Ayer, a eso de las siete de la tarde, recibí una llamada. La vi una hora después. Tenía el móvil en silencio y mi muslo izquierdo, con el uso, se ha ido acostumbrando a la vibración y ya roza la insensibilidad.
Durante el ensayo semanal, a las diez menos veinte, volví a recibir la llamada del número oculto. Ni lo noté ni lo hubiera cogido, porque eso de hablar por teléfono mientras se canta es de mal gusto y además les tengo miedo a las merecidas regañinas de mi director.
Después de cenar, disfrutando de una agradable velada en un bar no demasiado ruidoso, el misterioso número oculto insistió. Esta vez lo cogí. Una voz masculina que conocía mi nombre, desde el otro lado, me saludó afable y me preguntó si no me acordaba de él. Al obtener respuesta negativa, dijo que estaba en el polígono, y que iba a mirar exactamente dónde. En ese momento se cortó la comunicación.
Al despertar, me he encontrado con dos llamadas, de las cuatro y media y de las seis de la mañana. Esta vez con número visible, pero desconocido. No sé si es el mismo, ni a qué polígono se refería el oculto, ni, sobre todo, conozco a nadie que no conozca.
¿Qué se hace ahora?
Durante el ensayo semanal, a las diez menos veinte, volví a recibir la llamada del número oculto. Ni lo noté ni lo hubiera cogido, porque eso de hablar por teléfono mientras se canta es de mal gusto y además les tengo miedo a las merecidas regañinas de mi director.
Después de cenar, disfrutando de una agradable velada en un bar no demasiado ruidoso, el misterioso número oculto insistió. Esta vez lo cogí. Una voz masculina que conocía mi nombre, desde el otro lado, me saludó afable y me preguntó si no me acordaba de él. Al obtener respuesta negativa, dijo que estaba en el polígono, y que iba a mirar exactamente dónde. En ese momento se cortó la comunicación.
Al despertar, me he encontrado con dos llamadas, de las cuatro y media y de las seis de la mañana. Esta vez con número visible, pero desconocido. No sé si es el mismo, ni a qué polígono se refería el oculto, ni, sobre todo, conozco a nadie que no conozca.
¿Qué se hace ahora?
9 comentarios:
uy uy uy eso me da mala espina! cuídate aún más de tus espaldas! saca el florete que lo necesitarás.
Yo creo que es una llamada desde un mundo en dos dimensiones. Está "en el polígono". Creo que se va acercando al mundo en tres dimensiones. Posiblemente sea Homer Simpson antes de encontrar una tienda de pasteles eróticos.
"¡Mentiraaa, mentiraaa, mentiraaa, mentiraaa!!"
A lo mejor te llamaban desde El Pentágono. Al fin y al cabo es el polígono más famoso del mundo, más incluso el de San Ginés.
Llamar a Hércules Poirot, porque seguro que hay un fiambre por medio.
Lo de la insensibilidad de tu muslo izquierdo, el miedo a las regañinas de tu director y tu amnesia espacio-temporal tiene peor solución, pero la tiene también. Seguro.
¿Y si prueba usted a dejar de chatear en salas gays y dejarle su número a pretendientes desconocidos?, jejeje...
Cuando los admiradores empiezan a acosarte... Siempre puedes poner un anuncio en varios portales de internet y revistas buscando al desconocido. Ah, la fama es lo que tiene
No hagas nada. Ellos te encontrarán.
Nils, ¿por qué he leído tu comentario y me ha parecido formalmente poético?
Muesli Jackson, ¿qué más podrías contarnos acerca de tus experiencias como Homer Simpson en pastelerías eróticas?
Chexpirit, ¿San Ginés tenían un Pentágono?
María, ¿Hércules Poirot, el de las doce pruebas?
Alejandra, ¿desde cuándo pone usted "jejeje"s?
Filomela, ¿Famoso, yo? ¿Portales, yo?
Superflicka, ¿así pretendes tranquilizarme?
(para purgar el delito de haber tardado en responderos, he contestado a todo con interrogantes)
quiza te llamaba desde el poligono de las bermundas
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