Esta noche he visto a dos policías locales apostados junto a la puerta del hostal donde me hospedo.
Quizá, en otro momento de mi vida, hubiera sentido miedo; hoy siento pánico.
2 comentarios:
Anónimo
dijo...
Y aunque se sabía oculto, cada sirena turbaba su aliento, y su propio pulso le ensordecía apagando el sonido de las sirenas; pues en una tormenta desatada, pesa más el desenfreno callado de la lluvia que el sonido ostentoso del trueno.
Pues lo peor de todo es que pasó de verdad, que no es una invención más o menos afortunada, aunque haya dado lugar a un comentario tan manieristamente poético.
El continuo realidadficción, y viceversa, sigue su curso.
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Y aunque se sabía oculto, cada sirena turbaba su aliento, y su propio pulso le ensordecía apagando el sonido de las sirenas; pues en una tormenta desatada, pesa más el desenfreno callado de la lluvia que el sonido ostentoso del trueno.
Pues lo peor de todo es que pasó de verdad, que no es una invención más o menos afortunada, aunque haya dado lugar a un comentario tan manieristamente poético.
El continuo realidadficción, y viceversa, sigue su curso.
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