lunes, 2 de marzo de 2009

Crónicas laborales: latrocinio gastronómico

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En mi trabajo, de cuando en cuando, se inauguran exposiciones culturales o se realizan cursos y congresillos con motivo del ofrecimiento de aperitivos. Es práctica común en administraciones y entes públicos. De mis años universitarios conservo aún en la memoria -y recuerdo con nostalgia y salivación abundante- aquellas mesas redondas sobre las cuales se ofrecían cantidades ingentes de montaditos y otros manjares que yo me encargaba de mermar conforme a mi condición de estudiante simbionte: yo les proporcionaba a ellos sabiduría y ellos a mí comida gratis.

Ahora, plenamente insertado en el mercado laboral, sigo sin superar del todo las tentaciones de Behemot. Si, en siendo un lozano mozalbete, ya me costaba pasar inadvertido entre las mesas de conspicuos congresistas y autoridades académicas, ahora no es para menos. El otro día, sin ir más lejos, tuve que acometer la denodada empresa de proporcionar amena charla a un profesor de Filosofía para ganarme una empanadilla y unas cuantas almendras.

No sé qué impacto tendrá la teoría que improvisé sobre el noúmenos kantiano pero, con un poco más de tiempo y alguna copa de vino, hubiera podido reinterpretarle el Tractatus de Wittgenstein.

19 comentarios:

ace76 dijo...

Yo creo que podrías intentar hacerte pasar por un entomólogo polaco y así ahorrarte conversaciones absurdas...

Los canapés son mi perdición. Sacan la fiera corrupia que hay en mi.

Ángel dijo...

A mí me ocurre lo mismo. Que se lo pregunten a las camareras de los cocktails de las bodas y saraos diversos. Llego al primer plato con dificultades cardiorespiratorias.

Nils dijo...

recuerdo que en la inauguración de la Regata Volvo Ocean Race el catering para prensa era infumable y me negué a acercarme y dar codazos por patatas fritas de bolsa y bollería rancia. Luego me di cuenta de que había evolucionado en el arte del canapeo y ahora soy un gourmet.

TortugaBoba dijo...

Lo que hay que hacer por un vil canapé. ¿Estaba bueno?
Oye, ¡te has hecho seguidor de ti mismo! jjajajaj
Besooooo

Ángel dijo...

Nils, el cuerpo se hace a todo. Hasta a la tortilla Hacendado.

Tortugaboba, sí, soy mi principal fan. El piscolabis, regular, pero había hambre.

TortugaBoba dijo...

¿Eres tu principal fan? jajajja
Claro, por eso has esperado a ponerte el último, ahora lo entiendo :P
Muaks.

Ángel dijo...

¿El último? Jo.

TortugaBoba dijo...

Veamos Ángel: al ponerte el último sales el primero en la lista :P
("los últimos serán los primeros...")

Gesualdo dijo...

Es de conocimiento general que la categoría de un evento cultural no se mide por la superficie total de lienzo expuesto ni por el volumen sonoro, medido en decibelios, que alcance la orquesta, o coro, como podrían pensar personas carentes de la más mínima sensibilidad artística, sino por la calidad de los fritos. Incluso yo, comedor compulsivo de frutos secos, he de reconocer que donde hay una buena "cocreta" hay arte y categoría, lo demás son cosillas para fiestas de cumpleaños en pisos de estudiantes.

Y ya que meto el cazo en tu blog aprovecho la ocasión para reivindicar el castizo nombre que otrora se solía dar a estos eventos hoy un tanto en desuso; "Vino español".

Ángel dijo...

Tortugaboba, en cualquier caso espero no haber sido el último.

Gesualdo, ¿cómo que otrora? Aún hoy se les sigue llamando así. Con de la confusiones que eso me acarreó las primeras veces, pensando que no habría condumio sólido...

Gesualdo dijo...

Se sigue llamando, pero ya no aparece tanto la denominación en los programas, yo creo que debido a la suprema ignorancia de los que piensan que en un vino español no pueden servirse cerveza del DIA, de ignota procedencia por tanto, y pistachos iraníes.

Arthur dijo...

El desarrollo comunicativo en eventos sociales es equivalente a la ingesta de canapés... vaya, interesante teoría. Yo, la verdad, es que en esos casos me limito a la cata de vinos de todo tipo, tinto, blanco, rosado...cuantos más colores mejor...tal vez por eso recibo pocas invitaciones para actos de ese tipo. Bueno, siempre me quedarán los portales y el Don Simón. !Un saludo!

Anónimo dijo...

Por fin me has hecho caso y has colocado de manera tan certera como es propia de ti el binomio sustantivo + adjetivo que haría regresar a todos los ausentes y en barbecho a este blog tan cultural e intelectualmente interesante: "comida gratis".

Summer dijo...

Por hacerme una composición de lugar; ¿ese profesor de filosofía era de la facultad de Filosofía o de la de Derecho?

filomela dijo...

Tienes un futuro prometedor en la Universidad, llegarás a catedrático. A la mayoría de los que he conocido es más fácil encontrarlos apostados en la mesa de los canapés, de donde no se mueven hasta que no han saciado el hambre. Ergo...

Ángel dijo...

Gesualdo, es que donde se pongan los pistachos iraníes que se quite el caviar de Helsinki.

Arthur, pensé que te habías extinguido, presa de tu afición desmedida a probar vinos de todos los colores.

María, jamás me has dado semejante consejo. Ni consejo semejante.

Summer, era institucional. O sea, de instituto (tachán).

Filomela, el problema es que yo compagino la ingesta desmesurada con la investigación. Creo que me quedo en titular.

Anónimo dijo...

"Jamás" y "siempre" son palabras harto peligrosas.

Ángel dijo...

Sobre todo en los tests para los exámenes de conducir.

Anónimo dijo...

Estoy que no quepo de gozo en mi mismo, me acaban de convidar a un vino español, así con todas las palabras. Eso sí, me han dicho que tengo que llevar las piernas depiladas. No, no penséis cosas raras que es la presentación de un equipo ciclista en el que con malas artes me he visto enrolado.