sábado, 26 de enero de 2008

Mi San Valentín más especial (continuación)

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Fue hace tres años, cuando aún me encontraba en pleno uso de mis facultades. Sobre todo de mi Facultad de Derecho. Entonces solía ser amado, temido, respetado, envidiado, venerado, denostado, admirado y tergiversado, a partes iguales, por toda la comunidad universitaria.

A principios de febrero, o sea, dentro de unos días, me comunicaron que el día 14 debía dar una conferencia a un grupo de jóvenes sacerdotes recién llegados de la Archidiócesis de Toledo para recibir las altruistas perlas de mi sabiduría.

En un primer momento el título de la conferencia era "La importancia del estudio del Derecho en los planes de estudio de los seminarios: cuestiones conflictivas entre Moral y Derecho" y tenía a mi disposición dos sesiones, a dos horas la sesión.

En un segundo momento el tema era el mismo, pero disponía de dos escasas horitas. Me pareció poco pero preparé una disertación para chuparse las meninges y que quedara fetén en tiempo récord.

Quince minutos antes de la conferencia, el Vicario General toledano me dijo que debido a ciertos imprevistos tendría que comprimir la lección a una hora. Pero no es el momento de jactarme de mi capacidad de síntesis, o lo que es lo mismo, de mi don para hablar con tal rapidez que sólo ciertas modalidades de celentéreos pueden entenderme.

La cuestión es que quise destruir el mito de una vez por todas. Acabar con la leyenda. Porque yo, a diferencia de Will Smith, no soy leyenda. Yo soy de carne y hueso, con sentimientos y tejidos orgánicos. Y consideré llegado el día. Entonces o nunca. Ya estaba bien de que tres tercios de la población murciana me tomaran por sacerdote, hasta el punto de ser requerido en dos ocasiones para recibir en confesión.

Opté por mi traje gris, quizá por ser el único que tenía. Pero lo acompañé de una camisa a rayas azules y rosas estridentes acompañada de una corbata rosa chicle aún más estridente. Me desordené un poco el pelo y llegué con mis RayBan de aviador y una barba rala de tres días de edad.

Pues eso mismo. Mientras cientos de parejas se contemplaban embelesados, se decían piropitos y se obsequiaban con fruslerías envueltas en lazos, yo reivindicaba enérgicamente mi condición laical ante la paradójica incredulidad de casi cincuenta curas.

14 comentarios:

Ángel dijo...

On-topic

He de decir que el trato fue inmejorable; que los sacerdotes aguantaron estoicamente una hora de conferencia a las cuatro de la tarde; y, sobre todo, que lo de ser requerido dos veces en confesión es totalmente en serio.

Nils dijo...

"hasta el punto de ser requerido en dos ocasiones para recibir en confesión" ¡Esto se merece un post urgente!

Mezclar rosa, azul y un traje gris es délito en algunas democracias occidentales, se ve que eres un temerario. Te animo a comprar un traje azul marino, y ropa de color no estridente con el que parecerás un ejecutivo brillante y no un cura ni un espectro con corbata de Paco Clavel. Además, el rosa brillante, fucsia y derivados es el color demodé de los modernillos de provincias, evitalo.

Ángel dijo...

Nils, no hace falta post especial. Ya van dos ancianas venerables que se me han acercado un rato antes de misa con propósito expiatorio, para acto seguido marcharse decepcionadas ante mi condición seglar.

Stepario dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Stepario dijo...

Esto se arregla llevándote a tu novia a misa.

laura dijo...

Pues yo te animo a que te vistas como te dé la gana y a que disfrutes de este San Valentín en buena compañía.

Ángel dijo...

Stepario, tú todo lo arreglas llevándote a mi novia a misa. Eres tremendo.

Laura, igualmente. Porque hay San Valentín después del matrimonio, ¿no?

Anónimo dijo...

ahhh ¿y lo de la barba de dos días decidiste que te molaba y te la has dejado para siempre?
Sigo una terapia antiedad, consiste en hacerme a la idea de que todos cumplimos años asi que respiro hasta llenar mis pulmones y digo; ES MI CUMPLEAÑOS!!!!

Centro Picasso Vilnius dijo...

Si es que de tanto andar con curas se pega el allure. Mi amiga está trabajando en un geriátrico para las monjitas viejas de las esclavas de cristo rey y empieza a tener un cierto aire monjil, un je ne sais quoi de beatífico. Es que en esta vida todo se pega...

Ángel dijo...

Dori, mi barba mola mazo, y además no es rala ni de dos días. Está cuidada con esmero y con maquinilla. ¡Y felicidades!

Superflicka, sí, todo se pega, menos la hermosura y la cuenta corriente.

Anónimo dijo...

Las cuatro de la tarde....qué hora más chunga...el que hizo el programa no te quería mucho!

laura dijo...

San Valentín y mucho más, si yo te contara...

Juanikilator dijo...

Coincido con quien te ha dicho que esa combinación de vestir elegida es, a priori y a posteriori, cuanto menos indigna de ti. Es contradictorio mezclar eso con un look moderno informal de pelo despeinado, gafas de aviador y barba rala. Perdóname de que te diga de que te equivocaste.

Antonio Rentero dijo...

Ah, pero... ¿tú no eras cura?

Yo creía que eras de la misma órden que mahn...