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En directo desde la Catedral de Murcia, las Vísperas de Monteverdi en (a)versión de Jordi Savall.
Salvo Manfredo Kraemer, alguna antifonilla suelta y un contratenor alopécico, el resto no tuvo perdicio.
Tempi caracólicos, afinación ciclotímica, matices paradójicos y acústica ridícula.
Si Monteverdi viviera se le habrían revuelto las tripas.
O sea, las vísceras.
O sea, las vísceras de Monteverdi.
10 comentarios:
¿No exageras un poco?
Un poco, pero así queda graciosísimo.
Eso sí es verdad.
Pues a mí me gustó, dicho sea con todo el ánimo provocador.
Cuando estés dispuesto a retirar lo que has dicho te prestaré la versión del Ensemble Elyma, o la del Taverner Consort, o la de René Jacobs, y entonces estarás dispuesto a retirar lo que has dicho.
Me gusta que hable tu conciencia. Aunque la que exagera es ella.
Mayestático.
Era un Monteverdi que quería ser Palestrina y era un Part que no se que quería ser.
Ya sabes, Morales, que mi conciencia tiende a exagerarlo todo.
En ese concierto, el único que no quería ser nada fui yo. O ser como una de las cornetas del final y morir en un momento dado.
Por cierto, Emilcar, lástima que tuviera que irme tan rápido. Esta vez sí me hubiera gustado participar en la grabación del podcast a pie de catedral.
Pero cincuenta y nueve, en determinadas culturas, se considera cuatro.
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