Son las doce y dieciocho minutos de la noche.
Hace dos minutos aproximadamente ha sonado el timbre del portal de mi casa.
Al descolgar el auricular, una voz masculina me ha preguntado si era aquí la fiesta.
He respondido que no.
Han insistido.
Yo también.
La voz me ha dicho que son las guarrillas que encargué, que abriera la puerta.
Han insistido.
Yo también.
He colgado.
Todo esto me dará qué pensar en otro momento. Ahora tengo demasiado sueño como para sentir asco por el grupito de gentuza ebria que se dedica a llamar a las casas de gente de bien a horas intempestivas mientras suponen motivo de preocupación para los gerentes de algún puticlub.
(Right side: quizá el número de visitas a mi blog suba ahora que se topen con él los buscadores de guarrillas y puticlubs en Google)
9 comentarios:
Hola... ¿se puede? ya sé que son las dos y cuarto de la madrugada pero... es que ya están aquí las guarrillas que encargaste para la fiesta.
¿Dónde las voy poniendo?
Vamos a verrr... ponga dos encima del aparador de la entrada, otra en la cocina y la otra en el aparador de la terraza.
¿Y las trufas de la oferta?
Pero hombre de Dios, ¿por qué no me llamaste? Ya sabes que las guarrillas siempre son bienvenidas en mi casa, a la hora que sea.Desde luego, ten amigos para esto.
Por cierto, ¿no serían veintitrés guarrillas, verdad?
Sí, tal y como en la letra de aquella famosa coplilla:
"Veintitrés guarrillas m'enamoran en Jaén..."
A otra vez te llamo.
Me permito humildemente pedir permiso para que os acordéis de mí la próxima vez que llame a vuestra puerta un grupo de guarrillas... cuantos más seamos más reiremos.
¿Qué sería de la vida sin esas pequeñas anécdotas? Y encima no tuviste la picardía de sonsacarles el piso al que iban, qué pocos reflejos los tuyos. Pero te disculpo, a esas horas la mente no está muy despierta
Yo estuve allí. Y te aconsejé que les golpearas con tu reloj del siglo XVI. Y no me hiciste caso.
Y tienes demasiados aparadores, ¿no?
Parecéis no haber reparado en que eran voces masculinas, Gyergar y Sr. Rentero. ¿O sí?
Pese a no tener que dar explicaciones sobre el número de mis aparadores, diré, con Gandalf, que un mago no tiene muchos ni pocos aparadores, sino los que tiene que tener.
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