de color.
4104 me ama, y yo amo a
4104. Él me ama por hacerle risa, por mis golpes de glotis y por mi habilidad para imitar a la diosa
Atenea. Yo lo amo por hacerme risa, por su parecido con
Tintín y porque me guarda rencor. Si alguna vez necesito rencor, él lo atesora en una cesta de mimbre que una anciana le fabricó con sus propias manos y su propio mimbre. Ahora mismo, mientras lee esto, está guardando un rencor que sabe que algún día puedo necesitar.
4104 disfruta con los libros y las películas, siempre que aquellos estén ambientados en un universo de magia y fantasía y en éstas aparezcan naves espaciales. Probablemente sufriría la muerte instantánea por
síndrome de Stendhal si algún día alguien rodase una película ambientada en el año 4104 y protagonizada por un elfo oscuro, interpretado por
Eddie Murphy en el papel del piloto de naves espaciales encargado de defender la tierra de un ejército de orcos ataviados con capas verdes.
4104 es, sobre todo, casi por encima de cualquier otra cosa, minucioso y esmerado. Haga lo que haga, ya sea cantar un motete, limpiarme los dientes, decorar una agenda, visitar un castillo en ruinas, fornicar en la celebración de una boda, amalgamar la pieza dieciocho o imitar a Lorente. Cualquiera de esas actividades son realizadas por
4104 como si fuese parte de un trato del que dependiera su vida. Pone casi tanto cariño en las cosas que pasan por sus manos como en las personas que pasan por su corazón.
4104 es, en definitiva, un hobbit. Si a sus padres les hubiera salido de otra raza habría sido un disgusto tremendo. A ellos les dedicaré el apéndice de su hijo. Será una apendicitis necesaria, indolora, sabrosa y colorista.
En el próximo capítulo:
4105, el Gran Masturbador.