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No soy, creo, especialmente sonámbulo. En reuniones de compadreo diverso sale el tema con frecuencia modulada, y es gracioso oír relatos de amigos que han despertado en otra habitación o que alguna vez se han visto sorprendidos en posturas inverosímiles o realizando actos impropios. A lo más que suelo llegar es a esa especie de botecito en la cama con sensación de vértigo que alguna vez todos hemos dado en estado de duermevela.
Esta noche, sin embargo, he sido portero de fútbol. Era una disputadísima final en la que participaban muchas caras borrosas y alguna cara conocida que no podía faltar al evento, como mi antigua profesora de solfeo o Héctor Alterio. No recuerdo quién ha chutado a puerta, pero haciendo gala y ostentación de mi agilidad desmedida me he lanzado a por el esférico como si me fuera la vida en ello.
Aún tengo la mano entumecida y los nudillos sonrosados por el dolor del golpe seco que he propinado a puño cerrado al cabezal de mi cama. Duele, sí, pero el dolor remitirá. No así la frustración de no llegar nunca a saber si mereció la pena o si ni siquiera en sueños soy capaz de jugar al fútbol.
No soy, creo, especialmente sonámbulo. En reuniones de compadreo diverso sale el tema con frecuencia modulada, y es gracioso oír relatos de amigos que han despertado en otra habitación o que alguna vez se han visto sorprendidos en posturas inverosímiles o realizando actos impropios. A lo más que suelo llegar es a esa especie de botecito en la cama con sensación de vértigo que alguna vez todos hemos dado en estado de duermevela.
Esta noche, sin embargo, he sido portero de fútbol. Era una disputadísima final en la que participaban muchas caras borrosas y alguna cara conocida que no podía faltar al evento, como mi antigua profesora de solfeo o Héctor Alterio. No recuerdo quién ha chutado a puerta, pero haciendo gala y ostentación de mi agilidad desmedida me he lanzado a por el esférico como si me fuera la vida en ello.
Aún tengo la mano entumecida y los nudillos sonrosados por el dolor del golpe seco que he propinado a puño cerrado al cabezal de mi cama. Duele, sí, pero el dolor remitirá. No así la frustración de no llegar nunca a saber si mereció la pena o si ni siquiera en sueños soy capaz de jugar al fútbol.
14 comentarios:
en el fondo, sabes que prefieres no saber jugar al fútbol bien.
No se puede ser capaz de todo, no señor.
Espero que el cabezal de tu cama no sea de hierro.
Nils, de hecho no quiero jugar ni en sueños.
María, es de madera. Pero de madera de la dura.
El futbol es una ordinariez.
¡Qué disgusto! este blog ya no es lo que era, vaya temitas.
Pe-pero... si es fútbol onírico. ¿Ni eso?
Pues nada, cierro.
Siempre es preferible al sueño en el que te encuentras en un examen del que no tienes ni idea y sabes que vas a suspender estrepitosamente.
El mundo de los sueños es apasionante:
a) A mi hace un año me despertó mi compañera de habitación (a la que tu conoces) diciendo; "Espabila, que viene la guardia civil", y con las mismas se volvió a dormir.
b) Hace una semana soñé que en el pasillo de mi casa había un monstruo que se comía a la gente y yo luchaba denodadamente para que mi ex-jefa se quedara en el pasillo y no pudiera entrar en ninguna habitación.
c) cuando acabé la carrera mi padre dijo; ahora veras como de vez en cuando sueñas que no la has acabado. Desde entonces una vez al mes (mas o menos) sueño que vuelvo a suspender sin fin el examen de Derecho Financiero, lo malo es que sigo cumplimiendo años...
Josevi, y además vas en calzoncillos y acabas suspendiendo el examen de Física 111 pese a la ayuda de los gilís.
Summer, o cuando soñaste que practicabas esgrima y luego te ibas de compras.
Yo sí soy medio sonámbula. De hecho, llevaba tiempo queriéndolo contar en el blog. Quizá...
Para que luego digan que durmiendo no se queman calorías...
Random, ansío ese post.
Marvel girl, ... ni se destruyen tejidos.
No se preocupe, a mi me paa que tampoco estoy hecho para el curling y ya me ve, lo llevo aunque lo sufra en silencio
Seguro que fue un paradón y dentro de ti hay un Casillas luchando por salir a la luz.
Bosco, sí, las cosas del curling han de sufrirse en silencio.
Ace, tan bien jugaba yo al fútbol que tuvieron que crearme ex novo el cargo de chupaposte derecho.
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