Cuatro años y pico de tesis doctoral, de investigaciones, problemas, correcciones de los problemas, correcciones de correcciones, viajes, parones, correcciones de los viajes, correcciones de los parones...
De cada errata, de cada erratita presumida que subsanaba, surgían siete más, como ocurre con las cabezas de la hidra, con las espinillas o con los trocicos de escoba de "El aprendiz de brujo".
Por eso mismo, cuando he ido a recoger de la encuadernadora los ejemplares finales de mi tesis, en un rojo magenta y jurídico con letras doradas estupendísimas y he visto en el encabezado,
UIVERSIDAD DE MURCIA
además de sufrir cuatro infartos y un comienzo de ostepatía, he decidido dejarla en la imprenta, perder un día de plazo y presentarla mañana.
Para perfeccionista, un servidor.