sábado, 9 de mayo de 2009

Flores

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Anteayer, a media mañana y en pleno fragor laboral estilo lleva estos papeles para allá y trae aquellos para acá, me sorprendió una señora por la calle, que con su mediana-tercera edad, su aspecto absolutamente normal y una sonrisa, me entregó una de las flores que llevaba. Yo esperaba que acto seguido me pidiera una limosna para las búlgaras sordomudas, o me vendiera un panfleto, o me hablara de Jehová, o me limpiara el aura al estilo Phoebe a cambio de la voluntad.

Pero no. No quiso absolutamente nada. Me dijo muy serena e igual de sonriente que a ella le gustaba ver a la gente feliz, sin más. Y siguió su camino, dejándome con la flor, con cara de repóker y con conciencia de buscarle siempre los tres pies al lado oscuro de la vida.

Convendréis conmigo, al menos, en que no es una estampa muy usual pero, lo fuera o no, a veces esa desconfianza suspicaz que nos lleva a pensar que todo va con segundas y que todos tienen, como poco, un par de vidas ocultas, nos lleva directos hacia el cinismo total.

A mí se me iluminó la mañana, y a vosotros os ha provocado un post que parece escrito por Paulo Coelho y que desentona casi tanto en este blog como la señora de las flores en la civilización occidental.

¿No?

13 comentarios:

Nils dijo...

me temo que no desentona...

y si te dan flores por la calle, imagina la cara de trsiteza y necesidad que tendrías...

TortugaBoba dijo...

Jajajaj, me estoy riendo por el comentario de Nils, de tu supuesta cara de tristeza.
¡Descreído hombre! Existen personas que dan flores porque sí, y hasta la hora te dan si hace falta. A saber qué le había pasado a esa señora para llevar a cabo esa gesta, pero qué cierto que pensamos que todo tiene un precio. Una vez regalé dos entradas para la ópera en la puerta de un teatro a dos señoras mayores, porque se me habían quedado colgadas y porque ese día me sentía dichosa. ¿Le iba a cobrar yo a esas señoras que esperaban en la cola de la reventa para ver un acto cultural? La cara de las mujeres era un poema, esperaban que les pidiese que me pusiesen en su testamento por lo menos, sin embargo les dije "a disfrutar" y me fui corriendo, porque no quería que pensasen que estaba como un cencerro (hubiesen pensado bien).
Ángel, ya va siendo hora que creas en la condición humana a ratos aunque sea, que es lo que hago yo :)
¿Algún buen samaritano para ayudarnos a Ángel y a mí con el puñetero html?
Besoooo

Anónimo dijo...

Si.

Ángel dijo...

Nils, iba con la cara de siempre. Madre mía, ¿tengo cara de tristeza?

Tortugaboba, el caso es que ahora que lo dices, yo también regalé una vez unos descuentos jugosos que me quedaban para el cine, y los donatarios se quedaron bastante moscas, como pensando dónde estaba el truco... o la cámara oculta.

Juanlogp, pos eso.

maría dijo...

Lo que damos nos es devuelto.

Piensa en ello, Ángel.

Y se lleve la cara que se lleve seguro que nunca está de más una sonrisa y una flor.

Anónimo dijo...

Mala cosa es que se quede uno sorprendido por un gesto de cordialidad.

Alejandra dijo...

Si se la vuelve a encontrar, seguramente descubrirá la verdadera razón. A mí me da que es una mala persona. Al tiempo, si no.
Saluditos.

Ángel dijo...

María, pero yo a esa señora nunca le he dado flores...

Anónimo, a eso me refería yo, que es mala cosa.

Alejandra, ¡malpensada!... espero.

Pedro Jesús Teruel dijo...

¡Qué risa de post y de comentarios! Mientras lo leía pensaba, justamente, que no pegaba demasiado con el contexto de tu ya clásico "Está la cosa muy mala". Pero no me he planteado todavía si eso es bueno o malo. Dejo la cuestión para los hermeneutas :)

Ángel dijo...

Nadanada... ya está todo compensado con la siguiente entrada.

Antonio Rentero dijo...

Cuando una extraña por la calle, de repente, te regala flores... eso es IMPULSO

TortugaBoba dijo...

Jajjaajajja, se nos había escapado el comentario más ingenioso, qué bueno Antonio Rentero!

Antonio Rentero dijo...

El mas clásico, en todo caso ;-)