Ya sé que, al ser murciano de nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte, aparezco en el imaginario colectivo como un huertano noble y leal que tararea letras de seguidillas mientras trabaja con el arado antes de volver exhausto a su barraca a comer morcillas crudas y a apretarle el refajo a su moza.
Lo cierto es que mis contactos con el sector agropecuario se limitan a una ocasión en la que, a la edad de dieciséis años, tuve que trabajar como recogedor de albaricoques y transportador de cajas de susodichos a razón de tres mil quinientas pesetas el día entero para poder costearme un viajecillo de solaz y esparcimiento con algunos compinches.
De sol a sol, de caja a caja y del cántaro a la fuente. Me gustaría destacar que al final de la jornada, cuando los últimos rayos de luz se posaban, delicados, sobre mi aparato locomotor absolutamente destrozado por el dolor insoportable que causan las roturas fibrilares en organismos zarrapastrosos apareció el terrateniente altruista de las tres mil quinientas pesetas y nos señaló que todavía nos faltaban las copas de los árboles y el suelo. Porque, como sabéis, la fruta madurísima del suelo embarrado es la que se usa para los tetrabriks ricos en vitamina C.
Y fue entonces cuando me convertí en el marxista detractor de zumos de albaricoque que todos conocéis.
Lo cierto es que mis contactos con el sector agropecuario se limitan a una ocasión en la que, a la edad de dieciséis años, tuve que trabajar como recogedor de albaricoques y transportador de cajas de susodichos a razón de tres mil quinientas pesetas el día entero para poder costearme un viajecillo de solaz y esparcimiento con algunos compinches.
De sol a sol, de caja a caja y del cántaro a la fuente. Me gustaría destacar que al final de la jornada, cuando los últimos rayos de luz se posaban, delicados, sobre mi aparato locomotor absolutamente destrozado por el dolor insoportable que causan las roturas fibrilares en organismos zarrapastrosos apareció el terrateniente altruista de las tres mil quinientas pesetas y nos señaló que todavía nos faltaban las copas de los árboles y el suelo. Porque, como sabéis, la fruta madurísima del suelo embarrado es la que se usa para los tetrabriks ricos en vitamina C.
Y fue entonces cuando me convertí en el marxista detractor de zumos de albaricoque que todos conocéis.
21 comentarios:
¿Tardaste 16 años en saber que la fruta de los zumos es la del suelo y la pocha que no se queda en los mercados de abastos?
¿Sólo de albaricoque?
¿Zumo de albaricoque?
Nils, ¡pero sabía tocar el violín!
Filomela, única y exclusivamente.
José Miguel, eso nos dijo el terrateniente. Ahora que lo pienso... ¡maldita sea!
¡Qué país de flojos! Resulta que trabajar trabajar, lo que se dice trabajar lo has hecho una vez en la vida, probablemente incluso en otro milenio, y aún te produce un recuerdo traumático. Menos mal que tenemos a esos simpáticos inmigrantes subsaharianos, vulgo negros, o magrebíes, vulgo moros, si no ni zumo de albaricoque ni nada tendríamos que echarnos al coleto.
Pues yo me acabo de enterar ahora de que la fruta del suelo es la de los zumos. Bien pensado, tiene su lógica...
¿Estás seguro de que la imagen colectiva de los murcianos es esa? :-D
Gesualdo, con "una buena guerra (o mili en su defecto) teníais que haber pasado vosotros" te hubiera quedado el comentario redondo.
Ace, no. La que se tiene es normalmente peor y se basa en la sección de sucesos de los informativos de Antena 3.
Es decir: la parricida de Santomera o el de la katana.
Me quedo con el güertano.
A este paso, como me siga quitando de cosas, me alimentaré de aire... y ni eso.
El de la katana tenía fans loquitas por él...
Que yo sepa nacer has nacido; crecer, lo que has podido después de tanto albaricoque; reproducirte lo ignoro, pero morirte creo que no.
Ergo no eres un auténtico murciano.
Marvel Girl, ¿te he pillado en una sesión de striptease?
Ace, pero por su parecido a Squall, uno de los protas de Final Fantasy. Y porque la gente está absolutamente desquiciada.
María, algún día te contaré cómo morí y resucité gracias a unos contactos en la Consejería de Medioambiente.
¿Y el que se paseaba con la cabeza de su madre por mitad de la plaza del pueblo no era también murciano?. Direis lo que querais, hermanos, pero es que para tan poco kilómetro cuadrado y densidad de población, os llevais la palma. Lo compensais con los productos de la huerta (que son un consuelo, según comentan).
(A mí las huestes de Santiago).
Coñó. No sabía nada de eso. Es que yo soy más urbanita (jatetú). A partir de ahora, no al zumo de albaricoque. Ea.
Beso.
Por cierto, que no sabía yo que eras murciano, a todo esto vaya...
Alejandra, y el que hizo la tesis en Derecho Canónico, no sé si lo recordarás.
Tortugaboba, sí señorita, murciano de pro. Y más urbanita que yo... no creo, créeme.
Lo recuerdo perfectamente, señor Ángel. Seguí todo el proceso cuando era una fan oculta de su blog.
Le diría que su tesis cambió mi vida pero, tal vez, sería más prudente leerla o callarme. Optaré por lo segundo (con todos mis respetos).
No sé que es eso de albaricoques... por mi zona sólo se recogen albercoques, ¿estás seguro de que no eran melocotones? :P
Alejandra, entonces eras la fan oculta de mi blog aún no creado...
SIE, no no, lo decía bien claro: man-da-ri-nas.
Visitar este blog se está convirtiendo en el instrumento más eficaz para reírme a pesar de la que se me viene encima. Auguro próximos comentarios absurdos en pago. Tú solito te lo has buscado.
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