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Han sido numerosas las quejas que he recibido por escribir una entrada como la del martes pasado: incoherente, inconexa, traidora, inconfesa y mártir. A modo de desagravio escribo estas líneas cargadas de solemnidad y seriedumbre sobre los tres momentos más importantes de mi vida en los que suelo perder la noción del tiempo.
Momento 1: al levantarme. Separar sueño de vigilia es para mí tarea ímproba, con mención especial para esas ocasiones excepcionales por buenas y por infrecuentes en las que puedo permitirme el lujo de una siesta de ocho metros cúbicos. Tras esas suelo despertar y pensar que soy el Nuncio Arístides Rinaldini de visita pastoral por las vascongadas.
Momento 2: cuando llego a casa de noche, como ahora, y se me olvida recordar que donde otrora había un microondas con su reloj, desde Navidades hay una cava con su termostato a 15 ºC. Rara es la noche en la que no pienso que son las tres de la tarde.
Momento 3: en compañía de buenos amigos. El tiempo se ralentiza de forma insoportable.
Ya.
Han sido numerosas las quejas que he recibido por escribir una entrada como la del martes pasado: incoherente, inconexa, traidora, inconfesa y mártir. A modo de desagravio escribo estas líneas cargadas de solemnidad y seriedumbre sobre los tres momentos más importantes de mi vida en los que suelo perder la noción del tiempo.
Momento 1: al levantarme. Separar sueño de vigilia es para mí tarea ímproba, con mención especial para esas ocasiones excepcionales por buenas y por infrecuentes en las que puedo permitirme el lujo de una siesta de ocho metros cúbicos. Tras esas suelo despertar y pensar que soy el Nuncio Arístides Rinaldini de visita pastoral por las vascongadas.
Momento 2: cuando llego a casa de noche, como ahora, y se me olvida recordar que donde otrora había un microondas con su reloj, desde Navidades hay una cava con su termostato a 15 ºC. Rara es la noche en la que no pienso que son las tres de la tarde.
Momento 3: en compañía de buenos amigos. El tiempo se ralentiza de forma insoportable.
Ya.
11 comentarios:
Al fin una entrada coherente, conexa, fiel, confesa y... ¿no martir? de la cual poder desgranar tu compleja personalidad, sin duda lo más dificil después de la resolución de la ecuación del funcionamiento de un chupete.
Un saludo!
Toda entrada siempre es buena cuando sale de dentro.
Momento 1: lee a Descartes.
Momento 2: quizás el tiempo es transversal. Sal a la calle.
Momento 3: jugar al twist.
Josevi, inmártir o desmártir, como la famosa marca de césped.
Habibi, pues no sé si será buena, porque a mí esta entrada me ha entrado de fuera.
lo decía por la anterior.
Ah sí, aquella sí que me salió de dentro. En concreto, creo recordar que del interior, de las entrañas, de la parte entrañable, para ser exactos.
Cielos, si es verdad que sueño,
suspendedme la memoria,
que no es posible que quepan
en un sueño tantas cosas.
¡Válgame Dios! ¡Quién supiera,
o saber salir de todas,
o no pensar en ninguna!
Para solemnidad y seriedrumbre, siempre nos quedará Calderón.
¿Y dónde calientas ahora la leche?
Perdón, seriedumbre.
Efectos de la resaca matutina.
Al leer tus versos yo siento, María,
cierta comezón que describir no quiero,
porque me he bebido, en buena compañía,
una botella de Ribera de Duero.
He tenido que ver la foto del cava... ¿Y ahora donde está el microondas?
Ahora el microondas ocupa el lugar donde estaba uno de los dos toneles de vino, y el tonel de vino ocupa el lugar que ocupaba la thermomix, y la thermomix ha quedado arrinconada y relegada a la sima de los electrodomésticos olvidados.
¿La cava a 15º? Mejor 10...
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