Enfrascado como estoy en pleno proceso corrector, evaluador y revisor, decidí hace dos semanas resucitar mi cuenta de Filmaffinity y calificar de uno a diez absolutamente todas las películas que he visto en mi vida. En su momento me provocó pereza atroz, pero el caso es que ando ya por las quinientas cincuenta y siete votaciones y ya tengo hasta almas gemelas.
Las dos últimas películas se han llevado sendos merecidísimos nueves, sobresalientes con opción a matrícula. La familia, de Ettore Scola, me pareció un ejercicio narrativo magistral. En dos horas abarca casi cien años de familia burguesa italiana, desde principios de siglo hasta los locos años ochenta. Algo así como la trilogía española de Alberto Closas y José Luis López Vázquez, pero de un golpe, sin cursilería atroz y sin Pepe Isbert.
La segunda, Sang Woo y su abuela, es una fabulilla en la que el típico nene chino, urbanita y cabroncete tiene que pasar una temporada en el campo con su típica abuela china, ruralita y abnegada. Cómo una historia así puede contarse de forma tan nueva debe de ser uno de los misterios arcanos del Lejano Oriente. Es deliciosa, y no se hable más, salvo para decir que, además, la película nos hace empatizar por momentos con el Rey Herodes, ese hombre sabio que sucumbió a una pasión demasiado humana.
Las dos últimas películas se han llevado sendos merecidísimos nueves, sobresalientes con opción a matrícula. La familia, de Ettore Scola, me pareció un ejercicio narrativo magistral. En dos horas abarca casi cien años de familia burguesa italiana, desde principios de siglo hasta los locos años ochenta. Algo así como la trilogía española de Alberto Closas y José Luis López Vázquez, pero de un golpe, sin cursilería atroz y sin Pepe Isbert.
La segunda, Sang Woo y su abuela, es una fabulilla en la que el típico nene chino, urbanita y cabroncete tiene que pasar una temporada en el campo con su típica abuela china, ruralita y abnegada. Cómo una historia así puede contarse de forma tan nueva debe de ser uno de los misterios arcanos del Lejano Oriente. Es deliciosa, y no se hable más, salvo para decir que, además, la película nos hace empatizar por momentos con el Rey Herodes, ese hombre sabio que sucumbió a una pasión demasiado humana.
4 comentarios:
Allá que me voy a ver online esas películas tan bien calificadas como "deliciosas y no se hable más" y puntuadas con un nueve con opcion a matricula. Gracias, Ángel.
Desde aquí juro solemnemente llamar a mi trigésimo quinto hijo/a de vigésimo segunda esposa distinta Chencho.
Ya tienen que ser buenas esas películas para que reciban dos décimas más que yo. Aunque te veo más comentando películas malas dictaminando "Mi nota: Puta mierda. Puta mierda, Montgomery; Puta mierda."
Ninguno, pues ya me darás tu opinión, que habrá de ser la mía.
SmoothJay, ¿yo, malas palabras? Vamos, sabes que jamás diría "Montgomery".
Pues si, Ángel, de momento he visto "Sang Woo y su abuela" y coincido de veras: es una película deliciosa. Me ha encantado. De hecho desde que la vi no paro de parafrasear a Sang Woo cuando le dice a su abuela lo que le gusta comer: "Pizza, hamburguesa, pollo kentucky".
Que tus noventa y tantos seguidores lo sepan, que tienes razón.
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