martes, 16 de noviembre de 2010

Lunes, máster y miércoles

Este curso, además de embadurnar de juridicidad a los alumnos de los grados de Derecho y Criminología, me dedico a impartir docencia esporádicamente en diversos másteres de postgrado, que, por cierto, se nos han quedado preciosos.

Ayer, durante una de estas sesiones postgraduales, el destino se interpuso en mi camino. No en forma de perro con jamón, sino de dos señores subidos en un andamio que se dedicaron a horadar, con taladradoras nucleares, el muro exterior del aulario, a medio metro escaso debajo de mi aula. En un encomiable ejercicio de sincronización, bastaba con que yo abriera la boca para que apretaran el gatillo. Se impuso el traslado.

Ya en la nueva ubicación, proseguí con las divagaciones acerca del artículo 15 de nuestro texto constitucional. En esas me hallaba cuando, sin previo aviso y para gran sorpresa mía, escuché un sonido como de obturador de cámara de fotos. Al dirigir la vista al lugar de los acontecimientos, di con una alumna con un teléfono móvil aún humeante en sus manos. Confesó, levísimamente turbada, que me había hecho una foto, y que si se lo pedía la borraría sin problema. No supe qué contestar. Si se os ocurre algo, llamad al número que aparece en pantalla. Gracias.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Algún sabio seguramente diría: "el destino es como una mujer con hijos y dos hipotecas de la cuál no quiero saber nada".

Fuerte es el horror que inunda el alma cuando la coincidencia derrumba los pilares más profundos de la cordura humana (me salió muy poeiano y lovecraftiano). Ayer mismo, durante un examen sorpresa (hasta ayer creía que sólo se hizo en la escuela y la secundaria hace muchos años), mi profesor, quejábase de un continuo e irreverente ruido, como de martillazos, que parecía provenir de algún lugar tras las ominosas paredes. Al dirigirse a investigar, el diabólico sonido se detuvo, como consciente de su propia existencia y peligro inminente. Ante lo sucedido, su excelencia, el profesor, regresó al aula y exclamó respecto a lo ocurrido, mas o menos con las siguientes palabras: "¡pooor favooor...! ¡Será posible! El neoliberalismo no se va. Todavía no nos libramos".
Anoche, en la soledad de mi habitación, algo -ruego que no haya sido más que una alucinación- llamó a mi puerta. Abrí, no sin pavor...
Oscuridad, y nada más.

Guerrilla dijo...

La alimna te hizo una foto? Pero que obsecuente! Preparate para ser impreso y pegado en un cuaderno, adornado con corazones hechos con rotulador rosa y rodeado de mensajes obsecuentes, casi tanto como los que te dedica Alvaro, que por una vez escribio algo interesante (menos buchon que de constumbre, asi es mejor).

Anónimo dijo...

Guerrilla, te metes otra vez don Ángel y te las ves conmigo. Si no fuera porque no sé si "buchón" se usa en otros países, diría que sos de Argentina, lo que significaría que somos compatriotas, hermanos de armas, soldados de la revolución.

A continuación nuevo aporte mío a la filosofía:
El siguiente trabajo reúne miles de años de pensamiento deconstruido y analizado a fondo condensado en un pequeño párrafo que desborda en sabiduría:

LA OBSECUENCIA *
La obsecuencia engendra seguidores, que levantan estatuas, que algunos olvidan y otros derriban. Sea el sabio una estatua, la humanidad su vientre, hogar y muerte ¿es acaso posible ser por uno mismo o inevitablemente somos consecuencia? ¿Tuvo razón el héroe (San Martín) cuando dijo: "serás lo que debas ser, o no serás nada"?

*Dedicado a Ángel con la más humilde deferencia.

Un saludo Guerrilla.

Guerrilla dijo...

Compatriotas, pero en veredas opuestas. La mia es la de los que escriben corto y no son obsecuentes con un desconocido, que pa escribir largo ya me hacia yo mi propio blog. Buchonchupamediasregalau! (es la palabra que me toco hoy) (o era "Kabil"?)

Anónimo dijo...

Escribo mucho porque nadie me lo impide y tengo una cosa rara dentro de la cabeza que me obliga a escribir así. Cuando me amenacen con vetarme en "está la cosa muy mala" si sigo escribiendo largo, comenzaré a escribir corto.

Nosotros los argentinos siempre tan desunidos.

A mí me tocó: "desto". Usándola en una oración: Desto no saco nada.

Ángel dijo...

¡Los que se pelean se desean!

:-D