Ahora que me he enterado de que existe una web donde emiten "El chavo del ocho" veinticuatro horas al día, puedo hablar sin tapujos de la vuelta al cole de La Divina Comedia. ¿La recordáis? ¿Aunque sólo sea de oído? ¿De vista? ¿Olfato, tal vez? Igual da. Hace meses, un amigo y yo montamos un podcast sobre cine, le llamamos La Divina Comedia porque nos pareció originalísimo, grabamos dos episodios y paramos súbitamente. Por varias razones:
-En el segundo capítulo empezamos a derramar spoilers de forma absolutamente intencionada. Hemos sido por ello injuriados, vilipendiados, denostados e incluso diseccionados en pequeños fragmentos que cabrían dentro de una lonja de pescado cualquiera.
-Mi amigo, al que podríamos llamar Gumersindo de Azcárate por su afición a comer frutos secos cuando reescribe su autobiografía -pese a que su verdadero nombre sea Luis, lo cual nos parece inapropiado-, asiste con frecuencia y deleite a nuestras aulas universitarias. Exámenes, estudios, prácticas y demás exornos han entorpecido la regularidad de grabación que ambos deseábamos. Todo eso es ya historia.
Ahora se nos plantea un gran reto, para cuya satisfactoria resolución necesitaremos vuestra inestimable y merecida ayuda. Como sabéis, todo episodio de La Divina Comedia tiene un cielo (donde llevamos dos películas, una por locutor, que nos haya parecido magistral), un purgatorio (donde discrepamos acerca de otra) e infierno (donde despotricamos al alimón sobre alguna cochambrilla cinematográfica). Acabamos de llegar del verano. Todos sabemos a lo que van quedando reducidas las carteleras cuando se aproxima el implacable lorenzo. Falta sitio en el infierno, mientras que el cielo sale deficitario. Siempre queda la opción de echar de mano al clásico de turno, pero nos gustaría hablar de algo reciente y jugoso.
Cualquier idea será bienvenida, considerada, rechazada inmediatamente, reconsiderada, admitida mediatamente y puesta en libertad bajo fianza. A cambio, no usaremos spoilers siempre y cuando no podamos, queramos o debamos.
Gracias. Pueden marcharse.
-En el segundo capítulo empezamos a derramar spoilers de forma absolutamente intencionada. Hemos sido por ello injuriados, vilipendiados, denostados e incluso diseccionados en pequeños fragmentos que cabrían dentro de una lonja de pescado cualquiera.
-Mi amigo, al que podríamos llamar Gumersindo de Azcárate por su afición a comer frutos secos cuando reescribe su autobiografía -pese a que su verdadero nombre sea Luis, lo cual nos parece inapropiado-, asiste con frecuencia y deleite a nuestras aulas universitarias. Exámenes, estudios, prácticas y demás exornos han entorpecido la regularidad de grabación que ambos deseábamos. Todo eso es ya historia.
Ahora se nos plantea un gran reto, para cuya satisfactoria resolución necesitaremos vuestra inestimable y merecida ayuda. Como sabéis, todo episodio de La Divina Comedia tiene un cielo (donde llevamos dos películas, una por locutor, que nos haya parecido magistral), un purgatorio (donde discrepamos acerca de otra) e infierno (donde despotricamos al alimón sobre alguna cochambrilla cinematográfica). Acabamos de llegar del verano. Todos sabemos a lo que van quedando reducidas las carteleras cuando se aproxima el implacable lorenzo. Falta sitio en el infierno, mientras que el cielo sale deficitario. Siempre queda la opción de echar de mano al clásico de turno, pero nos gustaría hablar de algo reciente y jugoso.
Cualquier idea será bienvenida, considerada, rechazada inmediatamente, reconsiderada, admitida mediatamente y puesta en libertad bajo fianza. A cambio, no usaremos spoilers siempre y cuando no podamos, queramos o debamos.
Gracias. Pueden marcharse.