martes, 5 de diciembre de 2006

Aforismo musical

Lo más incómodo de escuchar a Glenn Gould no es que tararee mientras toque, sino que desafina mientras tararea.

9 comentarios:

emilcar dijo...

Al menos no tararea mientras mea

Ángel dijo...

Emilcar, ¿dónde quedaron tus modales victorianos?

¡Veinte flexiones cara a la pared alrededor del patio!

Terzio dijo...

Bueno...

Pero es entrañable, ¿no?. Hay, existe, una generación de melómanos que se han iniciado con G.G. y su sotto voce.

Es, diría yo, una variante personalizada del "bajo contínuo"...si me explico.

Yo no soy adicto, pero me cae simpático G.G. y su ronroneo.

Yo también ronroneo...

+T.

Ángel dijo...

Por supuesto.

Hubo una época en la que no dejaba de escuchar las Variaciones Goldberg versión don Glenn, criterios historicistas aparte.

Criterios historicistas incluidos, la de Pierre Hantaï, en el cd "Stupeurs et tremblements".

Bienvenido, Terzio.

Franciscus Alonsus dijo...

Ronronear, los gatos y don Corleone.

Anónimo dijo...

Lo de Gould era premeditado y alevoso: no desafinaba, enriquecía la polifonía cantando una segunda línea melódica a una distancia interválica transgresora. Ahí donde le ves, lo tenía todo tan controlado como la altura de su banqueta :P.

Ángel dijo...

Gould ejerció, y ejerce, sobre mí, una especie de magia extraña. Me suelo obsesionar con determinadas piezas. Ya me ocurrió con el Lamento de Dido, por ejemplo.

Ahora mismo no me puedo quitar de la cabeza el segundo movimiento del concierto n. 23 para piano y orquesta de Mozart. O el largo del concierto para clave BWV 1056, por culpa de la hermana de Hannah y Michael Caine.

En fin, paciencia... Menos mal que no sé tenerlo todo tan controlado como la altura de mi banqueta.

:mrgreen:

Anónimo dijo...

- Acerca de la 'especie de magia extraña': Gould la ejerce sobre todos, me temo.

- Acerca de la 'obsesión por determinadas piezas': es compartida, me temo también. Purcell y el Lamento de Dido llevan dentro de mí muchos años y aún no han dejado de sonar [http://themayandricway.spaces.live.com/blog/cns!110BE901EC0987D6!925.entry]. El Adagio del concierto 23 de Mozart formó parte de mi programa de curso hace ya casi tres años; cuando acabó el curso dejé de tocarlo (duele demasiado), pero no deja de sonar. Las Goldberg aguardan todas impacientes y respetando su turno en mi mp3 para cuando me suba mañana al tren. Y a veces me cuesta apagar la mente y dormir porque la música no para de bailar.

- Acerca de la 'altura de la banqueta': yo siempre la bajo hasta el tope; supongo que es para evitar Caídas y Golpes.

- Acerca de 'acercar a Dios a una chica sola en la ciudad en una noche difícil más de nubes que de estrellas': gracias.

- Acerca de '¿a qué ha venido el "acerca" anterior?': no tengo ni idea. Quizá es que 'la cosa está muy mala' y el Farolero siempre nos enciende una luz cuando estamos a punto de mandarlo todo al carajo.

Ángel dijo...

Las Autoridades Sanitarias deberían advertir, no obstante, que la lectura de este blog puede tener afectos adversos.

En cualquier caso gracias, Mayandra. ¿O de nada?