miércoles, 21 de febrero de 2007

El triunfo de la miseria

Ayer fui despedido de la UCAM, donde he trabajado desde el curso 2003-2004, o lo que es lo mismo, desde los veinticinco años recién cumplidos.

En la carta de despido la empresa reconoce que mi despido es improcedente y que por tanto me indemniza como me corresponde, o sea, con cuarenta y cinco días de salario por año trabajado, según el art. 56 del Estatuto de los Trabajadores. Me la entregaron como contrapartida, quizá, al parte de alta médica que les envié la tarde antes, tras una situación de baja laboral que arrastraba desde el 6 de octubre. Ayer me reincorporé y ayer me expulsaron.

Cuando estas cosas ocurren, o al menos cuando a mí me ocurren, pido explicaciones. Puedo estar de acuerdo con que, al reconocer la Universidad la propia improcedencia del despido, no tiene obligación de justificarse, o lo que es lo mismo, que cualquier excusa les vale, pero es que eso es precisamente lo que pasa: a mí también me hubiera servido cualquier excusa. No recibí ninguna motivación sobre la decisión. Ni verídica, ni falsa. Nada. Ni siquiera la calumnia, moneda de curso legal en la institución desde hace poco más de un año.

La sensación ahora, con un día de escasa perspectiva, no es de impotencia. Es de injusticia y de perplejidad. No sé qué he hecho para que, de un plumazo y de la noche a la mañana, un profesor que ha procurado dejarse la piel con gusto para dar lustre y prestigio a una institución que, vaya, pues resulta que no se lo merecía, pase a ser un indeseado que merece el despido improcedente. De verdad, no lo sé. Puede que ocurra en cualquier empresa, puede que sea lo más natural y algo a lo que me tenga que habituar, como me aconseja tanta gente bienintencionada, pero si hay algo que deseo en este momento es precisamente no acostumbrarme, no perder nunca la capacidad de asombrarme ante la injusticia y la ruindad moral.

Por lo demás, gracias. Gracias a mi familia, que ha sabido estar en todo momento por encima de la altura de las circunstancias. Gracias a Higinio Marín y a todos mis compañeros; a los que permanecen en la Universidad sufriendo la persecución de los miserables y a los que se marcharon antes que yo por voluntad propia o ajena, que me han cargado con una deuda de cariño que no sé si algún día sabré o podré saldar. Gracias a mis alumnos, que ayer no daban crédito a lo increíble, y que, con sus lágrimas, sus abrazos y sus aplausos, me acabaron de confirmar que todo este sufrimiento no ha sido en balde. Gracias a todos los amigos que, aun sin haber conocido desde dentro la tiniebla institucional, demuestran día tras día la solidez de nuestra unión.

Si rezáis, recordadnos. Sé que algún día se hará Justicia, pero mentiría si negara que deseo que también se haga justicia.

14 comentarios:

morri dijo...

Muchos ánimos, es increible que se cometan despidos de esta índole. Espero que encuentres trabajo pronto de nuevo.
Saludos

Anónimo dijo...

Ángel, en tu caso se hace visible la arbitrariedad y el sentido académico (ninguno) con el que se funciona en la universidad en la que trabajabas. Que sepas que tu despido mancha y ofende a los que lo han decidido o consentido. A ti no te ofende, te daña pero no te ofende.
Tu capacidad intelectual, tu sensibilidad y tu fe están mejor fuera, aunque debieran poder estar dentro tratándose de una universidad católica. Pero los nombres, que se hicieron para sacar a la luz lo que las cosas son, se degeneran como los hombres y se vuelven disfraces grotescos.
Un abrazo, las cosas saldrán bien.

Anónimo dijo...

Querido Ángel,
Apenas encuentro palabras para describir lo que ha ocurrido. Está claro que el lenguaje es insuficiente ante la injusticia. Esa Universidad en la que, afortunadamente, ya no trabajas, está gobernada por una plebe de irresponsables malvados. Han vuelto a tirar por la ventana lo más preciado.
Algún día se arrepentirán. Algún día todo verá la luz.
Pero no te preocupes querido Ángel. Ese día, el día en que se hundan, el día en que su inutilidad los haga caer más bajo de lo que ya han caído; ese día, si Dios quiere, ya los habremos olvidado.

Alguién que se fue (no demasiado lejos).

Ernesto Castro dijo...

Puff, yo no conozco muy bien el mundillo de los contratos y los despidos pero, ¿eso es legal? y otra pregunta mas ¿se suele hacer a menudo?. Me parece que se me estan quitando las ganas de ser profesor de Universidad.

Anónimo dijo...

Y que lo digas Taun, yo también quería serlo, por eso creo que me afecta tanto esto... ver cómo todo lo que alguna vez amé se desmorona, cómo las rapiñas rebuscan entre las ruinas con arrogancia y sorna, sin ningún tipo de escrúpulos ni pudor, arrasando algo que una vez fue hermoso, digno de sincera admiración y respeto... desgarran en silencio una parte íntima de mí. Porque me gustaba imaginarme parte de lo que fué.

Anónimo dijo...

Querido Ángel:

¡Cómo te recuerdo! Tu anhelo se extiende de nuevo entre los fresnos, alumbrando lo umbrío y despejando a las alondras. Una noche estrellada nos visita y se despierta en mis adentros un canto de Palestrina.
La vida comienza hoy, de nuevo, y hoy, de nuevo, somos bañados por las libaciones de una Esperanza que hace todo el futuro fresas salvajes en nuestro paladar. Hemos conocido un acontecimiento más grande, una novedad radical, una Presencia que nos ha llamado, que ha derribado las cerraduras que parecían atenazar este cielo a esta tierra y depositarlo sobre nuestras cabezas como un pesado manto. ¡Bailamos gráciles sobre el agua de las fuentes y cantamos bajo la sombra de los sauces escuchando a las cigarras, hombres de un tiempo nuevo y una vida nueva! Lo que necesitábamos era el valor desmedido de quien salta de una casa ardiendo, cae dolorido y comienza a caminar ¡y se nos ha dado!
¿Quién nos hará temer? Existe hierba más fresca y hogares más cálidos, te lo digo yo, que hablo de veras. En ellos nos posaremos, junto a Miguel Ángel, junto a tantos otros que nos hablan de otro mundo, junto a Higinio, abriremos un vino añejo y reiremos hasta el amanecer, mientras mojamos los pies descalzos en agua tibia.
Llegará, como un día inmenso, como la cresta de la cima más alta nos anuncia una nueva aurora, el tiempo en el que a nuestro corazón se le otorgue el inefable don de tener piedad de los impíos y misericordia de los miserables. ¡Alégrate, pues has sido grande!´¡Alégrate en el día de tu liberación! Sacúdete las sandalias y sigue tu camino, en pos del amigo que siempre busco, que siempre buscamos. Abierta ya la puerta no te quedes bajo los árboles porque, cuando el Sol comienza a derretir la nieve y el arco iris nos trae noticias, bajo los árboles todavía llueve. No te encierres en una gruta que te impida saber el momento en el que los pájaros cantan: que no te encuentren escondido, como no te contaron entre los mezquinos. Has de saber, y te lo digo yo, que hablo de veras, que hay derrotas que saben a primavera, aquellas derrotan en las que los victoriosos quedan dentro, y nosotros somos expulsados al aire de la mañana. ¡Que me traigan estos destierros! ¡Ay de quien se queda! ¿Sabrá él de la plenitud de la vida? ¿Conocerá este deseo que nos llena el corazón? Pues para vivir en celdas tan chicas se ven obligados a torcer su espalda y encogerse. Hazme caso, si eres capaz que tú lo eres, pues así te han hecho: reza por los que vencen, que se quedan encerrados allí. Erguidos, levantando con fuerza las paredes, aguantamos entre el fuego para hacer a otros un pequeño lugar en el que fuese posible seguir respirando y ahora, cuando nos vamos porque nos echan (que si no allí mantenemos la esperanza), despejemos nuestros pulmones y continuemos nuestro camino porque no somos dueños de la vida que se nos ha dado, sino que la entregamos como don precioso allí dónde se nos pide, pues hemos sido hechos por Otro, que es, sólo Él, nuestro Señor.
Marcelo

Anónimo dijo...

Vaya O__O Días sin entrar en tu blog y me encuentro con esto. No he tardado en comunicárselo a mi hermano y ambos estmos de acuerdo, pero por no desentonar con tu buen gusto a la hora de expresarte, vamos a ahorrarnos la ingente cantidad de adjetivos barrio-bajeros que se nos han pasado por la cabeza dedicados a tan despreciable directiva. Mira chico, para trabajar bajo la inspección de cazurros descerebrados (¡ups!, se me ha escapado) mejor estar en otro sitio donde se te sepa valorar, aunque ya hace falta poca vista para no darse cuenta de ello. Lo siento por una decisión tan suicida, lo siento por los alumnos que se verán privados de tu persona y enseñanzas, pero ante todo, lo siento por ti, pero saldrás adelante donde sea, de esto no me cabe duda. Un abrazo.

Ángel dijo...

Gracias. ¿Qué más seguir diciendo? Gracias, mil gracias. Si esta vida consistiera en merecer cosas, diría que merezco tantísimo cariño tan poco como merecí el despido. Pero no creo que sea ese el enfoque correcto.

Dejadme que os diga que la tristeza es sólo comparable ahora por el alivio de sentirme intangible ante la inmundicia y los inmundos. Y, aun en planos distintos, ambas sensaciones se compensan. Resulta un curioso equilibrio inestable, pero por suerte, en este mundo el sufrimiento no nos sale gratis.

Os quiere,
Ángel.

Unknown dijo...

¡Que fuerte! No tenía idea de que se hiciesen cosas así en la universidad (se supone que es una gran empresa... y más que eso) Me ha dolido que no te den motivo para hacer lo que han hecho... eso dice mucho del tipo de personas que son. No te merecen.

El cambio será para mejor visto lo visto. Si dices que el ambiente no es bueno, estarás mejor donde vayas. Desde aquí mi apoyo. Y al que esté detrás de eso decirle que no tiene decencia alguna (diría que es un gilipollas, pero yo tampoco quiero ser barriobajero).

Lo dicho. Mucho ánimo. No se merecen a un tío tan grande como tú.

Anónimo dijo...

¿Qué esperar de unos miserables rastreros como los que mandan en la UCAM? (por cierto, se me ocurren múltiples significados chabacanos y realistas sobre lo que significan realmente las siglas UCAM... puede que más adelante). En fin, cobachéz, más vale un minuto rojo que toda la vida amarillo. Que le den lo que se merecen.
Pol.

Anónimo dijo...

Pues debo decir que la Universidad Católica de Murcia ha prescindido de los servicios de una de las personas de mayor vigor intelectual que he conocido en mi vida. Ellos se lo pierden, sin duda. En cuanto a Ángel, le sobrarán oportunidades en la vida. Me juego la mía.

Anónimo dijo...

Me gustaría saber cuál es el salario que ganan los profesores en la UCAM por término medio porque tengo entendido que cobran poco y trabajan mucho.

Ángel dijo...

Un profesor no doctor con dedicación exclusiva (28'5 créditos), sin más, percibe al mes 1348€ netos.

Anónimo dijo...

y un contratado doctor 1466 (netos, claro) Es un gran mérito a la realización de su tesis, comparado con lo que para ellos supone de cara a la acreditación. O sea, que explotan bien, presionan para que acabemos las tesis, y luego nos echan, y se quedan sin doctores. Qué miserables.