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Cuando uno acude a una oficina pública, debe esperarse esperar. Es lo lógico, y lo contrario supondría una señal inequívoca de la inminencia del Armageddon. Incluso cabe que ocurra algún otro incidente inesperado.
Lo que ya resulta más rocambolesco es encontrarse con la ominosa presencia de diez jocosos militares en ciernes, armados con pistolas, hebillas, cremalleras y demás metalurgia, ante el detector de metales de la Delegación de Hacienda.
En total, quince minutos de pitidos estridentes y de estriptís cadete previos a los tres cuartos de hora en la sala de espera.
Por supuesto, el certificado que necesitaba no existe ni ha existido ni existirá jamás.
Si al menos la burócrata hubiera sonreído la mañana hubiera sido redonda.
12 comentarios:
qué te gusta una burocracia! y porque no daban simposios en la cola, que si no...
Se queja usted de vicio, créame. En cierta ocasión, contraje matrimonio y el registro civil se empeñó en que yo me había casado según ellos en el 69 (para más inri) y antes de nacer (en el 71). (un pequeño error, según el funcionario, que tras algún que otro recurso y alguna que otra discusión, llegó a la conclusión de que efectivamente no era posible que me hubiera casado dos años antes de nacer. Le costó entender la idea, pero al fin, llegamos a un acuerdo amistoso y no le partí las piernas, como estaba previsto en el guión).
Me gusta eso que hace usted de citarse en su cita. Cualquier día le copio la idea (ahora ya tengo perchas para el archivo y también sé citar a los amigos). Progreso adecuadamente.
(hebillas)
(digo yo que serán hebillas)
(ahora ya me puede suprimir el comentario; perdóneme que sea tan pejiguera, pero esto de la ortografía me puede)
Nils, no, en serio, no me gusta... jo, nadie me creerá jamás.
Alejandra, eso no es ningún problema. Si existe la novia cadáver, ¿no ha de existir la novia nonata?
Nicanica, de borrar el comentario nada. La humildad es una virtud a cultivar y blablabla... ¡mala perdedora! ¡vengativa!
Siempre puede pasar usted con una pistola de agua y un machete de plástico grisáceo.
No le aconsejo la escopeta de dardos de ventosa. Sin embargo, le sugiero la del corcho con un hilo.
Pa Hacienda son los modos...
La gente se pierde en lo superficial... ¿Qué papelico necesitaba usted que la burocracia no se lo ha dado? Porque eso es lo que importa.
Yo juego con ventaja en según qué sitios: en los juzgados nunca paso por el detector de metales.
Dr. Durden, creo que conservo una pistola que tenía de pequeño y que disparaba trocitos de patata. Así, como lo lee. ¿Valdrá?
Antonio, yo también intenté hacer ese juego de palabras, pero no me salía.
Meg, necesitaba un certificado de exención de IVA. De todas formas, me inquieta mucho lo de tu exención: ¿tan joven y con marcapasos?
La sonrisa de la burócrata es fugitiva, pocas veces el ojo humano puede contemplarla. Las sonrisas de los burócratas viven en lo más recóndito de los macizos montañosos de papeles, y, como el abominable hombre de las nieves, no se sabe a ciencia cierta si son reales. Pero algunos sherpas ancianos juran que las han visto, años ha, danzando bajo la luz plateada de una esfera celeste.
psh. Cui-da-di-to. Que te estoy vi-gi-lan-do.
Nootka, yo una vez vi una, pero hasta ahora me daba vergüenza decirlo por ahí.
Carme, ¡ar!
Vamos, la típica anécdota al estilo Las doce pruebas de Asterix y Obelix, ¿no?
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