miércoles, 10 de junio de 2009

Cambridge (Flashback 1)

Recuerdo que en el aeropuerto no tuve problemas con el equipaje de mano, y que eso me procuró serias desavenencias con el sistema de control alicantino. Indignado, a punto estuve de abrir todos los compartimentos secretos donde guardaba el Almax, los gelocatiles y demás estupefacientes. Si lo que querían era verme los calcetines podrían habérmelo pedido directamente y haberse dejado de zarandajas.

Recuerdo un vuelo tranquilo con unas azafatas de plástico duro que hablaban inglés con un deje neozelandés poco comprensible pero bastante bailable. A una de ellas le pedí un panini de bacon con tomate y mozzarella, pero en algún punto de mi exposición debió de malinterpretarme, porque acabé comiendo pan con un extraño bacon compuesto básicamente de escamas.

Recuerdo que mi llegada a la estación de tren de Cambridge coincidió con un macrofestival de música pop-rock británica, y que varios policemen nos separaron de las personas de aspecto respetable y nos condujeron por unos pasillos llenos de popis con flequillos de todo tamaño, color y orientación sexual que vestían estrafalariamente. Los pasillos desembocaban en una explanada con perros buscadrogas que nos olieron con delectación pero poca eficacia. Volví a indignarme y a estar a punto de abrir todos los compartimentos con el Almax, gelocatiles y demás estupefacientes.

Recuerdo llegar al college en un taxi conducido por algún pariente cercano a la azafata del avión, en lo que a pronunciación idiomática se refiere. Al menos no me sirvió pan con bacon de escamas.

Recuerdo llegar al Sidney Sussex College, pedir la llave de mi habitación, subir y encontrarme con una auténtica suite absolutamente enmoquetada pero regia y señorial, con chimenea y vistas a un montón de patios interiores de carácter telúrico y cespédico. Recuerdo una libro de firmas ilustres en mi habitación y, entre ellas, la del Príncipe de Gales y tres profesores de la Universidad de Texas que añadían una estrella muy graciosa en su firma. Firmé usando una pluma de antaño mojada en tinta de antaño y dejé el papel bien rayado a base de apretar el plumín contra el papel de antaño, según costumbre.

(Arriba a la derecha, la habitación. Subid cuando queráis)

(Parte de la habitación. Escritorio vetusto al fondo)

Recuerdo a un montón de dobles de Mohinder Suresh.

Recuerdo un delicioso paseo en barca por el río Cam, con un remero autóctono tendente al silencio absoluto. Tuvimos que deducir por nuestra cuenta los paisajes paradisíacos y ponerles nombres falsos cuando era necesario.

(Árbol paradisíaco con nombre falso)

Recuerdo asistir al rezo de vísperas en el King's College, con un montón de niñitos y jovenzuelos anglicanos cantando odiosamente bien, y un chambelán calvo con una vara y tres extraños surcos en la cabeza, como marcas o rayitas hechas con pluma vetusta. Recuerdo mucha parafernalia gótica y un conato de síndrome de Stendhal.

Recuerdo tomar media pinta de zumo de cebada a temperatura ambiente en el Eagle's, famoso pub que me recomendó una buena amiga de la infancia que por alguna razón quiere convertirse en mi archienemiga.

Recuerdo cenar en el segundo mejor restaurante de Cambridge y pagar treinta libras con la efigie real por tres entrantes-despojo y una pechuga de pollo a la plancha con vegetales, todo ello regado con un vino californiano llamado Dancing Bull cuyo sabor hacía honor a su nombre.

Recuerdo que todo eso sucedió el sábado.

Recordadme que mañana recuerde más.

9 comentarios:

Chexpirit dijo...

Sólo he visto las fotos! jejeje me siento como el que se come las patatas y se deja la verdura!

Ángel dijo...

Eso me pasa por haceros caso y escribir un post con fotos.

¡Cómete la verdura!

Guisela dijo...

Cual de todos los de las fotos eres tu?

TortugaBoba dijo...

Empecemos por el principio:
¿Cómo se distingue el acento neozelandés? Me lo explique.
El intento del panini en el avión no estuvo mal, pero las azafatas y los azafatos ingleses son extrañamente sonrientes a la par que antipáticos.
¿Tú dónde narices te has apuntado para tener esa habitación, con chimenea incluida? ¡Confiesa! ¡Algo ilegal has hecho para llegar a tan magno lugar!
Lo de los dobles de Suresh me ha hecho reír hasta la saciedad, muy acertado el comentario.
El árbol paradisíaco para mí, que es un sauce llorón cambridgiano, pero corrígeme si me equivoco.
¿Una pinta de cebada? ¿Quién te odia tanto?
Quedo a la espera de respuestas a todas estas cuestiones, atentamente le saluda, bla bla bla,
TB.

Alejandra dijo...

Muy mal, señor Ángel. A un avión, de la línea que sea, se lleva uno un bocadillo de salchichas o uno de lomo con pimientos (que chorree todo su aceite). Cuando todos los viajeros ya tengan el pan de plástico con el bacon artificial y estén al punto del vómito y sólo entonces, se saca usted el bocata de su pueblo (que huele a gloria) y se lo come.
Mi último vuelo iba a ser con Air Senegal (antes de que quebrara). Ya tenía listo mi bocata de panceta.

Ángel dijo...

Guisela, el tercero empezando por la multitud de la izquierda.

Tortugaboba, el acento neozelandés se distingue porque el que lo emite es de piel muy morena y viste taparrabos y collar hecho de colmillos de canguro. No puedo revelar dónde me apunté para conseguir esa habitación. Entiéndelo. Y una pista: la amiga de la infancia que me odia tanto ha hecho un comentario antes que tú.

Alejandra, y ahora me lo dices. Bonito te parecerá.

maría dijo...

La azafata no te malinterpretó. Simplemente encontró al pasajero que llevaba el Almax para colocarle el bocata chungo.

Todos los que hemos jugado al videojuego "ángel viaja a las British Isles" hemos ganado ese punto, el de la poli, el taxista, el barquero y hasta el más difícil, que era el del chambelán calvo. Te estás desentrenando...

Anónimo dijo...

E, amico Angelo,... cosa ne dici del bellissimo sofà rosso della stanza... sai se è un prodotto nazionale o, invece, è importato dall'estero...?

Ángel dijo...

María, a ver si llegaste al monstruo final, que viene en la siguiente entrada.

Anónimo, il sofá era un pó horteri, ma al finale uno se acababa accostumbrandosi de tanto vidérelo. Credo qui era d'importazione del mercadetto.