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En mi trabajo, además de tentempiés, se inauguran exposiciones de la más variada índole y del más misceláneo pelaje. La última de todas, una colección de figuritas de cera que, lejos de ser monísimas, andan próximas a la sección de horrores del cualquier museo de cera que se precie.
Hace años no había tantas fotos como ahora, quizá por las frecuentes hambrunas y la falta de féculas, quizá por no haberse inventado aún la cámara de fotos. Para los estudiantes de Medicina era tarea ardua identificar las diferentes enfermedades a partir de las solas descripciones de los ancianos catedráticos del lugar. Así, se daban muchos casos de lipotimias diagnosticadas como síndrome de Tourette y tratadas con raspados de útero.
Para poner solución a tan lamentables situaciones, artesanos enceradores fabricaban reproducciones a escala real de miembros y miembras afectados de costras, pústulas, verrugas, granitos y rojeces. Todos ellos expuestos a menos de veinte metros de mí. Altos y bajorrelieves de piernas, brazos, caras y partes picantonas de un realismo patológico atroz, e incluso un par de niños de cuerpo entero aquejados de tiña y sarampión sobre sus dos camastros de atrezzo.
La exposición, interesantísima. Yo, sin poder ingerir pacíficamente ni un canapé desde la inauguración.
En mi trabajo, además de tentempiés, se inauguran exposiciones de la más variada índole y del más misceláneo pelaje. La última de todas, una colección de figuritas de cera que, lejos de ser monísimas, andan próximas a la sección de horrores del cualquier museo de cera que se precie.
Hace años no había tantas fotos como ahora, quizá por las frecuentes hambrunas y la falta de féculas, quizá por no haberse inventado aún la cámara de fotos. Para los estudiantes de Medicina era tarea ardua identificar las diferentes enfermedades a partir de las solas descripciones de los ancianos catedráticos del lugar. Así, se daban muchos casos de lipotimias diagnosticadas como síndrome de Tourette y tratadas con raspados de útero.
Para poner solución a tan lamentables situaciones, artesanos enceradores fabricaban reproducciones a escala real de miembros y miembras afectados de costras, pústulas, verrugas, granitos y rojeces. Todos ellos expuestos a menos de veinte metros de mí. Altos y bajorrelieves de piernas, brazos, caras y partes picantonas de un realismo patológico atroz, e incluso un par de niños de cuerpo entero aquejados de tiña y sarampión sobre sus dos camastros de atrezzo.
La exposición, interesantísima. Yo, sin poder ingerir pacíficamente ni un canapé desde la inauguración.
18 comentarios:
Si es que hay gente que se entretiene con unas guarrerías que de verdad vaya asco. Yo es que creo que médico nunca podría haber sido, además de tener que estudiar y eso luego andan todo el día con porquerías, que si orina que si heces...
Guglee usted Ron Mueck. ¿Era algo parecido, pero con tiña y sarampión?
Gesualdo, yo al principio iba para médico, hasta que descubrí que, en ocasiones, se ven muertos.
Paul Spleen, sí, pero a tamaño real, descuartizados y de cera. O sea, que no se parece en nada.
Si no hay niños hidrocefálicos metidos en frascos de formol, es una exposición para todos los públicos y tú un aprensivo... :-D
¿Dónde está expuesta 'la obra'? ¿Y hasta cuándo?
Si me lo pudieras indicar, te estaría muy agradecido. Tanto como cuando descubro que has publicado un nuevo post.
El segundo párrafo de mi anterior comentario no lo he escrito yo, sino Google Reader. Conste en acta.
Ace, te vas a librar porque no he podido hacerle ninguna foto a las esculturas, pero tú no aguantas dos minutos seguidos en compañía de tanta urticaria.
Dr. Abenza, Archivo General de la Región de Murcia, pero creo que mañana retiraban la exposición, lo cual te deja esta tarde. Y gracias al Google Reader, que cuando se pone, se pone.
Cuidado. Cuando se enteren de tu afición a la morcilla, organizarán una de vísceras céreas.
Fdo: Güali (la fan).
Acá se dialoga en un altísimo nivel académico. No alcanzo a pensar un comentario digno de este excelente blog. Sólo se me ocurre opinar que lo expuesto en el post me recuerda a esas películas alemanas sobre médicos sin escrúpulos(una de ellas: Anatomía, creo).
Estoy por envíarles un vaciado de mi oreja derecha que me la acaban de operar (por si sirve de algo al asunto de las exposiciones).
Si lo ve de interés, se la hago llegar por correo urgente.
Saludos.
María, pues las vísceras céreas eran adoradas con doble genuflexión en las sociedades esdrújulas.
Álvaro, bueno, académico académico... regular. Tú comenta lo que te dé la gana, que aquí cabe todo, como en tantos otros sitios.
Alejandra, la exposición acabó anteayer, pero mándemelo todo por correo. Creo que ya va siendo hora de tomar medidas urgentes.
Dios, ¿pero dónde trabajas alma cándida???? Qué tortura...
Besito!
ESpera que no le he dado al "enviar por correo electrónico comentarios de seguimiento". Ahora sí. jajajjaaj
Tortugaboba, en la morgue. ¿No es obvio?
Jajajajjajaja, ma dao, ma dao el ataque de risa Ángel, jjajajaj
Llegué, llegué a la exposición. Pero ya era tarde y no quedaba ni el bedel del edificio. Gracias de todos modos, Ángel.
No obstante, me traje a casa un archivador viejo; lo cogí del lomo y me lo eché a la mochila. Un recuerdo del lugar, claro. El problema es que habla mucho, se levanta a fumar de madrugada y no sabe enviar e-mails... cosas de la edad, supongo.
Madre mía qué asquito. Normal que no pudieras comer nada, seguro que las lonchitas de salmón te parecían trozos de tejido.
Doc, mire que me extraña lo del bedel, porque nos encargamos de disecarlo a base de leerle muchas veces las dos primeras páginas del guión de "Las chicas de la Cruz Roja".
Random, ya que sacas el tema del asco a colación, no sólo había cera, sino también trocitos de verdadero tejido e incluso algo de vello púbico. Guay, ¿eh?
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