lunes, 30 de abril de 2007

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Vivienda habitual. 16:47h. Cielos despejados. Humedad relativa, 28%. Estado general de sopor y amodorramiento.

Suena el timbre.

Descuelgo.

Voz femenina.

¿Más guarrillas? -pienso.

No. Una chica de Planeta De Agostini. Viene a regocijarse con nosotros por el 50 aniversario de la editorial. Pizpireta y pelirroja. Ropa informal. Me habla de tú con familiaridad y desenfado, quizá en vista de que la recibo en pijama.

Me ofrece dos libros de regalo y me pregunta por todas mis aficiones. Se palpa la tensión ambiental, pero ella no pierde la sonrisa, debido a un tratamiento hormonal de estimulación de los músculos faciales a que intuyo la someten.

Le digo que me va la música clásica y me ofrece una colección de Clásicos Inmortales de la Historia de la Música, ya no tan regalada como los libros de regalo. Son versiones punteras de sellos punteros, dice. No miente. Fueron punteros durante la caída de Chipre bajo el yugo del imperio otomano.

La embadurno de sabiduría y de nociones básicas de Historia de la Música. Sigo en pijama y ojerizo.

Cuando sale de casa, parece convencida de que su mercancía tendrá más éxito entre señores entrados en la setentena, nostálgicos de Karajan, socios del Casino y fumadores de cohibas.

Lo más gracioso es que me ha quitado el sueño, y no he tenido más remedio que escribir la segunda entrada del día mientras oigo un remix que me pergeñé anteayer a base de canciones de La Casa Azul y los Beach Boys.

2 comentarios:

gyergar dijo...

Se quedaría muerta con tu sapiencia en esos temas. Chico, para que luego digas que no te pasan cosas divertidas(de hecho, nunca lo has dicho ^__^.

Anónimo dijo...

Esa misma tortura china se la hago yo a los comerciales de grandes editoriales como planeta, que vienen a jorobarme los recreos en el instituto a cambio de un despertrador chino en el que lo realmete valioso es la pila de regalo