sábado, 12 de enero de 2008

Viajes de placer (una de romanos)

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Al igual que la política hace extraños compañeros de cama, mi tesis provoca extraños desplazamientos en el espacio y en el tiempo. Ante la necesidad de escudriñar archivos y bibliotecas con el resultado de acabar cubierto de sabiduría, polvo y ácaros de diverso tamaño y condición social, la confección de la tesis ha requerido dos viajes de distinta índole.

Sobre la semana en Almería ya os conté.

Sobre Roma no os había dicho nada. Fue en febrero, hace casi un año, para desentrañar ligeramente el Archivo Secreto Vaticano. La experiencia resultó bastante abracadabrante. Yo me imaginaba haciendo de Adso de Melk mientras mi director, a lo Guillermo de Baskerville, me orientaba por angostos pasillos con la ayuda de un candil y de orientaciones confusas en el contexto de una abadía llena de benedictinos sospechosos.

Si quitamos el candil, los angostos pasillos y la abadía, y sustituimos a los benedictinos sospechosos por funcionarios trajeados, fue exactamente igual. Es decir, quedó la confusión. No obstante, a los pocos días me familiaricé por completo con las costumbres romanas y vaticanas. A los pocos días, justo cuando tenía que volver. De aquel viaje conservo algunos recuerdos en salmuera:

- Me recuerdo perdiendo en el avión el único abrigo impermeable que llevé, tasado en unos cuatrocientos euros.

- Me recuerdo cogiendo taxis como un poseso para recuperar mi chaqueta, ascendiendo el montante de los taxímetros hasta casi el coste del abrigo.

- Me recuerdo inventando un idioma graciosísimo que ni siquiera yo acababa de entender pero que me servía para que me sirvieran todos los días el desayuno en una cafetería regentada por un matrimonio cubano exiliado.

- Me recuerdo llegando a la Plaza de San Pedro una hora antes de la cita con mi director, a las ocho de la mañana, aterido y emocionado hasta las lágrimas en el epicentro de la cristiandad bajo un cielo azul celeste, dos o tres monjas en la lejanía, un par de turistas y absolutamente nadie más.

(Foto de móvil tomada in situ. Obsérvese el cielo azul. Duró aproximadamente lo que dura la foto)

- Me recuerdo entrando a la Ciudad del Vaticano con mi director y con la curiosidad de un doctorando de provincias, dejando atrás a dos guardias suizos vestidos con el uniforme de siempre pero en negro y azul oscuro.

- Me recuerdo pasando los trámites para obtener el carnet de investigador y subiendo a la sala de investigación, donde encontré gentes pluriformes, desde un fraile vetusto hasta una pizpireta joven norteamericana. (Nota: en el Vaticano funcionan con Mac. ¿Será por el color blanco?)

- Me recuerdo al segundo día bajo un cielo gris oscuro y tormentoso que duró el resto del viaje.

- Me recuerdo intentando buscar algo de abrigo en Via Corso haciendo más uso de mi idioma inventado y comprobando que durante el cambio de temporada la tela impermeable en Roma está terminantemente prohibida.

- Me recuerdo comprando un traje negro de pana que no venía a cuento.

- Me recuerdo comprando un sombrero que no venía a cuento.

- Me recuerdo comprando por fin un abrigo nueve tallas mayor que la mía de presunta tela impermeable en un outlet clandestino.

- Me recuerdo huyendo de la Vía del Corso para no acabar esa noche compartiendo una lata de garbanzos en una comunidad de emigrantes albaneses al calor de un gato en llamas.

- Me recuerdo el último día, en el aeropuerto, con una tormenta en todo su esplendor, el avión anterior al mío cancelado por el temporal, y yo buscando un huequecito para pasar la noche en vela aferrado a mi maleta y a mi portátil.

Fue mi segundo viaje a Roma. La primera vez todo fue turismo, chanza y alboroto. Esta vez, de forma absolutamente subconsciente, no lancé nada en absoluto a la Fontana di Trevi.

Y todo esto para contaros que la semana que viene salgo para Pamplona. El año que viene os cuento.

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20 comentarios:

Nils dijo...

Una pensión monoestelar y mediopelense es lo que en Italia llaman a un hotel de 3 estrellas. Te diré, mi querido Ángel, que los NH son hoteles de lo más normalitos que no se merecen mucho halago (salvo una de sus líneas hoteleras que son mansiones de lujo reconvertidas, pero no son NH reales) aunque siempre serán mejores que la mayoría de los hoteles transalpinos.

No entiendo que te vayas a Roma a comprar ropa con lo caro que es todo en Italia (aunque Milán es aún más caro). Y espero que ya te hayas dado cuenta de que el italino y el español no se parecen en casi nada y que es mejor hablar con ellos en inglés.

Sé que me dejarás este espacio para contarte una perversión... la Guardia Suiza me da un morbo que flipas (y no, no me he tirado a ninguno, de hecho no he estado nunca en El Vaticano).

Ángel dijo...

Bueno, Nils, no he hablado del alojamiento, pero estuve viviendo en una casa de hospedaje que llevan unas monjas justo al lado de San Juan de Letrán. Veinte euros la noche en una habitación antigua y enorme. Sin lujos pero muy bien.

Discrepo con lo de los precios. Fue uno de los mitos que cayeron. Las comidas, más baratas que aquí con diferencia (ahora, con más diferencia), y la ropa bastante asequible. Estaban de rebajas, claro.

O soldi, que dicen allí.

Nepomuk dijo...

jajajaja Ángeldemoño... cada vez que asomo la nariz por estos tus mundos, me entra cada sensación de que no hay Jehová que te haga estarte quieto en un mismo sitio... :)

Abrazos de reencuentro ¿cómo va la espada?

Suntzu dijo...

Menuda experiencia. Por lo de las compras absurdas, no te preocupes, cuando estamos fuera, todos picamos.
Preciosa la foto.
Ahora me has hecho recordar...

Ángel dijo...

Nepo, ¿cómo que cada vez que te asomas por estos mis mundos? ¿Pero no me tienes en el Google Reader y esperas ansioso a que publique algo? ¿No has desgastado el botón "Actualizar" o, en su defecto, "Refresh"? En fin, a lo que iba yo..., que esto son las excepciones a mi vida sedentaria, que voy por la segunda silla de mimbre desfondada y no es por peso excesivo. La espada estupenda, cada vez mejor. Algún día os ganaré a todos. Y cuando digo ganar quiero decir matar, claro.

Suntzu, aquello fue muy gracioso. Y menos mal que todo se desarrolló en Via Corso, que como hubiera ido dos calles más allá a Via Condotti me hubieran tenido que sacar en ambulancia.

Cvalda dijo...

Mi hermano, que también estuvo investigando en el Vaticano, coincide bastante contigo en sus opiniones...

Suerte en tus pesquisas pamplonesas ;)

Helena à Paris dijo...

Jua! geniales tus recuerdos.
Ahora, digo yo, no querrías compartir un poco de tu idioma divertido con tu amable audiencia? digo, así nos divertimos un poco nosotros también

Ángel dijo...

Cvalda, ¡qué curioso, un hermano seudovaticanista como yo! He contado muy poquito de esa parte, pero resultó muuuuy interesante. Requeriría un post entero y por ahora bastante tenéis con esta morcilla burgalense que os he soltado.

Helena, pues non sapería dirte, perche buenno... in realitá la mia lingua fue meggiorando conformi fue avanzando la stanza italiana, pero seria piú o meno comme lo que estai leggendo adezo mismo.

Anónimo dijo...

Y ¿cómo lo llamarías, espaliano o itañolo?

Por cierto, lo del abrigo te estuvo bien empleado, por gastarte cuatrocientos euros en él. Y ahora dime que fue un regalo...

Ángel dijo...

Anónimo, se llama itagnuolo, aunque también se le puede llamar itañolo, espaliano o Don Evaristo. Y ahora, dando curso a tu solicitud, te diré que sí, que fue un regalo de reyes materno, y que además no pienso coartar la libertad de mi madre en ese sentido. Ni la de ningún otro ser vivo. Es más, regaladme cosas cuanto antes.

laura dijo...

A pesar de las circunstancias es un lujo disfrutar casi en solitario de la Plaza de San Pedro. Por cierto, qué faena lo del abrigo, ¿lo recuperaste?

Mucha suerte y mucho ánimo para tu próximo viaje a Pamplona

Bito dijo...

Jamás creí que le diría esto: "pero por favor, por favor lléveme con usted. Jamás un viaje de tesis m e resultó tan interesante. Si eso yo en algún futuro remoto le invitaría a acompañarme a la mía ¡eh? (viajariamos a paises de los todos los continentes)

Por cierto, lo del guiño sobre el esgrima no iba por usted, pero sí es cierto que fue escribirlo y acordarme de su persona... ¿qué nos está haciéndo? ¿es acaso su intención terminar dominando nuestras mentes? ¿cómo lo consigue? ¿es acaso mi cerebro equiparable al de un ratón...?.

Centro Picasso Vilnius dijo...

¿Foto de móvil? ¡Quiero ese móvil!

El jueves me voy yo y a ver si mi móvil saca fotos como las tuyas, aunque será difícil porque no iré al Vaticano, pero todo es intentarlo. Yo soy lista y me llevo mi propio intérprete (que de momento sufre afonía, pero me ha prometido por escrito curarse antes del jueves).

Anónimo dijo...

¿qué tal el concierto?

Ángel dijo...

Laura, no recuperé nada en absoluto. Me compré un abrigo grande y horrible que además pesa como si llevara puesto encima un mamut adulto. ¡Gracias por los ánimos!

Bito, todo a su tiempo. Has pasado a las fase dos. Mañana o pasado te empezará a picar el coxis. Es normal.

Superflicka, pues allá tú. Se pasa mucho mejor con mi idioma.

Katiuskas, del concierto podéis leer mi crónica aquí.

Pedro Jesús Teruel dijo...

¡Qué risa! Me ha encantado el relato de tus peripecias vaticanas. Es, más o menos, como el primer viaje de Galileo a Roma: darse una vuelta por allí, conocer gente, hacer contactos, perder abrigos... El siguiente viaje será exitoso, ya verás: te recibirán con honores, como investigador consagrado. Si seguimos con la analogía, tendrá que venir después un viaje penoso, para ser juzgado en Roma por motivos diversos. ¿Crees que se dará el caso? ¿Progresa ortodoxamente tu tesis...? Espero que sí. Desde luego, Pamplona es un lugar maravilloso para darle un buen empujón. La nueva biblioteca está hecha para invitar al estudio. Acuérdate de que la calefacción es generosa y ponte ropa estilo cebolla.

Luis dijo...

400 eurazos de abrigo???? Seguro que te lo robó la versión italiana de Robin Hood (roba a los Ricos para dárselo a ...., bueno, roba a los Ricos!) ;)

Ángel dijo...

Pedro Jesús, ¿he de entender que acabaré condenado por las autoridades eclesiásticas competentes? ¡Eppur si muove, ale!

Luis, pues a los ricos no sé, pero a mí me la robaron. Probablemente de ella sacaron cuatro abrigos de 100 euros, que es mucho más asequible.

Antonio Rentero dijo...

Nunca subestime usted el poder calorífico de un gato... yo duermo con dos ejemplares en los pies de mi cama y hay noches que tengo que quitarme el edredrón nórdico para no sucumbir al calor.

Afueraparte, yo el italiano lo entiendo y lo leo con mucha soltura y con un dominio del 95%, pero hablo una versión similar a la tuya, bautizada ITALIAÑOL... lo de espaliano tb me gusta...

Mario dijo...

Disfruto mucho de viajar y de poder llegar a distintos sitios. Es por ello que entro a diferentes blogs para ver opiniones y recomendaciones sobre ciudades en todo el mundo. Por mi experiencia suelo aconsejar a la gente que busque una reserva de hoteles para su viaje a Las Vegas