domingo, 31 de diciembre de 2006

De formaciones musicales

Cuando era niño me preguntaba por qué la gente usaba las breves pausas entre los movimientos y piezas de los conciertos para toser, carraspear, y dar a la sala un aspecto de hospital para tuberculosos pudientes.

Por supuesto, la cuestión sigue abierta y aún nadie ha sabido responderme.

¿Vosotros lo sabéis?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que puedo avanzar una respuesa: porque durante la música no podían ser escuchados con la suficiente atención, ya que la gente suele prestar atención a lo que se está tocando. De todos modos, esos estornudos me parecen adorables. En ocasiones son, con mucho, lo más interesante de los conciertos. Para el bien de la música, sería conveniente prohibir el acceso a toda persona que no demuestre un determinado grado de catarro. Y crear partituras para estornudos, toses y carras-peos.

Terzio dijo...

Cuando la catastrófica retirada de Napoleón de la Madre Rusia, los derrengados soldados esparcieron por toda Europa una cepa del virus del morbo-psicofónico. La variedad continental llegó a América durante la Guerra de Secesión, y una variedad del virus evolucionó en China cuando la ocupación inglesa de Hong-Kong, esparciéndose por toda Asia continental e insular.

El año que ardió el teatro La Fenice de Venezia, se descubrieron entre los restos de bastidores de antiguas tramoyas del tiempo de Verdi dos interesantes muestras orgánicas (pelos de bailarinas del cuerpo de ballet) que confirman la hipótesis de la mutación genética de la antigua cepa ruso-gala.

En Bayreuth, la variante viral es endémica; en Salzburgo, recientemente confirmaron otra, emparentada con un raro endemismo local de la Musikverein de Viena.

+T.

Jen dijo...

Creía que habías dicho que no ibas a escribir por ser el último día del año, ah, claro! pero eso era lo que parecía, timadooor. Y míralo! Uno que rehusaba de hacerse blogs y ahora ayuda a hacerlos Esperemos que al nuevo bloggero le vaya bien en sus hazañas y pase de la primera.¡Feliz año y alabado sea Dios! Y no es una blasfemia.

Ángel dijo...

Comparto la tesis de mahn, aunque no estoy de acuerdo con ella. Mi gran amigo Morales proponía hace unos días la creación de un carnet cultural por puntos. Éstos se irían sustrayendo por cada ruido extemporáneo emitido.

Se le ocurrió tras un concierto durante cuyos momentos más culminantes, más sublimes, más delicados... un señor calvo realizaba contorsiones con una crujiente bolsa de plástico. No lo hacía mal y su esfuerzo me pareció encomiable, pero no estaba a la altura de la contralto.