lunes, 28 de diciembre de 2009

Touché!

Pero no por espada, ni por sable, ni por florete, ni por florín, sino por la faringitis malévola que tanto se lleva esta temporada. El hecho es que el viernes canté la Misa de Gallo, el sábado di un concierto y el domingo, vulgo ayer, canté una misa con gallos (no sólo míos). Si a eso sumamos que el clima aquí pasa de tropical a mediterráneo y viceversa en lapsus de tiempo imperceptibles para el oído humano, y que después de cada evento litúrgico ha sucedido uno gastronómico en locales ahumados y vociferados a los efectos oportunos, el resultado es inevitable.

Lo cierto es que he aguantado como un campeón, después de un mes de diciembre haciendo slalom entre los virus de padre, de jefe sub uno, de jefe sub dos y de compañeras y compañeros de trabajo. La última bandera ha ido a parar directa a mi faringe, que a estas alturas ya ocupa todo el interior de mi organismo.

Como me han ordenado que me cuide, tomo neobrufenes a tutiplén precedidos de protectores estomacales a mansalva, bebo agua a sorbitos delicadísimos, evito articular sonidos y salgo todos los días a correr diez kilómetros. Y así, con todos esos cuidados, seguro que pasado mañana estoy como una rosa y puedo vociferar el penúltimo concierto navideño.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Feliz Navidad, claro que sí

He intentado crear la felicitación definitiva, perfecta, ingeniosa, perspicaz, suspicaz, amable, breve, concisa, concreta, confusa, pulcra, fina, esmerada, esmerilada, ac-so-lu-ta. No puedo. Mi mente ahora mismo, tras la ingesta masiva de celentéreos, está situada a la altura del cardias y así, como comprenderéis, todo proceso intelectivo-cognoscitivo-volitivo-digestivo resulta mucho más engorroso.

De todas formas, qué queréis que os diga. Me basta y os basta con saber que os deseo una Feliz Navidad en compañía de quienes más deseeis, ya sean familiares, mascotas u ordenadores personales (en ese orden y sin más opciones posibles).

Y si da la casualidad de que sois creyentes, rezadle al Niño Jesús por el dueño de este blog, que siempre viene bien y no hace daño a nadie.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Tranquilo, no pasa nada

Me reprendía la semana pasada un amigo por no escribir tanto como antes, y se preguntaba si tengo en mente cerrar el blog y dedicarme a otros menesteres en los que prestaría mayor y mejor servicio a la comunidad, tales como la conducción temeraria o el aliño de ensaladas. ¡Ni hablar! Mientras me quede un hálito de vida, un soplo agónico, un estertor inoportuno, un disparo de nieve, este blog estará abierto al público y será regado con leche y miel.

Es cierto que llevo meses de tranquilidad. Es cierto, igualmente, que no me encuentro ucranianos borrachos en el suelo, y que cuando ceno en restaurantes turcos todo está limpísimo y no hay patatas fritas mordidas dentro de los rollos. Y no es tampoco menos cierto que estoy enfrascado en la preparación de las clases, en lecturas divergentes, en películas convergentes y en hacer tontunas de las que no se escriben en el blog, sino que se hacen, sin más.

Esta mañana, por ir más lejos, me ha sucedido algo tranquilo, en esta nueva línea de tranquilidad aún carente de patrocinio. Tras la grabación del programa de radio, camino del trabajo, he sentido necesidad de azúcares (me gustan desde que los veía en "Érase una vez la vida") y me he adentrado en una panadería donde una dependienta ecuatoriana intentaba comprender a una adolescente china mientras conmigo, en la cola, esperaba una anciana monja española. Entonces he pensado: hay que ver la de conclusiones que podría sacar si no fuera por el hambre que tengo. Y acto seguido me he comprado un bollo relleno de chocolate.

¿Es o no es una entrada tranquila?


sábado, 12 de diciembre de 2009

¡SÍ!

Los más pacientes del lugar recordarán el final de esta entrada.

Ahora ya es oficial. A todas mis muescas curriculares como benefactor de la Humanidad, francotirador, esgrimista, editor, asesor, sexador, miembro honorífico del Tribunal del Santo Oficio, producto adelgazante, payador, piloto, hechicero a tiempo parcial, corregidor, émulo, procastrinador, bicampeón en racha, confeso, convicto, traidor, inconcluso, mártir, agente patógeno, galán de noche, investigador a sueldo, aporte vitamínico, cortacésped y partícula elemental, se añade ahora una más: desde hace pocos días soy Profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Murcia.

Y como no tengo palabras porque la emoción sigue siendo embargante, voy a terminar este post como nunca lo he hecho:

¡Ale!


martes, 8 de diciembre de 2009

Quinientos días de verano


Acabo de ver "500 days of Summer". Lo de escribir el título en inglés es porque el señor que le pone títulos a las películas ha decidido llamarla "500 días juntos", traducción que hace que la cosa pierda su gracia. En su defensa, diré que esta vez el hombre lo tenía un poco difícil. En su acusación, diré que la podía haber dejado como estaba.

"Esta es una historia de chico conoce a chica, pero más vale que sepáis de entrada... que no es una historia de amor". Eso dice, ni más ni menos, la voz en off que aparece al principio de todas las películas indie del año. Y "500 days of Summer" es la película indie del año. Por tanto:

...si te emocionaste con las peripecias de la desquiciada familia de "Little Miss Sunshine",
...si te moló el desenfadado descaro de "Juno",
...si te lo pasaste pipa en la India con los tres hermanos de "Viaje a Darjeeling"...

...deberías verla. ¿Y si no? Pues también, claro. "500 days of Summer" tiene algo. No sé si serán las interpretaciones, si será el lenguaje narrativo (genial la secuencia del flechazo... y su némesis), si será la música o si será la verosimilitud de la historia que cuenta. Quizá una mezcla de esos factores y de alguno más. Desde luego, ayuda que la trama sea tan creíble. Aquí no hablamos de una niña rellenita que aspira a un título de belleza, ni de una adolescente embarazada con problemas para encontrar familia adoptiva, ni de lo que quiera que sea "Viaje a Darjeeling". Aquí hablamos de una historia de chico conoce chica que, desde luego, no es una historia de amor.

Vedla. Aunque sólo sea por lo familiar que os va a resultar.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Húmedo, cúbito y radio

Estoy faringítico, chicos. Han sido muchas las penurias que ha pasado últimamente mi pobre aparato fonador, y pago las consecuencias con toses, flemas y sensación perpetua de estar ingiriendo erizos de mar en estado de buena esperanza. El remedio médico ha sido el de siempre: antiinflamatorios, mucolíticos, poca conversación y mucha agua a traguitos durante mis breves lapsos de consciencia. El resultado es que voy de acá para allá con una botella, botellín, botellón o botelloide de agua no fría (la que no quita la sed), sorbiendo con una delicadeza rayana en la pitiminiez.

Y ello, ello mismo, no ha obstado para que esta mañana haya acudido, con erizos y todo, a la grabación de mi primera colaboración en Onda Regional de Murcia. He pensado que, para empezar a derramar música clásica a tutiplén, nada mejor que las Variaciones Goldberg, de Bach, en versión Glenn Gould. Y ahí hemos estado, tranquilos, calmos, quedos y roncos. El sábado se emite el programa. Ya me oiré y constataré, una vez más, que mis eses siempre, siempre, siempre, serán efes.

Aquí os dejo a Glenn y su Aria de las Variaciones. Son dos con cincuenta y tres. Minutos, no sólo euros. Escuchadla. Si no por mí, hacedlo por el feliz término de su estado de buena esperanza.