domingo, 4 de enero de 2009

Limpieza general

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Pensaba contaros unas cosas tremendas que me pasan y que no sabría calificar, pero Nils me disuade con el argumento de que estos días estáis todos apopléjicos y demasiado ocupados en dosificar vuestros jugos gástricos. Así que os despacharé unas migajillas de frivolidad superficial.

Ayer hice limpieza en mi habitación. Mis monásticas manías me capacitan para vivir con las pertenencias mínimas durante años y años, pero con una divertidísima peculiaridad: me conformo con poco, pero no suelo tirar aquello con lo que dejo de conformarme. Ayer mismo me deshice de dos tercios de mi vida en papel, piedra y tijera.

Lo mejor ha sido permitirme el lujo de conservar cartas, fotos, tebeos, álbumes de cromos y apuntes del cole y de la carrera. O sea, con el otro tercio de mi vida. El imprescindible, a fin de cuentas.

13 comentarios:

Nils dijo...

Yo guardé los apuntes de muchos años de EGB, BUP y la carrera, pero los acabé tirando todos. A fin de cuéntas, ¿para qué los quería? Nunca los iba a volver a ver y ocupan espacio.

El artista antes conocido como Bosco dijo...

Le noto pelín nostálgico, la verdad. Hay algo en su escrito que sugiere mas que suspiros ¿me equivoco?

Ángel dijo...

Nils, ahora no pongas peros, que has sido el instigador de todo esto.

Bosco, la nostalgia vendrá cuando empiece a leer cartas, o a ver fotos. No queda demasiado. Pero es nostalgia buena, ¿eh?

Anónimo dijo...

Es mejor que tires tú las cosas antes de que lo haga el impresentable de tu yerno.
No dirás que no te lo advierto con tiempo.

Alejandra dijo...

Empezamos el año fuertecito. Yo he tirado hoy dos móviles antiguos, un viejo ordenador de mesa, un ordenador portátil, mi primera máquina de escribir electrónica, un viejo equipo de música y el radio-casette que me regalaron cuando hice la Primera Comunión.
Un auténtico disparate. Sobre todo porque el último aparato se ha pasado en un estante veintinueve años. Que ya tiene cojones (con perdón). Aún así, me veo con un síndrome de Diógenes precoz (o no tanto) y saliendo en los periódicos.
Revise bien que seguro que no ha tirado todo lo que debería.

Ángel dijo...

Anónimo, precisamente iba a venir mi yerno a tirarme todas las cosas, pero no ha podido coger el autobús, porque estaba yerno.

Alejandra, queda la sección textil, la orgánica y la proteica.

ace76 dijo...

Una limpieza de esas viene bien de vez en cuando... aunque luego uno siemopre termina arrepintiéndose de haber tirado sus maravillosos cuadernos de parvulito...

Anónimo dijo...

Espero que seas consciente de que cuando recopilen material para el Museo Etnológico de Murcia dos tercios de la vida de Ángel no podrán ser ya expuestos jamás... En fin, siempre nos quedará el otro tercio, el imprescindible, a fin de cuentas...

Y no me des caña que sigo enferma.

Anónimo dijo...

Los apuntes y los cómics jamás se tiran. Uno no sabe cuánto valor cogerán en unos años en el mercado negro...

Ángel dijo...

Ace, te consolará saber que los conservo absolutamente todos. Desde los cuadernos de dibujo de parvulitos hasta los apuntes universitarios.

Maria, eran dos tercios absolutamente prescindibles y burocráticos. Queda el tercio esencial. Y tú, cuídateme.

Marvel Girl, ahí están. Pero jamás serán vendidos. Nunca se sabe cuándo pueden ser necesarios unos buenos apuntes de Naturaleza.

Isis dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lánguida y Maldito dijo...

Limpiezas de recuerdos...

Pasé de tener un síndrome de Diógenes avanzado (creía que las cosas tenían vida y me daba mucha pena abandonarlas a la suerte de un vertedero) a despreciar todo lo que parecía un objeto absurdo.
Ahora cuando vuelvo a casa de mis padres me encuentro con una habitación vacía y estéril.

Más vale quedarse con las cosas aunque parezcan basura, al fin y al cabo son memorias de nuestra vida. ¿Es basura, pues, nuestra existencia? Momento pseudo-filosófico de las dos de la tarde.

Anónimo dijo...

¿Qué te han echao Los Reyes?