Ya está bien de rodeos. Se acabó. Ha llegado el momento de que sepáis cómo me convertí en una de las figuras más prometedoras del panorama musical afroamericano.
Comienzos de los ochenta. 1983 o así, diría yo. Mi progenitor A y mi progenitor B inscriben al primogénito heredero en una academia de música y en un club de natación. Al poco tiempo, observan cómo empieza a mostrar una habilidad con el solfeo sólo comparable con su capacidad para recorrer una piscina olímpica en diagonal.
El adorable niño de cinco años que cantaba como los ángeles y se ponía triste cuando oía el Claro de Luna de Beethoven, no obstante, crece. Crece y se convierte en un prepúber tirando a mastuerzo que prefiere jugar a la Megadrive que estudiar violín (algún día os cuento por qué creo que el estudio del violín fomenta la agresividad infantil y la inadaptación social), mientras su profesor se aficiona a las técnicas budistas de relajación para evitar convertirse en un infanticida.
A los trece años, deja definitivamente la academia de solfeo y, cuando sale por la puerta, le parece oír llantos de alegría incontenible y un par de sonidos de botellas descorchadas. Hasta los diecinueve mantiene su mente ocupada en otras actividades de variada índole, por las que me preguntaréis en los comentarios.
Y a los diecinueve, acude a un concierto de "El Mesías" de Handel y sufre un shock anafiláctico que le hace comprender que debe hacer algo por la música a la que ha dado el costado durante años. Algo que no incluya el tener que tocar el violín, lo cual agradecen especialmente sus vecinos, que suelen encontrar más relajantes los maullidos de un gato al ser desollado que los ejercicios de repentización del chico del tercero izquierda.
Desde entonces hasta hoy he pasado por varios coros hasta dar con mis huesos y mis cuerdas vocales en Ars Mvsica, un coro especializado en música antigua donde he encontrado compañerismo, paz, sosiego, largueza, templanza y diligencia.
Nuestro próximo concierto en Murcia, el día 20 de diciembre a las 20.30h en el Archivo Regional. Va a molar que te inclinas, así que espero veros a todos allí desprovistos de huevos, tomates y otras armas de destrucción masiva.
PS: si queréis ver un vídeo, hay una entrada del mes de julio donde se nos puede contemplar en actitud polifónica.